Saqueo de Córdoba (1808)
Con el inicio de la Guerra de la Independencia en 1808, Córdoba sufrió un saqueo por parte de las tropas francesas que duró 3 días y que sembró de pánico y terror en la población.
Tras la batalla del Puente de Alcolea, el general Dupont entra en la capital por Puerta Nueva y se dedica a saquear la ciudad. El saqueo se produjo como consecuencia o tuvo como excusa, un tiro fallido que el juez de paz de la Santa Hermandad Pedro Moreno, realizó desde la actual calle Alfonso XII. Abatida por los cañones de los franceses, las tropas galas, tres cuartas partes de ellas borrachas, se dedicaron a saquear la ciudad: iglesias, conventos, casas, robando todo tipo de carros, vehículos, caballos, dinero, entre otros[1].
El ejército francés se ensañó especialmente en conventos femeninos como el Convento del Carmen, el Convento de San Juan de Dios o el Convento de los Terceros, donde se produjeron numerosas violaciones, y saqueos de las imágenes, o robos de dinero como en el Palacio de Viana, donde se apoderaron de 80.000 reales[2] o del Palacio Episcopal de 100.000. En total se calcula que las tropas francesas saquearon la ciudad llevándose más de 10 millones de reales[3]. Tamaña fue la recaudación, que los franceses desistieron de imponer ningún tipo de impuesto de guerra a la población. Los franceses habían arramblado con todo el valor existente en la ciudad.
Debido a los desmanes producidos, el mismo día 8, el general Dupont publica un bando en el que prohíbe el pillaje en la ciudad.[4] Cuatro días más tarde y con el ánimo de tranquilizar a la población cordobesa, el corregidor de la ciudad, Agustín Guajardo Fajardo publica un bando por el cual se exhorta a la población a tratar de manera correcta a los soldados franceses que ocupaban la ciudad.[5]
BANDO DEL GENERAL DUPONT La turbación indispensable de una ciudad asaltada a viva fuerza deber ceder después de la victoria; el soldado francés por su caracter nacional es siempre humano y generoso. La España hallándose bajo la soberanía de S. M. el Emperador, sus tropas deben tratar con benignidad y amistad a los habitantes desarmados y tranquilos despues de haber aniquilado a los rebeldes en el campo de batalla. En su consequencia manda el general en Jefe, que reine en la ciudad de Córdoba la tranquilidad, y que las personas y las propiedades sean respetadas. El pillaje esta prohibido. Cualquier soldado que a él se atreviere será inmediatamente entregado al Consejo de guerra. El General en Jefe Firmado Dupont.—Legendre Secretario» |
DON AGUSTIN GUAXARDO Y CONTRERAS, CORREGIDOR, JUSTICIA MAYOR DE ESTA CIUDAD DE CÓRDOBA.
Hago saber a todos los habitantes de esta ciudad, que hallándome penetrado de los más positivos conocimientos de la buena disposición de los señores Xefes del exercito Francés aquartelaclo en esta ciudad para proteger la pública tranquilidad y las propiedades de todos los vecinos, debo como cabeza del Govierno Político, exhortar a todos y a cada uno de ellos a que vivan con la mayor armonía con la tropa francesa, respecto a que pasado ya el tiempo del pillage, permitido por las leyes militares todos deben tratarse mútuamente como hermanos; en cuya virtud exhorto a cada uno de los que se han fugado y a los que indebidamente mantienen aun sus casas cerradas a que se restituyan a sus propios hogares, abriendo sus tiendas los artesanos y menestrales, contribuyendo todos a que haya abundancia en el abasto de víveres y en los demás artículos necesarios para la subsistencia y comodidad; en el concepto de que obrando al contrario se da margen a la desconfianza que podrá infundir a los señores Xefes de la tropa francesa, y cederá en perjuicio de todos los vecinos y naturales quienes deben de estar seguros de que está protegida nuestra Sagrada Religión y libre el exercicio del culto Divino y cumpliendo todos con quanto llevo encargado, darán un público testinionio de su obediencia y subordinación a las Potestades Civiles; no degenerando del carácter Español. Córdoba y Junio 12 de 1808 |
Tras el saqueo de Córdoba las tropas imperiales abandonan la ciudad el día 16 de junio tras conocer la capitulación de la Armada francesa en la bahía de Cádiz, así como de la formación del ejército de Andalucía comandado por el General Castaños, que con el apoyo de tropas del general Reding, se dirigía hacia el valle del Guadalquivir. Siete días más tarde, el General Castaños hace entrada en Córdoba donde comienza a preparar la batalla que le enfrentará al Ejército Imperial en los días siguientes. Córdoba se convierte en base de la guarnición militar del sur de España, uniéndose a este nuevo ejército, los restos del ejército que había batallado en Alcolea, unas semanas antes.
El día 19 de julio se produce la esperada batalla, la conocida como Batalla de Bailén, donde por primera vez, el ejército imperial sufre una derrota, debida entre otras, al espectacular botín que el General Dupont llevó en su batalla. La llegada de la noticia a Córdoba hizo que la ciudad se lanzara a celebraciones que duraron más de tres días. El Ayuntamiento y otras instituciones de la ciudad hicieron llegar al General Castaños, un recordatorio para que devolvieran el botín incautado a sus legítimos dueños, a lo cual el general respondió, que sólo se devolverían “los vasos, ornamentos sagrados y cuanto perteneciese al culto” en cumplimiento de las leyes de la guerra. El día 29 de julio, el General Castaños hace entrada en la ciudad por la propia Puerta Nueva siendo recibido de una manera triunfal por toda la ciudad.
Referencias
- ↑ «El saqueo de Córdoba tuvo mucho que ver con la batalla de Bailén». Entrevista a Francisco Bocero en ABC Córdoba. 15 de noviembre de 2007
- ↑ Bocero novela la batalla de Bailén en ´La derrota´. Artículo en Diario Córdoba del 16 de noviembre de 2007
- ↑ MORENO ALONSO, A. La batalla de Bailén: el surgimiento de una nación. Página 246. Disponible en Google Books
- ↑ ORTÍ BELMONTE, M. Córdoba durante la guerra de la Independencia. Boletín de la Real Academia de Córdoba, 1925, núm. 9, pág. 338.
- ↑ ORTÍ BELMONTE, M. Córdoba durante la guerra de la Independencia. Boletín de la Real Academia de Córdoba. Número 9. Página 339. Año 1925
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