Las dos Voces de Diario Córdoba
Contenido
Las dos Voces de Diario Córdoba:
La Voz, fundada en 1920
La Voz, la fundada en 1920 con dos ediciones diarias, fue uno de los periódicos locales de más entidad y difusión con los que contó la ciudad de Córdoba en la década de los años 20 y 30 del pasado siglo.
El periódico pasó por distintas etapas. Inicialmente propiedad de empresa particular, que por dificultades financieras vende a la Unión Patriótica, partido formado para apoyar la política del General Primo de Rivera y en 1929 fue vendido de nuevo en pública subasta a la familia Cruz Conde quienes en 1931 pactan su venta pasando La Voz a manos de un grupo de republicanos radicales partidarios de Alejandro Lerroux, del que era su máximo exponente en Córdoba Eloy Vaquero.
Entonces se le añadió el subtítulo de Diario Republicano y se encargó su dirección a Pablo Troyano Moraga, presidente a la sazón de la Diputación Provincial cordobesa, aunque gran parte de la responsabilidad del periódico gravitaba sobre el periodista y también poeta Eduardo Baro Castillo.
Ejerciendo la bestial violencia desencadenada en aquellas fechas, las instalaciones de la empresa La Voz, fueron asaltadas y sometidas a silencio por el contundente imperativo de las armas la tarde del 18 de julio de 1936 y, días después, su director fue fulminantemente ejecutado por el hecho, entre otras cosas, de serlo.
Así La Voz cambió otra vez de propietario pero esta vez de forma violenta. No fue por la vía de la subasta, como lo consiguieron los Cruz Conde, ni como un producto en rebajas como lo lograron los republicanos radicales. Esta vez había sido sencillamente un robo con violencia.
El 2 de octubre de 1936 sin que mediara ningún acuerdo empresarial ni nadie a quien dar cuenta salió el primer número de Azul quedando así reconvertida de hecho y sin ningún derecho La Voz en el diario falangista Azul que se encargó de teñir todo de su color.
La otra Voz (1981)
La Voz de Córdoba, la que recuperó la primera y violentamente silenciada cabecera de 1936, nace por la necesidad de diversificar y enriquecer la oferta informativa periodística en la Córdoba de los ochenta entonces única y monopolizada por el Córdoba de los Medios de Difusión del Estado.
La Voz de Córdoba de 1981 se monta, según declara su primer editorial, sobre
Tres pilares:
El primero, una información veraz y objetiva que nos acerque a la realidad social, política y económica que estamos iviendo. El derecho que todo ciudadano tiene a estar informado es algo casi universalmente admitido. Pocas cosas hay tan perjudiciales al hombre como una información parcial o tendenciosa. Y en este campo, pretendemos prestar atención preferente a los problemas y dificultades de nuestra capital y provincia, que constituyen nuestra más inmediata realidad y con la que directamente podemos contactar. En segundo lugar la opinión del propio diario, formulada periódicamente en editoriales de fondo que intenten comprender los problemas y las causas que los originan. Quizás una de las tareas más importantes que hoy tenemos por delante sea esta de re-politizar a los ciudadanos para que no deserten de sus deberes como tales. En tercer lugar, la opinión personal y plural de todos los cordobeses que tengan algo que decir a sus conciudadanos. En este apartado pretendemos ser totalmente abiertos, tolerantes, pluralistas, por lo que, consecuentemente, publicaremos también artículos con los que discrepemos. |
El popular accionariado de La Voz de Córdoba que integraron unos 2.500 accionistas logró publicar el diario durante tres años sorteando infinidad de obstáculos y enormes dificultades financieras, logrando llegar al objetivo de acceder a la subasta pública del Diario Córdoba de los Medios de Difusión del Estado.
Integración (1984)
La empresa Diario Córdoba S.A. guarda una doble conexión en su historia con ambas "voces". Sobre la primera se construye su origen y a través de la segunda accede a su transformación en entidad de carácter privado. Aquella antigua Voz, suprimida militarmente al inicio de la Guerra Civil, es la empresa originaria del Diario Córdoba. Empresa que denominada como Azul se publicó entre octubre de 1936 y julio de 1941 por la entonces hegemónica Falange, pasando ese 1941, a denominarse Diario Córdoba estrenando la nueva cabecera CÓRDOBA el 25 de julio como perteneciente ya a los Medios de Difusión del Estado, donde permaneció durante más de cuarenta años, hasta su adquisición en pública subasta el 27 de enero de 1984 por la entidad Norinfor S.A. integrada, entre otros, por un grupo de fundadores y accionistas de Informaciones Cordobesas S.A. editora de La Voz de Córdoba.
Los nuevos propietarios de diario Córdoba prioritariamente interesados en mantener vivos los principios que inspiraron el nacimiento y desarrollo de La Voz de Córdoba consiguieron, mediante una operación digna de análisis y estudio empresarial, integrar la totalidad de la plantilla periodística y administrativa de La Voz en el nuevo Diario Córdoba logrando además saldar todas las deudas acumuladas en la historia de la empresa editora, quebrada de hecho, que ascendían a más de 44 millones de pesetas. Fue la preocupación social de los socios iniciales de Diario Córdoba quien mediante una auditada valoración de la cabecera, que entonces cesaba, la que hizo posible la operación de compraventa por el valor del mencionado pasivo acumulado a lo largo de los tres años de funcionamiento de La Voz.
En mayo de 1984 la plantilla inicial y el primer órgano de gobierno de Diario Córdoba S.A. coinciden con los mismos colectivos llamados a su extinción en La Voz de Córdoba. La Voz de Córdoba quedó así, de hecho, integrada en el reconvertido Córdoba que desde entonces pasó a poseer la titularidad de aquella cabecera que vio la luz por última vez el 12 de mayo de 1984.
La integración de La Voz de Córdoba en el seno de Diario Córdoba y la documentada titularidad de la inutilizada cabecera permitió la hibernación y desuso de la misma quedando, además, preservada de posibles riesgos de competencia u otras incidencias.
Evolución
El accionariado de Diario Córdoba ha ido evolucionando desde aquella época y a lo largo del tiempo transcurrido se producen importantes cambios en su composición hasta la total desaparición de los accionistas iniciales que protagonizaron su adquisición en subasta y el coordinado cese de La Voz con el nacimiento de Diario Córdoba como empresa privada.
Fue en el año 1997 cuando Cajasur adquiere un 30% de títulos junto a Prensa Sur y con la complacencia de las autoridades autonómicas, consensuaron la alianza con el Grupo Zeta para que éste a través de Ediciones Primera Plana S.A. obtuviese una participación del 40% en Diario Córdoba y las otras empresas que componían el grupo, porcentaje que, pasado el tiempo, ascendería a la totalidad de los títulos.
Pérdida
Diario Córdoba, pese a continuar conservando su privilegiado nivel de difusión, puede que, alejado de los principios que determinaron su primera etapa de empresa privada, ha acabado perdiendo la propiedad de la cabecera de La Voz de Córdoba. Producto de una dejadez incomprensible y, en silencio, se ha permitido la pérdida de la amortizada titularidad de la cabecera que, ha recaído ahora en un ente tremendamente distante de los principios de pluralidad democrática que informaron la vida de las dos voces de este Diario Córdoba.
La historia a veces señala, como ahora, que los logros conseguidos en circunstancias adversas, con seriedad y mucho esfuerzo, pueden perderse o acabar destruidos, en la bonanza, simplemente por falta de sensibilidad, dejadez o frivolidad.
Muy cercana la fecha del centenario del nacimiento a la vida de Diario Córdoba los profesionales de la información no deberían permitirse silenciar la historia de las fundamentales voces que desde su génesis hasta su vuelta a la entidad privada han configurado su esencia. Quizás por ello convenga señalar que la segunda Voz, la surgida en 1981 recordando el nombre de la primera, nació reclamando la necesidad de funcionar sin silencios. Aquel “sin silencios” de la Voz fue el eslogan de lanzamiento de aquella aventura pero, en coherencia con el ilusionado compromiso de los fundadores, fue mucho más que un reclamo publicitario, fue toda una declaración de intenciones, fue la expresión de un consecuente compromiso.
Entonces, como ahora, la primera obligación, el primer y básico deber de los medios de información, no siempre ejercido, es el de informar de todo, informar sin interesadas restricciones, informar de lo que no interesa a los diversos poderes, informar, informar, informar sin silencios.
Puede que ahora, huir de los silencios, quizás pueda servir para reconciliarse con los restos, aún no del todo perdidos, de lo esencial.
Principales editores del artículo
- Gencor (Discusión |contribuciones) [7]
- Aromeo (Discusión |contribuciones) [2]