Piconero
Oficio de los que fabrican o venden picón, especie de carbón muy menudo, hecho de ramas de encina, jara o pino, que se emplea para los braseros.
Colocando la menuda leña en gavillas, se quema y después de cinco o seis horas se apaga con agua. Tras su secado está lista para ser depositada en sacos para su transporte.
La figura del piconero, jocino al cinto y borriquillo al paso, constituyó una de las imágenes cordobesas de más raigambre hasta mediados del pasado Siglo XX.
Tradicionalmente los piconeros solían vivir en los barrios de San Lorenzo y Santa Marina.
La fama de este gremio no se limita a la negra estampa propia del duro oficio que desarrollaban. Fueron hombres y mujeres ternes, que afrontaban las muchas dificultades de su oficio, las de su entorno y en general de la vida.
Los piconeros de Santa Marina, escribirían una de las gestas más gloriosas de la historia de Córdoba cuando, en 1368, liderados por el Jurado Aguilar, salieron a defender la ciudad del ataque de Pedro I “El Cruel”. Al respecto el poeta cordobés José María Rey Heredia escribió el siguiente romance:
- Allá en Santa Marina
- y San Lorenzo acudieron
- con sus hocinos y porras
- bandadas de piconeros
- cuyas pupilas brillaban
- en sus rostros casi negros.
- Domingón
- El Rubio
- Rafael Granados
- Lorenzo Romero
- Carpio
- Hinojosa
- El Nene
- El Berrío
- Antón Pedraza
- Castro
- Peporro
Uno de los últimos acontecimientos protoganizados por los piconeros en Córdoba, fue la organización de la casi segura última “becerrada de los piconeros” tradicional en la ciudad. Se celebró a beneficio de la restauración de la iglesia de Santa Marina el 17 de julio de 1955 donde actuaron como matadores los piconeros apodados Rafael Arias, “Chato de Gerardo”; Manuel Soro, “Ojos Negros”; Santos Gálvez, “Cara Ancha” y Antonio Pérez Rubiales “El Ronco” , acompañados en la cuadrilla por José Bejarano Martínez "Pepe Olla". En el festejo se rifó un magnífico chalet sito en la calle Marqués de Cabriñana, (Colonia de la Paz) de nombre “Villa Pepita”, con una extensión de 170 metros cuadrados y jardín. Tal fue el interés por la rifa y la actuación de los piconeros que se llenó el coso, aunque según las crónicas fue un verdadero desastre la lidia, siendo el principal protagonista "Pepe Olla".
Posiblemente en último piconero que existíó en Córdoba fuera José Pérez de la Haba que le venía de herencia familiar el oficio; aún a finales del siglo XX iba a la sierra y se traía algún saquillo de picón.
Anecdotario
- Se cuenta la siguiente anécdota del EL Manquillo, piconero de las Costanillas.
- El Manquillo compró en la “Feria de Ganao” un burro; el gitano que se lo vendió le dijo: - Está "garantizao".
- Por este motivo El Manquillo le puso de nombre “Garantizao”. Pero cual fue la sorpresa de éste, al ver que el burro no hacia nada por la labor de tirar de la carga. Ya le pegara o lo dejara sin comer, que el Garantizao no arrimaba el bulto.
- El Manquillo dijo al burro: - Te castigo a no quitarte los arreos, a ver si así, aprendes a trabajar. Y lo dejo en la cuadra bien "apañao".
- El “Garantizao” olió a una burra salía que había por allí, se fue a ella y la montó con todos los arreos encima. Al ver El Manquillo la operación se fue al encuentro del gitano y le dijo: - Con que “garantizo”. Este elemento no quiere na más que montar a la burra y de trabajar ni mijita.
- El gitano que tenía más tiros que una lata le respondió: - Hermano yo lo que te quería decir, es que está "garantizao" para montar a la burra, pues te he vendido el mejor follaor de la Fería.
- La relación de Rafael Molina Sánchez "Lagartijo" con los piconeros de Córdoba fue gratísima prueba de ello son estas anécdotas.
- 'Lagartijo fue compadre de la mayoría de los piconeros del barrio de Santa Marina, entre ellos “El Manano” o “El Pilindo”, él sólo ponía una condición que el futuro neófito se llamara Rafael, lo demás corría por su cuenta. Pues era el caso que su compadre el piconero "El Manano", tenía una capa muy vieja y Rafael al verla tan deteriorada le regaló una nueva; con este motivo se ocurrió a éste la siguiente broma.
- Llamó a unos amigos y le dijo: -Esta noche cuando salga de “El Manano” de su casa lo emboscáis y le quitáis la capa que ya se la devolveremos, pues quiero reirme con sus lamentos. Así fue, lo acecharon para quitarle la capa. Pero " El Manano" salió con la capa vieja. El que lo aguardaba con voz de bandolero le dijo: -¡La capa o la vida!. “El Manano” metiéndose las manos en el bolsillo sacó unas monedas y respondió al asaltante. -Tómala y estos cuartos "pa j´ilos". Como es de suponer “Lagartijo” supo de hecho y alabó la astucia de su compadre.
- Rafael Molina fue muchos años Hermano Mayor la cofradía de Jesús Caído, portaba éste en Semana Santa una túnica hecha de un capote del torero. Rafael iba todos los años detrás del paso acompañando a su Señor; se dio el caso, que estando la imagen el la puerta del Colodro, la voz de una mujer empezó a cantar una saeta con tal fervor y emoción que Lagartijo le preguntó al piconero Juan “Diablo” : - ¿Quién es “j´esa” que canta la saeta?. Juan le respondió: - “La Capirota” que “j´está mu” malita. Rafael conmovido le dijo: “Pue, golverle” el paso “pa” que la salve de la “cogía”. Una vez terminada la Carrera procesional Lagartijo con su estilo rumboso invitaba a todos los “Tizcaos” en la “Corsaria”, taberna ubicada en la calle Mayor de Santa Marina, y allí terminaban “la madruga” cantado y bebiendo Montilla.
- Era frecuente que cuando Lagartijo iba a torear a Madrid llevara a algún “tiznao” -llamese piconero- para que disfrutara y viera lo que era la Villa y Corte. Fue el caso que le acompaño en uno de esos viajes un tal “Retor”. Éste no se separaba de su paisano lo más mínimo imitándolo en todo. Si Lagartijo saludaba él hacia lo mismo, si mira a una guapa muchacha y la piropeaba el “tiznao” realizaba la misma acción. Se sentaron en un café y el maestro pensó divertirse socarronamente de su invitado al ver sus imitaciones. Llamó al camarero sin que se diera cuenta el “Retor” y le dijo: -Traiga dos “cortaos”, uno “pa” mi “templao” y el de mi “compare” caliente como “pa” “quita” el pellejo de la tripa. Volvió el camarero con los dos café, Rafael se lo tomó de un tirón, “Rector” como buen conejito de imitación hizo igual, de forma que salió seguidamente corriendo por la Gran Vía como si fuera un potro desbocado. Así estuvo un buen rato hasta que paso el fogonazo, volvió con la mano en la garganta y sin apenas poder hablar le dijo a Lagartijo: -¡Compare, tiés el gañote forrao de lata!.
Referencias
- Las Calles de Córdoba
- Los piconeros cordobeses de José Cruz Gutiérrez incluye estas soleares de 1982 obra de José Capdevila Orozco, donde se nombran emblemáticos lugares del barrio:
- A las claritas del día
- Por el “Jardín del Piojo”
- sale la piconería.
- Viene “El Mojino” cantando
- del Pretorio a Piedra Escrita
- va su picón pregonando.
- De la cintura “colgao”
- Lleva “El Manano” un jocino
- que al “Tornejo”, le ha “ganao”
- Borriquillo pericón
- deja a la rucha tranquila
- que derramas el picón.
y estas soleres de otros autores:
- Por Santa Marina entré
- salieron los piconeros
- que me querían comer.
- Por Santa Marina entré
- no hallé ningún piconero
- con el que poder beber.
- Que ya no existe el picón
- pues la vida piconera
- en un libro quedó
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