Cuenca Minera del Guadiato
Cuenca carbonifera en el curso alto del Río Guadiato. Abarca principalmente los términos municipales de Peñarroya-Pueblonuevo, Belmez, Espiel y Fuente Obejuna.
Historia
A finales del siglo XVIII la utilización del carbón de piedra era prácticamente nula y no había ninguna cuenca en explotación, pero sí había conciencia de la devastación que estaba produciendo en los montes la explotación de la leña y de que la utilización de máquinas de vapor necesitaba una potencia energética que la leña no proporcionaba. Esta necesidad era perentoria en el caso de Almadén, donde se estaba instalando una potente máquina de vapor y la deforestación estaba a punto de reducir al mínimo la extracción y obtención del mercurio.
Para buscar una solución se encargó a don Francisco Carlos de la Garza la búsqueda de carbón en las proximidades de Almadén, encontrándolo el 15 de mayo de 1788, al descubrir algunas vetas en las proximidades de Espiel, de las que tomaron muestras y con las que experimentaron, obteniendo resultados satisfactorios.
Así pues, el descubrimiento de carbón en la Cuenca Minera del Guadiato fue consecuencia de una búsqueda sistemática y organizada como consecuencia de una necesidad y no fruto del azar.
Un mes más tarde, el 16 de junio, José Simón de Lillo, Visitador de Montes de las Minas de Almadén, que previsiblemente había acompañado a De la Garza dado su conocimiento del terreno, localizó y comunicó el primer yacimiento carbonífero de la aldea de Peñarroya, siendo también posiblemente el primero que obtuvo beneficio económico de ello. Se trataba de la mina de la Hontanilla, cuya explotación comenzó de inmediato, pero que un año más tarde se abandonó porque la falta de comunicaciones de la zona encarecía notablemente el carbón. La explotación se redujo a los meses de verano, cuando se extraía el carbón necesario para atender las necesidades de Almadén durante el año siguiente.
A mediados del siglo XIX, al permitir la intervención de capitales extranjeros en el negocio de la minería este tomó un gran auge, estableciéndose en la Cuenca las primeras empresas mineras, como la Compañia de los Santos, que ya explotaba minas de cobre y plomo y que se hizo con la mina de carbón La Terrible comenzando su explotación regular.
La única posibilidad de comunicar la Cuenca del Guadiato y dar salida al mineral era mediante la construcción de un ferrocarril, cuyo proyecto más antiguo se remonta a 1836, pero no sería hasta 1856 cuando se produciría la concesión de una línea de Córdoba a Belmez y posteriormente, en 1864, otra de Belmez a Almorchón. Esto hizo que de acuerdo con la ley de minas de 1849 llegaran a la zona grandes compañías que acapararon la mayoría de las concesiones mineras, en muchos casos con la sola intención de especular, pero que poco a poco hicieron que las explotaciones y los pozos se multiplicaran por toda la zona.
Durante la Primera Guerra Mundial la demanda de carbón y la aparición de maquinaria pesada hizo que comenzaran las explotaciones a cielo abierto de carbones de poca calidad, como los de las minas Ana, Esperanza y Santa Rosa, en las que el inconveniente del gran movimiento de tierras necesario y la peor calidad del mineral se compensaba por la poca inversión necesaria en mantenimiento y equipos, además de que el salario de los obreros era menor.
Durante la segunda mitad del siglo XX el consumo de carbón se fue reduciendo paralelamente al agotamiento de las explotaciones. Esto hizo que fuesen cerrando una tras otra, siendo ya en el siglo XXI el Pozo María el último representante de la minería de interior que se cerró, y la explotación a cielo abierto de la Corta Cervantes la que abastecía al único consumidor del carbón de esta cuenca, la Central Térmica de Puente Nuevo, construida en la década de los años sesenta del siglo XX con esta finalidad a orillas del embalse del mismo nombre, junto a la estación de La Alhondiguilla-Villaviciosa, desde la que era abastecida mediante trenes lanzadera.
Fuentes
- Doscientos años de minería en la cuenca de Peñarroya y Belmez. Francisco J. Aute.
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