Epidemia de 1834

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La epidemia de cólera morbo de 1834 en la provincia de Córdoba viene asociada a la sequía y la crisis de subsistencias de 1833, que se prolongaría hasta 1837, por lo que la Primera Guerra Carlista habría que inscribirla en un periodo de crisis económica y social. En 1834 la Junta Superior de Andalucía de Sanidad ordena la incomunicación de las localidades de Priego de Córdoba y Benamejí por la aparición de una epidemia de cólera morbo.[1]

Castro del Río

Hacia junio de 1834 la epidemia ataca Castro del Río, asociada a la sequía de 1833 y las escasas cosechas. El cólera morbo contagió a más de 1.600 personas en la población, de las que fallecieron 663 personas, un 8% de su población aproximadamente.[2]

Montilla

En mayo se prohíbe la salida de granos de Montilla y se conoce la protesta del propietario Antonio de Alvear que escribe al Jefe político de la provincia sobre el precio de la fanega de trigo (57 rs.), cuando el sueldo de un jornalero no pasa de 3 rs. al día. El Ayuntamiento de Montilla acuerda la venta de 22 fanegas de tierra de la Rejoya y Tejarejo, que eran bienes de propios. En julio se hacen rogativas por la sequía y el cólera morbo.

En septiembre de 1834 Montilla es víctima de la epidemia. El invierno de 1835 fue trágico. Tras el verano de 1835, la recolección de la nueva cosecha traería el final de la epidemia y la normalización de la situación sanitaria.

Puente Genil

La epidemia tiene su origen en Miragenil y La Puente de Don Gonzalo y el 19 de abril de 1834 se decreta el confinamiento de las localidades limítrofes, incluida Montilla, que queda aislada.[3] En efecto, en el Cabildo de 3 de septiembre de 1833 se da cuenta de “las funestas noticias que corrían de hallarse el cólera morbo en la ciudad de Huelva y otros puntos”. Como primera medida se constituye la Junta de Sanidad, que se ampliará poco después, y se decide la compra de arroz y fanegas de garbanzos por si hubiera que disponer de ello. Además, entre 1825 y 1835 se verifica una enorme sequía (en 1825 y 1826 no llovió nada), lo que propicia una emigración numerosísima y un aumento de las necesidades. El fallecimiento del rey Fernando VII el 29 de septiembre de 1833 acentuó el nerviosismo. El 22 de octubre la Junta de Sanidad acuerda el empiedre de las zonas encharcadas y sitios pantanosos, obligando a empedrar sus puertas a los vecinos que no las tuvieran. El 6 de noviembre de 1833 Antequera ya estaba contagiada.

El 2 de abril de 1834, el sacerdote José Vitor Ibarra en una carta a su hermano reconoce que la causa de la muerte del niño Martín pudo ser el cólera. Durante la Semana Santa de 1834 la enfermedad se expande sin control.

El 15 de mayo de 1834 el Gobernador Civil de Córdoba anuncia que en la capital y demás pueblos de la provincia se disfrutaba de completa salud y que en las villas de Benamejí y La Puente de Don Gonzalo se había cantado el Te Deum por haber desaparecido la enfermedad. A finales de aquel mismo año, no obstante, hubo una nueva invasión de la epidemia, peor incluso que la primera.[4]

El médico de Puente Genil, el doctor José Reyes González, condecorado después por sus servicios durante la epidemia, escribirá un opúsculo sobre lo observado en 1833 y 1834.

Referencias

  1. Efemérides históricas de Priego y aldeas, en el periódico Adarve, 2016.
  2. LÓPEZ VILLATORO, Francisco: La villa de Castro del Río 1833-1923. Córdoba, Diputación Provincial de Córdoba, 1993.
  3. Juan Carbonero López, cura párroco de Miragenil... y la epidemia colérica de 1834, en el blog Pontano Ilustres.
  4. ESTEPA GIMÉNEZ, Jesús: Aportación al estudio de la disolución del régimen señorial: Puente Genil 1750-1850. Puente Genil, 1980.

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