Real Colegiata de San Hipólito
Real Colegiata de San Hipólito es una iglesia de Córdoba fundada en 1343. Perdido su rango de Colegiata, en el siglo XIX fue cedida a perpetuidad por la diócesis de esta ciudad a la Compañía de Jesús.
A la iglesia se accede desde la plaza de San Ignacio de Loyola, pero este edificio exento ocupa una manzana entre la avenida Gran Capitán, las calles Menéndez Pelayo, Alonso de Aguilar, cerrando la citada plaza.
Anualmente, la iglesia participa en el concurso de Belenes, siendo uno de los más populares de la ciudad.
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Contenido
Historia
La Iglesia de San Hipólito de Córdoba, que perdió su rango de Colegiata en 1852, fue fundada como Monasterio por Alfonso XI en 1343, como agradecimiento por su victoria en la Batalla del Salado y, también, para destinarla a Panteón Real, es decir, para albergar los restos de su padre, el rey Fernando IV "el Emplazado", que en ese momento estaba sepultado en la Mezquita Catedral de Córdoba.
Cuatro años después, en 1347, fue elevada al rango de Colegiata por el Papa Clemente VI, con el fin de que en éste templo pudieran ser celebrados los oficios en memoria de los reyes difuntos con toda la solemnidad posible. Éste Papa autorizó el nombramiento de un Prior y de nueve canónigos para la Colegiata. Las obras de construcción del edificio fueron muy lentas, y sólo se realizaron la cabecera y el crucero durante los reinados de Alfonso XI y de Pedro I, su hijo, quedando inconcluso el resto del edificio, hasta el siglo XVIII.
En 1729, después de muchas rogativas por parte de los Canónigos de la Colegiata, Felipe V autorizó el traslado de los restos de los reyes sepultados en la Capilla Real de la Mezquita Catedral, que eran Fernando IV "El Emplazado" y su hijo Alfonso XI "El Justiciero", a ésta Colegiata, y un año después, se iniciaron las obras para la terminación de la Iglesia, dándose por terminadas en 1736. En ese año, el día 8 de agosto, con todos los honores, fueron trasladados los restos mortales de los dos monarcas a la Colegiata de San Hipólito.
Fernando IV murió en la ciudad de Jaén en 1312, a los 27 años, y aunque en sus últimas voluntades indicaba que deseaba ser enterrado junto a su padre Sancho IV "el Bravo" en la Catedral de Toledo, o bien en la Catedral de Sevilla junto a su abuelo Alfonso X el Sabio y su bisabuelo el rey Fernando III el Santo, lo cierto es que se dispuso que su cadáver recibiera sepultura en la Mezquita Catedral de Córdoba. Ésto se hizo para evitar la total descomposición del cadáver durante el traslado, debido a las altas temperaturas, ya que el rey falleció en pleno verano.
En 1350, mientras sitiaba Gibraltar y a causa de la peste, murió el rey Alfonso XI, a los 39 años y en un primer momento fue sepultado en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla junto a sus regios antepasados, pero en 1371 sus restos mortales fueron llevados a la Capilla Real de la Mezquita Catedral de Córdoba, siendo sepultado al lado de su padre, el rey Fernando IV "El Emplazado". En 1371 habían sido terminadas las obras de la Capilla Real de la Mezquita Catedral y allí permanecieron los restos de ambos monarcas durante varios siglos, depositados en ataúdes de madera. En 1571, durante una visita a la ciudad de Córdoba, el rey Felipe II, los ataúdes fueron abiertos, y el rey pudo conemplar los restos de sus dos antepasados.
Las obras realizadas en el siglo XVIII afectaron fundamentalmente a la nave, crucero y fachada de la Iglesia. Las obras fueron ejecutadas por Juan de Aguilar, con probable traza de Tomás Jerónimo de Pedrajas.
A lo largo de los siglos XVIII y XIX se levantaron una serie de dependencias que dieron al conjunto de la Colegiata su fisonomía actual. En 1852 fue suprimido su título de Colegiata, aunque siguió abierta al público. A finales del siglo XIX fue cedida a la Compañía de Jesús a perpetuidad, y en ella sigue en la actualidad. El cuidadado revoco de estuco del exterior fue repuesto en 1994 siguiendo pulcramente el modelo original del siglo XVIII, bajo la dirección del arquitecto Arturo Ramírez.
Descripción del edificio
El edificio es una construcción exenta de planta rectangular, en la que cabe destacar la Iglesia, la Sacristía y el patio. La fachada principal del templo, ubicada a los pies, es obra de 1730. Realizada en ladrillo estucado, forma un gran rectángulo coronado por un frontón triangular, empleándose como motivo ornamental pilastras, pareadas en los extremos y colgantes en el frontón y en el centro, y pequeñas placas recortadas. La portada de la Iglesia, realizada en piedra, se compone de un cuerpo con pilastras sobre quebrados basamentos que enmarcan el vano de ingreso, ricamente moldurado. Una movida cornisa da paso al remate, con hornacina flanqueada por estípites en la que se halla la imágen del Santo titular de la Iglesia. Se considera que ésta es la más temprana utilización del pilar-estípite en las fachadas de las iglesias cordobesas. Cierra el conjunto de la portada de la Iglesia el Escudo Real de Castilla y León, situado en lo más alto.
Existen otras dos portadas; la que abre hacia el lado derecho es una interesante portada barroca que comunica con las dependencias privadas. La otra portada desemboca en el Paseo Gran Capitán, también llamado "Bulevar". Es ésta una portada muy moldurada, con movida cornisa que adornan las Armas del rey Felipe V, rodeadas por el collar del Toisón de Oro. A través de ésta portada se accede a un claustro de medianas proporciones formado por arquerías de medio punto que descansan sobre soportes bulbosos. En la actualidad parte de las arquerías están transformadas en espacios cerrados. En el claustro se conserva el cenotafio, en mármol rojo y negro, de Ambrosio de Morales, realizado por Luís González en 1620 y costeado por Don Bernardo de Sandoval y Rojas. Se trasladó a éste lugar en 1844, cuando fue derribado el antiguo Convento de los Santos Mártires de la capital cordobesa.
En 1773 se derribó la primitiva torre de la Iglesia y se confió al maestro Pedro de Lara la obra de la torre nueva, que jamás llegó a terminarse. La torre de la Colegiata, proyectada en su origen como una obra con cuatro cuerpos, de la que sólo se levantaron dos, está formada por dos cuerpos. El primero de los cuerpos es un prisma rectangular de unos quince metros de altura, sin más decoración que pequeños marcos vacíos y las ménsulas que sostienen la cornisa sobre la que se asienta el segundo cuerpo de la torre. Éste es de forma cuadrangular y presenta tres pilastras lisas con capitel toscano en cada lado, entre las que existen dos vanos con arcos de medio punto, donde se colocan las campanas. Sobre las pilastras del segundo cuerpo de la torre se alza un entablamento de triglifos y metopas lisas, que sostiene la cornisa lisa que sirve de tejado a la torre.
La Iglesia es de una sóla nave, con crucero y cabecera poligonal. La cabecera del templo es una obra gótica de hacia 1350, y está formada por un ábside octogonal precedido de dos tramos y cubierto con bóveda de crucería con nervios decorados con dientes de perro y espinazo burgalés. El arco toral, con puntas de diamante, arranca de capiteles góticos y cierra la obra medieval. Los ventanales góticos se cubren con vidrieras contemporáneas que representan a diferentes santos de la orden de los jesuitas. Bajo los ventanales se sitúan dos portadas neogóticas por las que se accede a la Sacritía del templo.
En el tramo primero del presbiterio, alojados en sendos arcosolios, se hallan los sepulcros reales de Fernando IV, en el lado de la Epístola, y de su hijo Alfonso XI, en el lado del Evangelio. Los restos mortales se hallan cobijados en urnas de mármol rojo procedentes del desaparecido monasterio de la ciudad de San Jerónimo, y ambas fueron realizadas en 1846, por encargo de la Comisión de Monumentos. Hasta ese momento, los despojos reales se hallaban en simples ataúdes de madera en el presbiterio de la Iglesia, donde eran mostrados a los visitantes. Sobre el sepulcro de Alfonso XI hay una lápida con la siguiente inscripción:
"Ésta losa / mandó facer /el muy noble e /muy alto e muy /poderoso señor /don Alfonso por /la gracia de Dio /s rei de Castilla / e rey de León e la r / eina Dona María / su muger este / rei ganó la villa / de Alcalá e ven / ció a los reyes de Benam / arín e de Granada / sobre la cerca de / Tarifa e ganó la / noble cibdad de Algecira."
El crucero gótico, que fue muy transformado en el siglo XVIII, se cubre con bóvedas de nervios. El cuerpo de la Iglesia se realizó en el siglo XVIII, cuando se reanudaron las obras para concluir el templo. Está constituído por una nave con capillas laterales, de cuatro tramos, que se cubre con una bóveda de cañón con lunetos. Sobre las capillas se disponen tribunas que miran a la nave central de la Iglesia. En el alzado de la nave se emplearon pilastras coronadas por placas recortadas.
En el crucero, a la izquierda, existe un retablo de columnas salomónicas realizado en 1735 por Teodosio Sánchez Cañada y Martín López. En las entrecalles tiene imágenes manieristas de los Santos Juanes y en el centro se encuentra la imágen de la Inmaculada, del siglo XVIII. El ático del retablo está ocupado por una pintura de San Rafael Arcángel. En los muros laterales hay dos lienzos que representan al rey San Fernando, obra del siglo XVIII, y a San Nicolás de Bari, lienzo ejecutado en el siglo XIX.
Frontero al retablo descrito anteriormente, hay otro retablo con las mismas características y forma pareja con él. Alberga las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús en el centro, obra de Sánchez Castíñez, y las imágenes de San Francisco Javier y de San Francisco de Borja se hallan a los lados. En el ático del retablo, un lienzo representa a San José Pignatelli. Junto al Retablo, en una peana, hay una interesante escultura de San Ignacio con el estandarte, obra de Domingo Sánchez Mesa, realizada en 1952. En la pared lateral se encuentran los sepulcros de la familia González de Aguilar y Fernández de Córdoba. Los sepulcros están decorados con grutescos y con los escudos nobiliarios de los allí inhumados. En la pared frontera se halla una puerta adintelada que comunica con la sacristía y sobre ella hay un lienzo que representa un Calvario, de estética barroca.
Ya en la nave, a la izquierda, se sitúa la capilla del Cristo de la Buena Muerte, de planta cuadrangular cubierta con bóveda baída decorada en los ángulos con cartelas con las representaciones del Cordero, panes, vid y fuente. En el centro luce un gran rosetón de motivos vegetales con la paloma del Espíritu Santo. El retablo, barroco de hacia 1755, está realizado en madera tallada sin policromar y presenta una planta cóncava que, en alzado, se adapta al medio punto del arco. Está formado por banco, cuerpo y ático; en la calle central, por encima del Sagrario está colocada una talla del Ecce Homo, de la primera mitad del siglo XVII. El cuerpo principal tiene tres calles, con hornacina central para la imágen de vestir de la Virgen de los Dolores y, en los intercolumnios, tiene peanas con figuras de santos de la misma época del retablo. El ático se dispone como una gran moldura polilobulada flanqueada por motivos vegetales tallados. En las paredes laterales de la Capilla se sitúan el Cristo de la Buena Muerte, que sigue el modelo homónimo de Mesa, y Nuestra Señora Reina de los Mártires, imágenes titulares de la Cofradía de su nombre, realizadas por Antonio Castillo Lastrucci en 1945 y restauradas por Miguel Ángel González Jurado en 1993.
Se conservan además en la Iglesia dos Retablos del siglo XVIII dedicados a San José y a la Virgen de Fátima respectivamente. A los pies del templo, en el coro alto, se guardan dos grandes lienzos que representan a Alfonso XI y a su esposa, la reina María de Portugal, obras del siglo XIX, protegidas por grandes marcos de yesería. A la altura de las tribunas hay un lienzo del siglo XIX en el que se representa a San Jerónimo, pintado por Palomino.
En el lado derecho de la nave sobresale la Capilla de la Virgen del Pilar, que estuvo dedicada anteriormente a Santa Concordia; es de planta cuadrangular y se cubre con una bóveda semiesférica. Fue construída la Capilla del Pilar en 1772, en terreno cedidos por la ciudad para ese fin, según reza una lápida situada en el muro exterior. El Retablo de la Virgen del Pilar es de mármol, fue construído en el siglo XVIII y en él se hallan las imágenes de la Virgen del Pilar, de San Acisclo, de Santa Victoria, de Santa Concordia y un relieve que representa el momento en que San Hipólito fue bautizado por San Lorenzo.
Destacan también los Altares barrocos de Santa Bárbara y de San Hipólito. En el Altar de Santa Bárbara se encuentran las imágenes de Santa Bárbara, San Expedito y San Miguel Arcángel, todas ellas de factura moderna. En el Altar de San Hipólito se venera la imágen del titular, del siglo XIX.
En la Sacristía se conservan pinturan de diferentes épocas y entre ellas es de destacar un Apostolado del siglo XVIII, y dos cuadros en los que se representa respectivamente la Epifanía y la Piedad. Sobre una mesa de altar se halla una escultura de Santiago Apóstol del siglo XVIII, con bella policromía, que revela influencias de Pedro Duque Cornejo.
De las obras de orfebrería que conserva el templo destacan un ostensorio de plata sobredorada del siglo XVII, un copón del siglo XVIII punzonado por Martínez y Cruz, un cáliz sin punzonar del siglo XVIII, una custodia de asiento del siglo XIX y varias piezas de estética neogótica realizadas en la década de 1960.
El órgano del coro
El órgano de San Hipólito está fechado en el siglo XVIII, y está considerado por los expertos como uno de los mejores de Andalucía. El mal estado del mecanismo y de otras piezas del mismo hicieron que desde mediados del siglo XX haya estado inutilizado.
En 2007, y gracias al proyecto Andalucía Barroca, fue sometido a una intensa restauración. Para ello, fue desmontado y trasladado al taller de Joaquín Lois, en Tordesillas (Valladolid). Las actuaciones que se han llevado a cabo se han centrado en recuperar una de las tuberías y reforzar la estructura. También se han limpiado los mecanismos interiores y se ha restaurado la policromía. El 28 de noviembre San Hipólito recuperó su órgano al volver a sonar en la iglesia. Se puede escuchar en la misa de 12 de los domingos.
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