Transición política y conflicto social
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La huelga de la Construcción de Córdoba en 1976 de Rafael Morales Ruiz.
Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona, Rafael Morales Ruiz vivió en su primera juventud los avatares de la huelga de 1976, conocida popularmente como "la de los 15 días", fruto del trabajo de agitación llevado a cabo por la Asamblea de Parados durante 1975, cuya génesis y desarrollo analiza en este libro que fue su tesis doctoral.
Panorama de las organizaciones obreras de la Construcción en la Cordoba de 1970
Aproximadamente a partir de 1973-74, asistimos a una reordenación del panorama de las organizaciones obreras presentes en el ramo. A finales de los sesenta y principios de los setenta, CC.OO. había tenido un periodo de crisis en el cual se plasmaron numerosas tendencias dentro de ella que tenían a su vez un correlato en la proliferación de partidos marxistas, generalmente a la izquierda del PCE. Córdoba no permaneció fuera de esta corriente. Surgieron grupos autónomos al margen de CC.OO. con un fuerte componente cristiano y autogestionario que, sin abrazar decididamente la ideología anarquista, tenían de hecho muchas coincidencias con ella.
Este fue el caso de lo que finalmente pasó a llamarse Grupo Anticapitalista de Base, que junto a CC.OO. fue el grupo obrero con mayor fuerza en el ramo de la construcción, llegando a tener una buena organización y contando con un respetable número de miembros, teniendo en cuenta que en aquella época los militantes de los grupos organizados eran escasos. Sus intervenciones en las asambleas y dentro del movimiento de los parados fueron realmente importantes.
Estaban dentro de este grupo militantes tan influyentes como Fernando del Rosal, Felipe Sánchez, Miguel Merino "Miguelón", Antonio Amaro y otros. Otro grupo que tuvo ciertas influencias cristianas en el origen de algunos de sus militantes, pero que rápidamente se movió hacia posiciones asamblearias y consejistas, admitiendo el papel de los partidos políticos -ya que una gran parte de sus militantes estaban adscritos a la OICE- fue Plataformas Anticapitalistas. Esta organización compartía con la anterior su defensa de la democracia directa y su rechazo de la participación en la OSE. Su área de influencia fue mayor en las asambleas y en los piquetes, ya que su reducido número de militantes, su tardía llegada a Córdoba y la inexperiencia y juventud de gran parte de sus miembros le hicieron jugar un papel menor al que jugó el Grupo Anticapitalista de Base (más conocido en el mundo de la militancia como "el grupo de albañiles", pues GAB fue una denominación que se tomó posteriormente a la huelga) y CC.OO., no obstante, tenían una buena organización y su prensa y propaganda llegó a numerosas obras. su líder más repreentativo fue Luis Massana Llorens "Santi", más tarde se incorporaron Antonio Perea Torres ("Cahue"), Antonio Gómez Romero ("Papi"), Antonio Amaro, Alfonso Nieto, Miguel Cívico ("Churruca")... etc.
La HOAC fluctuó durante un tiempo entre el espacio que genéricamente denominaremos "anticapitalista" y CC.OO. Al principio de los años setenta estuvo dentro de CC.OO. Anteriormente a la huelga, confluyó dentro del amplio y heterogéneo conglomerado "anticapitalista", el cual efectuaba sus reuniones en los locales de Cáritas, para pasar posteriormente a militar de nuevo dentro de CC.OO. Compartían con esta organización la estrategia de utilizar la Organización Sindical y con los grupos anticapitalistas su defensa de la necesidad de que los trabajadores fuesen soberanos en sus decisiones, defendiendo con notable firmeza las encuestas masivas y las asambleas. Dado que CC.OO. no se oponía en principio a ninguna de estas cuestiones, pero insistía en trabajar dentro de la OSE, los hocistas acabaron finalmente dentro de aquella organización, pese a que temporalmente se habían apartado de Comisiones Obreras por lo que entendían como una excesiva subordinación del movimiento a las directrices del PCE. Algunos de sus miembros más destacados eran Francisco Povedano Cáliz, Panadero, "Bigotes", Antonio Leña Calero y "Paquillo".
Durante el año 1975, una parte importante de los militantes de la construcción cordobesa confluyeron en un tipo de organización abierta y unitaria, que solía reunirse en locales relacionados con la Iglesia (Cáritas, parroquias, Consejo Diocesano,...). El grueso de esta organización abierta estaba compuesto por "el Grupo de albañiles" -más tarde GAB-, le seguía en importancia la HOAC y, finalmente, las Plataformas Anticapitalistas. Sin embargo, la OICE -presente en Plataformas- supo extender rápidamente su influencia sobre una parte importante de los miembros del "Grupo de albañiles", aumentando así su importancia en el conjunto.
En las Comisiones Obreras de Córdoba y, en general, en el movimiento obrero de esta ciudad, el componente cristiano tuvo una gran importancia durante el franquismo y sobre todo, a partir de la segunda mitad de los sesenta. El propio Partido Comunista estuvo siempre muy atento a las relaciones con los cristianos, de cuyo entorno obtuvo numerosos militantes y simpatizantes.
Finalmente, y desde nuestro punto de vista, creemos que CC.OO. era la organización más fuerte y que contaba con más prestigio dentro de los trabajadores de la construcción, pese a lo cual no poseía una hegemonía plena que en ocasiones le fue contestada por otros grupos. En realidad, podríamos decir que en cuanto a personajes públicos reconocidos el conjunto de las demás organizaciones posiblemente igualase a CC.OO. La principal fuerza de ésta se daba en un doble sentido: tenía muy bien situados en la OSE a una serie de líderes prestigiados y reconocidos (Ildefonso Jiménez, Germán Ramirez, Paco Cáliz,...) y, por otra parte, contaba con una muy amplia base ligada también en buena medida a la militancia en el PCE. De esta relación entre CC.OO. y los anticapitalistas, surgía en ocasiones un relativo sistema de "equilibrio político-organizativo" entre las diferentes corrientes, que como veremos más adelante al analizar la huelga, fue sumamente eficaz.
Hombres inquietos
Los dirigentes obreros presentes en la huelga, tuvieron en líneas generales dos procesos de acercamiento al mundo de la militancia. Algunos de ellos conocieron desde muy pequeños las duras formas de trabajo en el campo y esto les hizo "rebeldes" que no aceptaban las condiciones en las cuales les había tocado vivir. Otros sin embargo, se hicieron militantes a partir de la constatación personal de la situación por la que atravesaba el país en general y los trabajadores en particular. Esta realidad contrastaba con su filosofía de la vida y con sus creencias, a menudo de origen cristiano. Este choque de tipo moral les hizo acercarse al mundo del trabajo, para desde ahí, tratar de cambiar una situación que consideraban moralmente injusta.
La infancia de algunos de estos hombres, fue por lo general penosa. Desde muy pequeños tuvieron que trabajar en cortijos realizando trabajos pesados y sufriendo duras condiciones de vida, más tarde muchos conocerían la emigración. Este es el pequeño relato de su infancia y adolescencia.
Rebeldes con causa
- Antonio Perea Torres ("Cahue"), comenzó a trabajar a los doce años en el cortijo El Álamo, situado en la Campiña cordobesa. Aprendió a leer gracias en parte a las lecciones que le daba su padre cuando de tarde en tarde volvía de la "viajá". Este afán por la lectura, transmitido por su padre, lo llevó siempre consigo. Cuando comenzó a guardar cabras, a la edad de doce años, recogía toda la letra impresa que encontraba tirada por el suelo y por su cuenta iba perfeccionando sus conocimientos de lectura, aunque no de escritura (aún hoy en día le cuesta escribir, generalmente lo hace utilizando las mayúsculas). Sin embargo, esta afición hacía que, de cuando en cuando, los animales se le escapasen, bien porque se quedase dormido o porque no les prestase atención. Esto hizo que un día el "señorito" del cortijo le amenazase y quisiese pegarle, llegando a tirarle piedras. Pero lejos de aceptar esta bronca como una especie de aviso que habría de conducirle a una actitud más condescendiente, su rebeldía no hizo sino aumentar. Más tarde, dejó las cabras y realizó otros trabajos. Siendo tan joven, más bien delgado y no muy alto, no entendía muy bien por qué habían de cargarle con pesos tan grandes como los que requiere el trabajo en el campo; cuando trabajó de "chanquero", solía romper muchos cántaros "porque no podía"; en otra ocasión, limpiando una cuadra y sacando de ella la paja y el estiércol en "angarillas", sintió de nuevo la sensación de que algo demasiado grande para su físico parecía querer instalarse en su vida. Algún tiempo después dejó el trabajo del campo y emigró desde los catorce años por León, Vitoria y Barcelona.
Las cosas no le fueron demasiado bien y por afán de aventura o por hastío se alistó en La Legión. Estuvo en el Sahara, lo hicieron cabo y allí tuvo ocasión de ver muchas miserias humanas que lo marcaron profundamente. A consecuencia de una pelea, fue destinado al "pelotón de castigo". Una vez más no pudo resisitirlo. En un momento de desesperación intentó incendiar el barracón donde vivía, a consecuencia de lo cual se quemó y fue posteriormente juzgado en consejo de guerra, siendo condenado a 30 meses de prisión. Fue enviado a un penal en Canarias.
Cuando salió del presidio se casó, estuvo en Alemania y en Barcelona y cuando volvió a Córdoba en 1974, trabajó en el montaje de la factoría de Campsa en Puente Nuevo, donde participó en numerosas acciones reivindicativas. En 1975, trabajando también en el montaje, fue despedido de la factoría en construcción de Butano en Córdoba. Sus compañeros recogieron 13.000 pesetas que le llevaron en un gesto de solidaridad que le emocionó profundamente. Después de esto y de la mano de Sebastián López, a quien había conocido en un cursillo del PPO, se incorporó a la Asamblea de Parados.
- Alfonso Nieto Alcántara trabajó desde los ocho años. Como Antonio Perea, comenzó a guardar ganado en el campo. Siendo tan joven, pasaba mucho miedo por las noches hasta que un hombre mayor venía a relevarlo. Esta situación le hacía interrogarse, a tan temprana edad, por el sentido de su vida. Aprendió a leer de la mano de su padre que le enseñó los primeros rudimentos de la lectura, a partir de lo cual leía siempre que podía en el campo, mientras guardaba ganado. La situación que vivió en el colegio le pareció desastrosa, ya que "no aprendía nada", debido a que el maestro, antiguo falangista, sólo atendía a los "hijos de los ricos". La escuela fue vivida por él con profunda angustia. Esto le hizo matricularse en un curso de cultura general por correspondencia y luego fue a cursos nocturnos. Siguió buscándose una propia cultura cuando después de los quince años vino a Córdoba e ingresó en la JOC, donde asistió a cursillos y seminarios.
- José Zurita Morales "Escayola" fue intermitentemente a la escuela hasta 7º de EGB, no obstante, durante los inviernos trabajó desde los siete años en la recogida de la aceituna en Bujalance y, posteriormente, en la recogida del algodón. A los trece años comienza a trabajar de una manera continuada en varios oficios hasta los 16 años en que se incorpora a la construcción. A los diecinueve años emigra al País Vasco y a Barcelona.
- Ernesto Caballero estuvo muy poco tiempo en la escuela religiosa de Cristo Rey dirigida por monjas, en Villanueva de Córdoba, donde aprendió algo. Después siguió su aprendizaje con un maestro particular que se dirigió a su madre ofreciéndole darle clases gratuitamente. El resto de su formación es autodidacta. A los ocho años dejó la escuela y comenzó a trabajar en varios oficios; hizo de herrero, fotógrafo, vaquero, pastor y actividades varias del campo. Desde los 14 años, fecha en la que se instala en Córdoba, vende ajos, cacahuetes y otros productos en la Plaza de la Corredera, sin licencia y huyendo constantemente de la Policía Municipal. Durante ese periodo hace de recadero por la Campiña de Córdoba. A los 16 años comienza a trabajar en la construcción.
- Ildefonso Jiménez comenzó a trabajar en Noguerones -provincia de Jaen- a la edad de seis años guardando ganado en un cortijo, sólo por la comida. Dormía allí. Esta tempranísima incorporación al mundo del trabajo le hizo desarrollarse físicamente, a los catorce años ya era capaz de ganar un sueldo "de hombre". Aprendió algo de lectura y escritura con un maestro que iba dando clases por los cortijos de la zona. En el servicio militar, que cumplió en el Estado Mayor, un soldado le enseñó a leer y escribir bien. Este afán por aprender lo siguió desarrollando en la cárcel, donde por las noches escribía en papel de fumar las noticias que desde el penal de Burgos se mandaban a "Mundo Obrero".
- Sebastián López González trabajó desde muy pequeño en Medina de Rioseco -Valladolid- en un horno de cerámica. La jornada de trabajo diaria era de diez o doce horas. En cuanto pudo emigró a Alemania. Antonio Leña Calero tuvo más suerte que los anteriores y pudo ser escolarizado normalmente hasta los 14 años, después trabajó en una fábrica -"La Porcelana"- y posteriormente marchó a Alemania en 1963.
El conjunto de la pequeña historia esbozada anteriormente nos muestra por lo general dos rasgos que estarían presentes en la experiencia de muchos trabajadores: una escolarización deficiente en su infancia, paralela a una incorporación precoz al mundo del trabajo, y una experiencia emigratoria que los marcaría en su condición de trabajadores desplazados, a la vez que les hacía contactar con realidades de zonas donde la actividad obrera era más acusada, o en países donde las libertades democráticas formaban parte de las condiciones normales de vida.
Su caso era similar al de muchos otros trabajadores de la construcción. Sin embargo ellos, como otros muchos que no aparecen en el relato, decidieron militar por distintas razones. Sus vidas, no obstante, ilustran en cierta medida lo que fue la infancia de muchos hombres que nacieron en las dos décadas siguientes al fin de la guerra civil. Seguramente, la militancia clandestina en organizaciones opositoras transformó finalmente lo que fue una inicial resistencia a condiciones adversas, en compromiso más o menos consciente de transformación de una realidad, que tan dura y precozmente habían conocido.
Cristianos descontentos
Otra serie de militantes obreros llegarían al convencimiento de la importancia de la militancia, a través de una reflexión ética y moral de origen cristiano.
- Fernando del Rosal eligió en un momento el convertirse en cura obrero, pese a que por sus orígenes sociales bien podía permanecer al margen del mundo del trabajo, ya que su familia estaba "bien situada" en Montilla. Esta incorporación al trabajo de albañil le causó algunos problemas. (Perdone el lector, pero me resisto a no incluir esta anécdota: Una vez llegué a renovarme el carnet de identidad y, claro, ponía sacerdote, pero extrañaba aquello de ir a pedir trabajo en una obra y que en el carnet pusiese sacerdote. Así que dije en Comisaría "mire usted, yo ya no soy sacerdote en el sentido de que no digo misa, yo no estoy en ninguna iglesia, yo no vivo de eso; mire usted, aquí están mis papeles de albañil, quiero que en el carnet me pongan ustedes albañil. Y entonces me dijeron: usted es sacerdote eternamente -in eternum-. !Pero hombre¡ una persona como usted, con estudios, cómo va a ser albañil?. Yo respondí: Jesús era trabajador. Y volvieron a responderme: Jesús era trabajador porque no tenía estudios).
- También Antonio Amaro Granados tenía un origen acomodado. Estudió desde muy pequeño para sacerdote ingresando a los once años en el seminario, donde permaneció hasta 1968, fecha en la que es expulsado. En Sabadell tuvo contactos con curas obreros y adquirió una forma de entender el cristianismo fuertemente ligada con elementos de conciencia social. En 1971 comienza a trabajar en Vallecas, estableciendo relación con miembros de las Comisiones Obreras Juveniles y comenzando a militar. Trabaja en una empresa de prefabricados de la construcción, siendo despedido a consecuencia de una huelga. Después ejerce como peón de albañil en Madrid, donde participa en el movimiento huelguístico de 1971-1972. En un principio trabaja a favor de "los pobres" pero, al llegar a la conclusión de que la Iglesia favorece a las clases dominantes, se va acercando al marxismo. Una vez llegado a Córdoba ayuda a formar el "Grupo de albañiles", que después pasaría a llamarse Grupo Anticapitalista de Base (GAB). Finalmente, se incorpora a la OICE y deja el sacerdocio.
- También Diego Haba formaba parte de este mundo cristiano. Originario de Fuenteovejuna, sus padres eran de condición modesta. Estudió para sacerdote en el seminario, pero sin llegar a ordenarse, teniendo experiencia laboral en los hoteles de temporada y en Alemania. También militaba en el GAB otro compañero suyo en el seminario, Rafael Matilla. Ni Diego Haba ni Rafael Matilla llegaron a ordenarse como sacerdotes. Otros curas obreros que participaron en todo el proceso serían los de la Parroquia de Villarrubia, todavía en activo como sacerdotes. Como la mayoría de la militancia de origen cristiano, solían reunirse con los miembros del GAB.
- Un hombre que sin ser sacerdote tuvo una importante relación con los ambientes cristianos, fue Luis Massana Llorens. Nacido en Solsona (Lérida) no tuvo excesivos problemas en la infancia y su escolarización fue completa, realizando estudios de bachillerato y universitarios. Sin embargo, siendo estudiante de secundaria, durante los veranos de los años 1963-1965, fue a trabajar a Tarrasa en la construcción. Su contacto con la realidad que vivían los emigrantes, principalmente andaluces, comienza a despertar en él inquietudes sociales. De 1967 a 1969 estudia sociología en Madrid, carrera que decide abandonar para centrar su vida dentro del mundo obrero. En 1970 trabajó como mecánico en Berga, y alrededor de las movilizaciones contra el Consejo de Guerra de Burgos contactó con los grupos cristianos de aquella localidad catalana, ya que del movimiento obrero organizado no existía nada allí. Desde 1971 a 1973 milita en la JOC, donde "asciende" rápidamente llegando a ser responsable de Cataluña. Se enfrenta a la política de la jerarquía católica, y cuando es propuesto como responsable nacional de la JOC, no acepta el nombramiento. Al mismo tiempo que militaba en la JOC, entra en contacto con los Círculos Obreros Comunistas (COC), embrión de la futura OICE. En 1974 se traslada a Córdoba para fomentar la expansión de este partido.
El peso de la tradición
Algunos de estos hombres reciben la difícil herencia de los vencidos en la guerra. Sus padres o familiares habían militado en la izquierda o formado parte del Ejército Republicano, e incluso estuvieron ligados a la guerrilla.
Ernesto Caballero tuvo desde pequeño la conciencia de haber heredado la lucha de sus padres y, asimismo, de formar parte de esa lucha. Su padre, Julián Caballero, fue uno de los fundadores del PCE en Villanueva de Córdoba y alcalde de esta localidad durante la guerra. Casi al final de la contienda luchó en el Ejército Popular, y tras la derrota de éste, pasó a organizar la guerrilla que operaba en el norte de Córdoba, muriendo en un enfrentamiento con la guardia civil el 11 de junio de 1947.
Las represalias por la actividad del padre y por la pertenencia de la madre al PCE fueron continuas y marcaron las primeras experiencias de su niñez. El padre de Ildefonso Jiménez (Julián Jiménez Aguilera) era un militante socialista que fue presidente de una cooperativa en Alcaudete -Jaen- durante la guerra, aunque casi al final de ésta estuvo luchando en el frente de Madrid. Al finalizar la contienda es condenado a muerte, pero por intervención de un familiar amigo de los dueños de una fábrica expropiada durante el periodo de guerra, es sacado de la cárcel. Sin embargo, esto no le evitó numerosas palizas a manos de la guardia civil y murió en 1951. Las relaciones entre Ildefonso y su padre fueron fluidas. Dado que aquel mostraba inclinación a la política desde muy pequeño, su padre estableció una buena comunicación con él, siendo las más de las veces "un buen amigo", aunque en la inmediata posguerra procuraba "frenarlo" en sus inclinaciones debido a la situación generalizada de miedo. Antonio Leña Calero nació en 1938 y apenas conoció a su padre que luchó voluntario en el bando republicano y murió en la guerra. Su madre era de izquierdas aunque no militaba y recuerda haber escuchado numerosas veces "La Pirenáica". Germán Ramírez Aranda tuvo un padre socialista que fue represaliado en 1938, siendo condenado a muerte y habiendo estado encarcelado en Burgos, al salir de la cárcel escuchaba también la radio clandestina del PCE junto a su hijo. Antonio Perea Torres recibió de su padre el rechazo anarquista por los curas y, posiblemente, parte de su rebeldía, además de un gran interés por la lectura.
En líneas generales, parece que el peso de las tradiciones familiares fue muy importante en la llegada a la militancia de algunos de los líderes de la huelga. No todos los militantes llegaron a ésta por los mismos caminos, pero parece que el compromiso fue especialmente fuerte entre aquellos que, como Ildefonso Jiménez, compartieron tanto el peso de la tradición familiar, como la realidad de una infancia muy dura. Su militancia fue temprana y su importancia en los hechos que narramos grande.
Finalmente, y como hemos tenido ocasión de ver esbozado en páginas anteriores, existía en estos hombres un notable interés por "aprender", por perfeccionarse en sus conocimientos y poner éstos al servicio de la causa por la cual luchaban. Quizás aquellos militantes que poseían una formación de tipo universitario, como los sacerdotes obreros o Luis Massana, tenían un mayor nivel de conocimientos generales; pero tampoco debe desdeñarse el inmenso esfuerzo que hombres como Ildefonso Jiménez o Antonio Perea Torres tuvieron que hacer para formarse. Recordemos cómo Ildefonso Jiménez aprovechó todas las ocasiones que se le presentaron para intentar aprender todo aquello que la vida le había negado en principio.
El "partido" y las diversas organizaciones en las que militaban estos hombres procuraron en todo momento ir perfeccionando sus conocimientos. La lectura y la discusión se convirtieron tanto en un deber como en una afición. Independientemente del dogmatismo de algunas discusiones o de lo limitado del área del conocimiento elegida, lo cierto es que estas prácticas hicieron por lo general de estos hombres, unos hombres "preparados". En tal producto final confluyeron varias "Hambres de saber históricas"; por un lado, el viejo combate de las organizaciones y del movimiento obrero cordobés por recuperar "el saber" -en manos de los ricos- para hacer de él un arma de combate, tradición que posiblemente estaría presente en sus mentes desde sus primeros pasos en el mundo del trabajo y de los "mayores"; por otro lado, esta vieja tradición histórica se complementaba con su rabia personal, sin la cual posiblemente no habrían alcanzado los notables grados de formación que finalmente alcanzaron ( Ildefonso Jiménez fue posteriormente concejal del Ayuntamiento de Córdoba; Ernesto Caballero ha sido diputado en varias ocasiones; Francisco Povedano Cáliz fue secretario general de la Federación Andaluza de la Construcción; Alfonso Nieto Alcántara es secretario provincial del sindicato de Construcción de CC.OO.; Antonio Delgado Eslava ("Gabardina") terminó Economía; Germán Ramirez Aranda es Graduado Social y gerente de la empresa SADECO; Cándido Jiménez también fue concejal; Luis Massana estudió Historia y es director de un colegio municipal de Formación Profesional en San Sadurní De Anoia; Fernando del Rosal dio clases de Filosofía en un instituto; Antonio Perea Torres ("Cahue") es presidente del Ateneo de Córdoba... y todos ellos, más muchos que no aparecen en esta lista, tuvieron y todavía han tenido que tomar muchas decisiones que involucraban e involucran a cientos y miles de hombres y mujeres). Y hubiesen sido, al menos en el caso de los que no pudieron estudiar en su infancia y adolescencia, unos hombres con una cierta vergüenza de sus desconocimientos.
Referencias y enlaces externos
- Sindicalismo y transición
- "Que llenan nuestro universo". Recuerdos de Rosa Aguilar
- La Asamblea de Parados
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