Casa de Paso de la Lagunilla

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Puerta de entra a la Casa de Paso por la Lagunilla
Casa de Paso de la Lagunilla


Esta legendaria Casa de Paso de la plaza de la Lagunilla nº7 y calle Chaparro nº 6, según por cual de sus dos puerta entremos, es un curioso vestigio de la Córdoba desaparecida. Existía hace más de 150 años, pues don Teodomiro Ramírez de Arellano la recogía en Paseos por Córdoba:

Entre la Lagunilla y la calleja del Chaparro hay una casa que sirve de comunicación y llaman del Paso, y por cierto que es bien rara, pues se pasan dos o tres patios, y se suben o bajan unas escaleras. Esta clase de casas, de las que había muchas y sólo han quedado dos, procedían de cesiones de terrenos que hacía el Ayuntamiento con aquella condición, y que poco a poco los propietarios han ido suprimiendo, resultando ese gran número de barreras o callejas sin salida como hay en Córdoba.

Su configuración por los años finales de los sesenta del siglo XX era la siguiente: Entrando por la Lagunilla tenía un recodo a la derecha, un angosto callejón, una escalera ascendente que deja a la izquierda un patio, otro recodo a la derecha que discurre bajo encalados arcos y que desemboca en un patio final, con puerta ya a la calle Chaparro.

Tendederos, macetas, arriates con jazmines, antenas de televisión, balconcillos, galerías altas y persianas verdes jalonaban este vericueto, mitad callejuela mitad patio de vecinos, que los no habituados a cruzarla no se atrevían a entrar sin pedir permiso.

La Casa de Paso cerraba sus puertas al anochecer, pues las noche era un lugar para la intimidad de sus vecinos que impedían así percances o robos que a lo sumo, durante el día, llegaron a la perdida de algunas macetas.

Puerta de la Casa de Paso por la calle Chaparro

Había veintiuna viviendas, casi todas habitadas, si bien los

vecinos se iban renovando y apenas quedaban, cuando se cerró, alguno de los veteranos.

Entre los más populares vivió Currillo Molina, que fue mozo de espada de Manolete o Pilar Chaves que vivía desde el año 1936 la que fue esposa de Antonio Ríos obrero de CENEMESA que perteneció a la legendaria Peña Los Compadres y que tuvo por amigo al también peñista Marqués del Cucharón.

Por esta casa-calle era frecuente que pasaran los vecinos de la Lagunilla camino de la Puerta del Rincón, frecuentándola Manolete de paso para su casa. Pilar lo recordaba con estas palabras: -Parece que lo estoy viendo: alto delgado, serio... daba una carrerilla y subía la escalera de dos zancadas. ¡Ay!, en esta casa se lloró y se sintió mucho la muerte de Manolete.

La noche de Nochebuena era toda una fiesta la Casa de Paso, los muchachos durante el día iban al almacén cercano de Baldomero Romero a por leña para hacer una candela en el patio.

Luego cada familia sacaba lo que podía, una botella de anís, vino mantecados... y con el pan que sobraba hacían unas migas por la madrugada. Una vecina comentaba con añoranza: -Aquello era unión y vecindad. ¡Ojala! pudiéramos vivir aquellos tiempos, ya que ahora no se entera una de que es Nochebuena.

El maestro Ramón Medina compuso este villancico con motivo de la celebración de Nochebuena en la Casa de Paso de La Lagunilla.

Esta noche la casa de Paso
de la Lagunilla
va a tener que ver.
Varios patios
con grandes candelas,
mozuelos, mozuelas,
que al son de panderos
y al son de almirez,
cantan villancicos
al Niño Manuel...

Anécdotas

Interior Casa Paso de la Lagunilla

Ocurrían anécdotas por ser Casa de Paso y frecuentada por mucho personal.

  • Ocurrió a finales de los años cuarenta en la Casa de Paso que Llegaron unos bilbainos chatarreros a Córdoba y un famoso clásico cordobés amigo de ellos le sirvió de guía. Éste conocía a Antonio Ríos popular vecino de la Casa, invitándolos a que la visitaran y respiraran el ambiente que en ella se vivía. Ya de noche cerraron las puertas y al ser invierno hicieron una candela en uno de los patios; formaron una fiesta con un tapeo y vino de a veinticuatro servido en medios. Uno de los bilbainos le dijo a su compañero: -¡Oye José Mari!, esto chatos de vinillo parecen que cuelan bien. Antonio Ríos cordobés castizo les dijo: -El vino cae bien si se toman ocho medios. Ellos cogieron el consejo y dijeron: -Pues vamos a por ellos, que el Bilbao caen por lo menos diez chatos. Y así fue, se zumbaron los ocho medios casi del tirón y se pusieron hasta la coronilla. Deforma que junto al jolgorio, los cantes y el calor de la hoguera empezaron a funcionar los efluvios del Montilla y cogieron una trompa de campeonato que les indujo a no conocer ni a la madre que los parió. Uno de ellos decía al otro: -Oyeee… José Mariiiii,… donde estamos en Basauriií en Bilbaooo o en el Califatoooo de Córdobaaaa. El otro le contestó: -No te jode Chumiiii, a mí me da igualllll, con tal que me acuesten en un camastro. Entonces dijo el anfitrión a los chicarrones vascos: -Ahora lo importante el saberlo mear. Fueron llevados al hotel donde se hospedaban y tuvieron que acostarlos. Al día siguiente dijeron su a su amigo cordobés: -¡Coño! Alfonso los cordobeses aguantais las “merluzas” más que "Baco". Sois la ostia.
  • En la posguerra, en los años del hambre, se ponían en la puerta que daba a la Lagunilla ciertos pillos diciendo: -Se vende azúcar café... Cuando llegaba un cliente que no conocía la Casa de Paso le decía el camuflado vendedor: -Deme el dinero y espere aquí, que ahora mismo le traigo el producto que tengo escondido en la casa, pues si vienen los guardias no ven nada. El individuo/a entraba por la casa y se salía por la puerta de la calle Chaparro zumbando. El cliente se cansaba de esperar, hasta que algún vecino cuando se percataba de la espera le hacia caer en el timo que le habían dado.


"Casa de paso entre la Plaza de la Lagunilla y la calle Chaparro

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