Valerio Molina García

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Valerio Molina García
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Presbítero

Nacimiento: 15 de agosto de 1950
Pozoblanco
Fallecimiento: 17 de junio 2012
Córdoba
Actividad: Consiliario del Movimiento Junior de AC, Consiliario HOAC y Párroco Virgen de Linares

Contexto histórico

Décadas: 1970 - 1980 - 1990 - 2000 - 2010

Valerio Molina García, sacerdote presbítero, nace en Pozoblanco, Córdoba el 15 de agosto de 1950.

Datos biográficos

Ingresa en Seminario de San Pelagio, terminando sus estudios de teología en el Seminario de San Telmo de Sevilla. Recibe sus órdenes sagradas por el obispo José María Cirarda Lachiondo el 25 de junio de 1975.

Su labor pastoral la desarrolló como coadjutor en la parroquia Virgen de de Linares de Córdoba, fue nombrado Vice-Consiliario y después Consiliario del Movimiento Junior de A.C. desde el año 1975 hasta 1980. Igualmente desempeñó desde el año 1978 al 2004 las siguientes responsabilidades pastorales: Consiliario de la HOAC y Consiliario Diocesano de Pastoral Obrera y Miembro del Consejo Presbiterial. Profesor de religión en el I.E.S. Trassierra. Asimismo en el año 2004 fue nombrado párroco de la mencionada Iglesia Virgen de Linares, cargo que desempeñó hasta su muerte el 17 de junio de 2012.

Perfil

Tuvo una formación acorde con los dictámenes emanados del recién concluido Concilio Vaticano II, ello le permitió el tener la experiencia de convivencia con otros seminaristas y profesores en un piso de Sevilla. Este hecho marcaría su visión del sacerdocio, mediante el cual, se rompía las formas que no estaban encarnadas con los tiempos que se vivían.

Valerio, por su sencillez, nunca ostentó su estatus como cura, de esta forma impedía poner distancia entre él y sus interlocutores, por lo tanto, todo el mundo lo tuteaba. Nunca le gustaba el protagonismo estéril ni alabanzas vanas. Fue un cura navegante en mares impetuosos, comprometido con los más humildes, en especial con el mundo obrero, por ello daba testimonio profético, al participar en las muchas manifestaciones por el paro, las mejoras sociales y la igualdad.

Como profesor de religión en sus aulas se respiraba libertad, dado que sus enseñanzas únicamente tenían como guía la figura de Jesús de Nazaret y su Evangelio. Tanto alumnos como profesores lo tenían por ser una persona cercada, humilde y alegre por su amor y coherencia de vida.

Su labor como párroco fue de un autentico guía evangélico, nunca imponía, (aunque tuviera un fuerte carácter, carcajada sonora y conversación chispeante) sólo proponía y orientaba hacia las acciones que favorecieran a los más pobres de su barrio obrero. Sus homilías estaban llenas de sentido y autenticidad, dichas con un lenguaje llano y cercano hacia la Comunidad Parroquial.

Valerio fue una persona conducida por la oración y como centro ponía la Comunidad Eucarística Dominical, todo dirigido y encarnado hacia los más marginados de la sociedad.

Testimonios

Se recogen parte del escrito de su compañero y amigo Santiago Baena Jiménez dirigido a los amigos y feligreses de Valerio.


«[...] En ti no existía dualismos religiosos, ni apetencias jerárquicas. Amaste a todos ser humano sin distinciones ideológicas, sociales o religiosas….Tu testimonio me lo ha dejado claro. Ahora, nos toca aplicarlo a los que somos compañeros de sacerdocio. Sin duda tus feligreses y militantes obreros cristianos levantarán sus voces para reivindicarte siempre, como el obrero humilde y sencillo que has trabajado con tesón y seriedad en la Viña del Señor. Tu laboreo en la tierra se acabó, pero las semillas sembradas por ti con la fuerza del Altísimo seguirán creciendo y darán los frutos deseados.»


Del escrito publicado en el Obiturio del Diario Córdoba con fecha de 18 de junio 2012, se entresacan las siguientes frases aportadas por HOAC de Córdoba:

«[...] Pero no ha muerto. Ahora vive más, está más, se siente más. Ahora Valerio es más Valerio, más testimonio, interpela más y nos acompaña más... Toda la vida. Su resurrección ha empezado ya. En cada fracción del pan. En cada reunión de la HOAC, en cada manifestación por la dignidad de la persona. En cada ficha de dominó, en cada gesto de solidaridad, en cada oración que celebramos en la intimidad.... está resucitado ya. Adiós Valerio. Gracias por haberte cruzado con nosotros. Gracias por seguir vivo entre nosotros. Gracias.... y hasta mañana en el Altar.»

Comentarios escritos y verbales de amigos y feligreses de Valerio:

Fue coherente con sus planteamientos, procurando una distancia mínima entre lo que pensaba, decía y hacía. Esto le provocó más de un dolor de cabeza.

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Fue un sacerdote de los que acompañan.

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No se andaba por las ramas, encarnaba el realismo, el humanismo, la sencillez y estaba abierto a la evolución de las ideas y de la Iglesia en pos de un mundo mejor.

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Destacó su concepción de un cristianismo al servicio de los desposeídos.

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Fue un cura atípico en su indumentaria, pues nunca se le vio con tirilla, iba con zapatillas deportivas y vestimenta humilde montado en su bicicleta; su físico era llamativo al portar un destacado bigote.

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Era crítico con la Iglesia Institucional que ejerce poder y privilegio en la sociedad, siendo partidario de decir en el seno de la misma sus desviaciones del Evangelio y así poder ser ejemplo en el seguimiento de su fundador Jesús de Nazaret.

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