1834

De Cordobapedia
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Año 1834
Años: 1831 1832 1833 - 1834 - 1835 1836 1837
Siglos: Siglo XVIII - Siglo XIX - Siglo XX


  • 6 de febrero. Orden del corregidor Antonio Vicente Lovariñas para que en los tres días de Carnaval se cierren las tabernas y puestos donde se vendan vinos , aguardientes y licores , al toque de Animas, sin despachar aún por el ventanillo , bajo la multa de irremisible exacción de veinte ducados y doce días de carcel á el dueño de la taberna ó puesto , y cuatro con iguales días de prisión a el que lo esté bebiendo ó comprando , en la inteligencia que no se admitirá disculpa alguna , pues el público sabedor de esta medida gubernativa debe surtirse con tiempo de lo que necesite , incurriendo en la misma pena de cuatro ducados y cuatro dias de arresto los que con chanzas pesadas ó de mala crianza promoviesen cuestiones, y los padres, tutores ú encargados de niños de menor edad que del mismo modo con sus juegos incomoden á cualquiera ; y para que llegue á noticia de todos se manda publicar y fixar
  • Testimonio del hambre que asoló el sur de la provincia de Córdoba.[1]
El autor de estas líneas ha oído contar la del año 1834 a algunos de los que la padecieron. Mi interlocutor, anciano de ochenta años, tenía siete u ocho cuando sobrevino el terrible azote y todavía recordaba, estremecido, con todo detalle, la espantosa calamidad que invadió no sólo la clase trabajadora, sino la de pequeños y medianos propietarios.
Después de apurar las raíces de las gramas, después de vender en un pueblo inmediato, menos castigado por la plaga, las puertas, ventanas y tejas de una casa, propia de sus padres, éstos y sus dos hijos, mi informante y un hermano de nueve o diez años, se marcharon «por el mundo» implorando la caridad pública; las limosnas eran escasas y no alcanzaban para los cuatro, y una mañana, al despertarse en medio del campo, los dos infelices niños vieron con terror que sus padres los habían abandonado.
Continuaron juntos dos o tres días más; pero al cabo, el hermano mayor abandonó también al pequeño. Años después regresó mi interlocutor a su pueblo y aún no ha tenido noticias de su hermano ni de sus padres.
Durante el año 1834 morían diariamente en Baena, de hambre, diez o doce personas; numerosos y nutridos grupos de famélicos recorrían las calles pidiendo pan a gritos; la cárcel estaba repleta de reos de hurto y robo, a quienes las autoridades dejaban ir sin guardias a declarar para facilitar su evasión, pero todos volvían a ocupar en la prisión su puesto, que era un puesto codiciado; los que lograban ganar un jornal sólo podían comprar con él una torta de cebada, que consumían por la noche con su mujer y sus hijos (de día no comía ninguno); y cuando brotaron, en la primavera de 1835, las primeras espigas, grupos de mujeres y niños se arrojaron sobre ellas, soportando estoicamente los golpes de los guardas, que intentaron, sin resultado, evitar la destrucción de los sembrados.


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  1. DÍAZ DEL MORAL, J.. Historia de las agitaciones campesinas andaluzas. . Página

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