Taberna González y Guzmán

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Anunció año 1939
González y Guzmán


La taberna estaba situada en la calle José Zorrilla en la parte trasera del Gran Teatro. Era frecuentada por los artistas de las diferentes compañías que actuaban en el mismo, por magistrados, abogados y personal de la Audiencia Provincial que estaba ubicada en el la Avenida del Gran Capitán, así como personajes populares como el simpático Miguelito del Río, el que fuera miembro de la Peña Los Aviones y también socio de la singular Peña Los 99.

No confundir esta taberna con la ubicada en la calle Judíos llamada Taberna Guzmán, pues el propietario de ambas llegó a ser Rafael Guzmán Montilla.

Había un mosaico con una leyenda sobre El VINO que está hoy la Peña Los Humildes, dice los siguiente:


¿ HAY ALGO MEJOR QUE EL VINO ?
Beber es un acto que realizan las razas
de linaje antiguo. Cuando se hace uso del
VINO (moderadamente como de todas las
cosas preciosas) es salud y medicina. El
VINO aumenta la fuerza muscular, exalta
sentido génetico, estimula el sistema ner-
vioso y psíquico, rinde fácil la elocuencia,
empuja a la benevolencia, predispone a
asociación, al perdón y al heroísmo.
El VINO exalta la fantasía, hace lúcida
la memoria, aumenta la alegría, alivia los
dolores, destruye la melancolía, concilia
el sueño, conforta la vejez, ayuda a la con-
valecencia y da aquel sentido de euforia
por donde la vida transcurre leve, suave
y tranquila.
GUZMAN



Recuerdos de la taberna [1]

La taberna de González, más tarde Rafael Guzmán, está situada en la calle José Zorrilla, detrás del Gran Teatro. González era platero y frente al mostrador tenía su saloncillo, donde tenía las botas de vino y su banco de trabajo. El tabernero-platero atendía al servicio y a su trabajo en las horas más tranquilas. Dada su proximidad al Teatro, y por la fama de sus buenos vinos, todos los artistas, cómicos, de ópera, de zarzuela, de varietés, acudían a este maravilloso recinto a degustar ambrosías.
Este señor tenía enmarcados en sus patios y reservados fotos dedicadas a los mejores artistas que pasaron en aquella época por el Gran Teatro. Allí acudían persona relevantes por su proximidad a la Audiencia Provincial, magistrados, abogados, procuradores y ordenanzas. Por cierto, que el portero de la Audiencia, se llamaba Obispo de apellido. Buen enófilo hacia visitas constantes. Y uno de los abogados que frecuentaba la taberna -entonces los vasos de vino o medios se llamaban de a 24, que el 24 no era la graduación, sino el precio de 24 reales el cuartillo- hizo unos verso marcado en la entrada del Palacio de Justicia, que decía:
'A la entrada un cancerbero'
'nombre de prelado'
'antiguo caballero 24.'
Más tarde esta taberna fue traspasada a Rafael Guzmán. Y allí seguía acudiendo lo más selecto de Córdoba. Había un peña intitulada “Los Aviones”, integrada por magníficos componentes, muchos universitarios, médicos, abogados, licenciados en las distintas ramas de ciencia y letras empleados de banca y comercio y el tipo de gracia e ingenio natural llamado Miguelito del Río y su comodín Ricardo Obrero, hijo de buena y acomodada familia que no había hecho ni trabajado nada en su vida. Y le decía Miguelito de Río: - Ricardo cuando te mueras te voy a poner el siguiente epitafio:
"Aquí siguen descansando los hueso de Ricardo Obrero".
Pero no hubo lugar. Miguel Murió antes que Ricardo. Dios los habrá acogido porque nunca hicieron mal a nadie.

Referencias

  1. "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba. 20 de marzo de 1988

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