Riada de 1783

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La riada de 1783-1784 en Córdoba fue un evento catastrófico que afectó significativamente a la ciudad y sus alrededores. La inundación, que se produjo tras un mes de intensas lluvias y huracanes, alcanzó su punto álgido el 31 de diciembre de 1783. A continuación se ofrece una descripción detallada de los acontecimientos y sus consecuencias.[1]

Causas y Desarrollo de la Inundación

El desbordamiento fue precedido por un mes de diciembre caracterizado por fuertes lluvias y huracanes. La creciente se hizo evidente hacia la media tarde del 31 de diciembre, comenzando en el Campo de la Verdad y extendiéndose rápidamente por las Peñas de San Julián. En la ciudad, la crecida alcanzó la Cruz del Rastro, inundando hasta la tercera puerta de la calle de la Feria.

El agua cortó el paso desde la calle de la Pescadería hasta la del Potro, inundando las casas comprendidas entre el Amparo y el mesón del Potro. La calle Candelaria vio el agua subir hasta una altura de cuatro varas, mientras que en la calle del Baño la subida fue de seis a ocho varas. En el convento de Madre de Dios, el agua se encontró a un tiro de bala del río, y en el santuario de la Fuensanta, el agua llegó a la pila del agua bendita, lo que equivalía a una altura de dos varas.

Daños y Pérdidas

Los estragos causados por la riada fueron numerosos. Aunque la mayoría de los habitantes tuvo tiempo de ponerse a salvo, refugiándose en diversos lugares como la ciudad, la iglesia parroquial, la Calahorra o incluso en los cortijos de los Visos, hubo desgracias personales. Tras la creciente, se encontraron personas ahogadas junto a restos de enseres en la Alameda del Obispo.

Las pérdidas materiales fueron significativas. El agua dañó tanto las casas que muchas se hundieron, y también hubo pérdidas de ganado y productos alimenticios. Perecieron caballos, bueyes, cerdos y gallinas, y en las tiendas del barrio se perdió todo el suministro de semillas, aceites, vino, sal, jabón, entre otros.

La fábrica de muchos otros edificios también sufrió daños. La habitación alta de los molinos bajo el puente y parte del techado del molino de la Albolafia fueron arrastrados por la corriente. El puente de Alcolea se arruinó, impidiendo el paso del correo procedente de Madrid, y el Puente Mayor quedó gravemente dañado, siendo habilitado temporalmente con maderos y ramajes.

Consecuencias y Medidas

La crecida del río Guadalquivir provocó también el desbordamiento de varios arroyos, como el del Moro, que causó el hundimiento de un tramo de muralla en la Puerta de Andújar e inundó en gran medida el barrio de San Lorenzo. Además, el famoso caño Vecinguerra rebasó su capacidad, inundando aún más debido al agua procedente de la calle del Horno, lo que obligó al uso de barcas para evacuar a la gente.

En respuesta a estos acontecimientos, se clausuró temporalmente la puerta de Martos debido a los destrozos en la muralla. Para mitigar el desplazamiento del lecho del río y el riesgo consiguiente en la margen derecha, se programó la construcción del llamado murallón de la Ribera.

Este evento catastrófico dejó una huella imborrable en la historia de Córdoba, destacando la vulnerabilidad de la ciudad ante las fuerzas de la naturaleza y la necesidad de medidas de prevención y protección contra futuras inundaciones.



Referencias

  1. El Guadalquivir y Córdoba en el Antiguo Régimen. "MAIOR" Nº 2. Laguna Ramírez, Mª Concepción. Página 145-146

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