Plaza de la Corredera - 1 (Rincones de Córdoba con encanto)

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1. La capital
Rincones de Córdoba con encanto
Francisco Solano Márquez (2003)
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Plaza de la Corredera - 1 / El patio barroco recupera el color

Sentado junto a uno de los veladores que los bares extienden en la plaza de la Corredera, cuya reciente remodelación ha transformado en salón de estar un antiguo mercado, las envolventes fachadas de color transportan el viajero a finales del siglo XVII, cuando la plaza adquirió su aspecto actual. Ante una fresca cerveza, este marco sugerente invita a viajar con la memoria y la imaginación a través del tiempo para sumergirse en su historia y vicisitudes.

Así, el viajero puede evocar que la plaza actual es fruto de las obras realizadas entre 1683 y 1687 por el corregidor Ronquillo Briceño con el fin de embellecer el semblante arquitectónico de una explanada irregular, alinear sus fachadas y mejorar la seguridad de los espectáculos públicos. Se limitó a construir las crujías de fachada, con soportales en la planta baja y balconajes corridos de hierro forjado en las tres superiores, obras que costeó mediante festejos, préstamos, venta de sitios y aportaciones de los propietarios de las casas preexistentes, a los que permitió conectarlas con la nueva crujía. Los estudiosos consideran que constituye el primer ejemplo de plaza mayor cerrada, de ascendencia castellana y concepción barroca.

A simple vista no apreciará el viajero que el rectángulo de la plaza mide 5.525 metros cuadrados, ni que sus lados son ligeramente desiguales –112 metros mide el norte, 109 el sur, 35 el oriental y 37 el occidental–, pero sí puede entretenerse, mientras saborea la cerveza, en contar los arcos y balcones que se abren en las fachadas, a ver si son 61, incluyendo los dos de acceso, y 360, respectivamente. Por poco observador que sea el viajero apreciará asimismo que aquella remodelación emprendida a finales del siglo XVII no afectó a dos edificios de la vertiente meridional: la Casa del Corregidor y Cárcel, respetada por su valor artístico, y las llamadas casas de Doña Jacinta, que se opuso al derribo.

La Casa del Corregidor y Cárcel, edificio manierista en el que se aprecia la mano de Hernán Ruiz III, se había construido entre 1583 y 1586. La prisión permaneció allí hasta su traslado, en 1821, al Alcázar de los Reyes Cristianos, y veinte años más tarde el edificio fue adquirido al Ayuntamiento por el emprendedor industrial José Sánchez Peña, que instaló una fábrica de fieltros y sombreros, transformada más tarde por su hijo en mercado, antecedente del mercado cubierto. “Este edificio se construyó en el año 1583 como Audiencia y Cárcel. La ciudad de Córdoba lo restauró para mercado municipal en el año 1989”, reza una inscripción en el dintel de la puerta principal. La benefactora restauración ha devuelto a la fachada su noble aspecto original y ha restituido el escudo real.

En cuanto a las casas de la antigua Pared Blanca –tres pisos con dieciséis balconcillos cada uno, separados por columnillas toscanas, que tras la reciente restauración aumentan a veintidós–, la propietaria Ana Jacinto de Angulo se opuso al derribo argumentando su reciente construcción, y el propio rey Carlos II, al que recurrió, le dio la razón mediante real cédula.

Si el viajero tiene los años suficientes, recordará que hasta 1959 la plaza estuvo “oculta en su grandeza y profanada por un mercado de hierro”, según el historiador Torres Balbás, cuya construcción fue emprendida por José Sánchez Peña con aportación de capital francés. El nuevo mercado cubierto, cuya inauguración en 1896 presidió la imagen de la Virgen del Socorro, importó 409.467,23 pesetas; tenía una longitud de 91 metros y una anchura de 36, es decir, 3.276 metros cuadrados, y disponía de 400 puestos.

Terminada la concesión administrativa el alcalde Antonio Cruz Conde emprendió su demolición en 1959. Para reemplazarlo se construyó un mercado subterráneo, cuya excavación permitió el hallazgo de los valiosos mosaicos romanos que hoy puede admirar el viajero en el salón principal del Alcázar de los Reyes Cristianos. Tras la demolición del mercado, el arquitecto municipal Víctor Escribano Ucelay suprimió el enfoscado de las fachadas de la Corredera y dejó el ladrillo visto, al estimar que así habían estado originalmente, pero en la última reforma sus colegas le han rectificado, y el ladrillo ha recobrado el enfoscado, pintado en suaves tonalidades de rojo, verde y ocre, propias de época barroca.



Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

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