Las Ermitas de Córdoba y el monumento al Sagrado Corazón de Jesús

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Recuerdos Cordobeses [1]

Monumeto al Corazón de Jesús

Hemos elegido como tema de nuestro comentario, el de nuestra incomparables Ermitas, que como todos saben, desde tiempo inmemorial, campean en una de las más bellas lomas de la sierra cordobesa. Vamos a referirnos algunos hechos y costumbres de los viejos ermitaños que moraban en aquel desierto de recogimiento y soledad , haciendo también una amplia mención, dentro de los lógicos límites de espacio, de unos de los hechos de mayor relevancia acaecidos en nuestro tiempo, que tuvo lugar el 24 de octubre de 1929, festividad de nuestro Arcángel Custodio San Rafael y que consistió en la inauguración y bendición por nuestro entonces obispo don Adolfo Pérez Muñoz, del grandioso monumento al Sagrado Corazón de Jesús, junto con los hermanos ermitaños Cristóbal de San José, Candido el portero, Emeterio de la Santísima Trinidad, Juan de la Purísima Concepción, Serapio de la Cruz , Mateo de Jesús Sacramentado, Pascual de Nuestra Señora de la Soledad y Rafael de Nuestra Señora de Loreto.

Independientemente de los trabajos agrícolas que ellos mismos llevaban a cabo en el cultivo de la huerta, cuidados y conservación del olivar, recogida de cosecha de aceitunas ect., también hacían trabajos manuales confeccionando Rosarios y otros motivos religiosos que corrientemente repartían entre sus bienhechores, que lo eran en gran número de cordobeses, ya que una buena parte de sus necesidades las cubrían con las limosnas que recibían.

Con alguna frecuencia y corrientemente en número de dos, descendían a la capital, siempre acompañados de dos mulas de carga en las que en determinadas ocasiones traían algunos productos de su propia cosecha y que cargaban a su regreso con los adquiridos u obtenidos por limosnas. Tenían su punto de parada en una vieja casa ubicada en la Puerta de Osario que les tenía gratuitamente cedida su propietario y en las que además de un pequeño almacén, en la parte superior contaban con unas habitaciones que eran ocupadas por los que temporalmente padecía alguna enfermedad que aconsejaba su separación de la comunidad y trabajos cotidianos hasta su recuperación.

Una de las más curiosas efemérides que recordamos de aquellos populares ermitaños, es sin duda, la cristiana y humanitaria costumbre de suministrar a los pobres la comida de medio día, por lo que a diario subían en regular número aquellas pobres gentes desheredados de la fortuna, a cubrir tan imperiosa necesidad. Al llegar por el camino viejo de Las Ermitas, a la altura del inicio de la conocida por Cuesta del Reventón, ascendían casi en línea recta en dirección a la fuente por un atajo construido por ellos mismos, como consecuencia de lo cual fue bautizado y aún sigue siendo conocido por Cuesta de los Pobres, que aunque muchos más pendiente y escabrosa que la del Reventón, acorta la distancia en una buena parte.

Salvo muy raras excepciones, la comida consistía en el clásico potaje de habas de su propia cosecha, convenientemente condimentadas y que era repartido en unos librillos de barro, en cada uno de los cuales depositaban la ración para cuatro comensales. Queremos reseñar como dato curioso, que todos los días de la semana habían de ir los pobres provistos de su ración de pan, a excepción de los sábados que también les era suministrado por los Ermitaños. Insertamos una muy antigua fotografía que recoge el momento del reparto de comida a los pobres de la época.

Como cariñoso recuerdo de esta original costumbre, en la actualidad, la Asociación Amigos de las Ermitas, cada primavera junto con la Fiesta a su Patrona Nuestra Señora de Belén, celebra la conocida por Fiesta de las Habas que consiste en el reparto entre los asistentes de gran cantidad de habas exquisitamente condimentadas. La fiesta en su conjunto resulta de una gran belleza y colorido, siendo infinidad los cordobeses que asisten a la misma disfrutando de un feliz día de campo en tan singular y bello paraje. Vamos ahora, como indicamos principio, a la gran fiesta de la inauguración y bendición del monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Se haría excesivamente extenso este comentario si fuéramos a plasmar en él todos los pormenores que concurrieron en tan grandiosa festividad cristiana. Vamos por tanto a recoger los datos y circunstancias que consideramos de mayor relieve e interés, en relación con la misma.

Tuvo lugar precisamente un día tan señalado para Córdoba, como es el de la festividad de su Arcángel Custodio San Rafael y pese a haber amanecido un día triste de otoño amenazando lluvia, no fue óbice para que los cordobés subieran a las alturas, contribuyendo con su presencia el mayor esplendor de la fiesta. Aunque fueron utilizados diversos medios de transporte, la gran mayoría lo hizo a pie. Como dato informativo diremos que según estimaciones de la autoridad municipal, superó los 25.000 el número de asistentes al acto, sorprendente cantidad, si tenemos en cuenta que el censo de población de Córdoba en aquella fecha era de 85.000 personas.

El inicio del día lo señalaron las campañas de la iglesia del Juramento de San Rafael que a la temprana hora de las cinco y media de la mañana comenzaron a repicar a todo ritmo, despertando e invitando a los cordobeses al magno acontecimiento. Desde esta misma hora empezó la peregrinación hacia Las Ermitas y sus aledaños que antes de las nueve de la mañana estaban ocupados en su totalidad.

Reparto de comida a los pobres

Desde la Ermita del Pretorio iniciando el paso superior del Viaducto del Pretorio como es conocido, inicia la avenida del Brillante, hasta el Cañito Bazán y desde éste a las Ermitas, era ininterrumpida la caravana de cordobeses que subían a pie entre los que figuraban los seminaristas que en gran número y en perfecto orden de marcha salieron del Seminario de San Pelagio a las seis de la mañana. También perfectamente disciplinados iban los Exploradores entonando su himno, las Escuelas del Ave María con su ensordecedor repique de tambores y también todos los alumnos del Colegio Salesiano. Los guardias municipales, Guardia Civil y de Seguridad estaban situados en lugares estratégicos del recorrido tratando de imponer el mayor orden en el desarrollo de la gran peregrinación. Por la carretera del Lagar de la Cruz ascendían toda clase de vehículos que se detenían a la entrada del camino de Las Ermitas por el que solo era permitido el acceso a los coches oficiales.

Fueron llegando todas las autoridades y a las diez de la mañana llegó el señor obispo desbordándose entonces el entusiasmo popular dando vivas al Sagrado Corazón de Jesús. A continuación fue oficiada por el propio señor Obispo una misa solemne terminada la cual, con Mitra y Báculo, procedió a la bendición del monumento. En la plática del señor Obispo, tuvo frases de elogio para el arquitecto señor Ramos Zapatero y el escultor señor Collaut Valera que llevaron a cabo la magna obra, haciendo también constar que la fiesta tenía para él un doble significado y que fue precisamente un día d San Rafael cuando fue nombrado obispo de la diócesis. Tras impartir la bendición a todos los asistentes, que fue recibida en medio de un silencio impresionante, tomó la palabra el entonces alcalde don José Sanz Noguer que tras agradecer a todos su asistencia al acto, dio lectura a estas dos cuartetas:


Sacro Corazón más dulce
que la miel es tu mandato.
Tu querer en yugo grato
por ser la Ley del Amor.
Tu voluntad soberana
como se cumple en el Cielo.
Hágase siempre en el suelo
que nada se hará mejor.


Si grandioso fue el acto que acabamos de reseñar en el que como queda dicho, dieron los cordobeses la medida de su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, el día que en principio era presagio de una jornada lluviosa, se mantuvo algo nublado y podemos decir sin temor a equivocarnos, que toda la falda de la sierra desde Las Ermitas hacia Córdoba, no se ha visto mas llena de colorido y belleza, ocupada por miles de personas que pululaban alegremente alrededor de las candelas que condimentaban los clásicos peroles. A la caída de la tarde y agotados por la larga e intensa jornada vivida, fueron regresando a sus respectivos puntos de partida con la satisfacción de haber contribuido al engrandecimiento de una efemérides que podemos considerar como de las más importantes que el pueblo cristiano cordobés ha vivido en este siglo.


Referencias

  1. . Rafael García Velasco en Córdoba en Mayo, año 1990 página 95

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