Lagartijo

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Rafael Molina Sánchez "Lagartijo"
Lagartijo VI.jpg

Matador de toros

Nacimiento: 27 de noviembre de 1841
Córdoba
Fallecimiento: 1 de agosto de 1900
Córdoba
Destacado: I Califa del toreo de Córdoba

Contexto histórico

Décadas: 1860 - 1870 - 1880 - 1890


Rafael Molina Sánchez "Lagartijo" nace el día 27 de noviembre de 1841 en el Barrio del Matadero. Califa del toreo.

Biografía

Hijo del banderillero, Manuel Molina "Niño de Dios", a los once años actuó por primera vez en una becerrada en la plaza de Córdoba y así conoció el mundo de los toros, participando en ese hecho el 8 de septiembre de 1851. Poco después Comenzó como banderillero, formando parte de una cuadrilla de niños cordobeses donde le pusieron el mote de Lagartijo, por su estatura y su carácter vivaz. Padre de Rita Molina Belmonte.

Trayectoria

Formó parte como subalterno en la cuadrilla de su paisano José Rodríguez "Pepete", ve como muere éste en el coso madrileño el 20 de abril de 1862 por el toro "Jocinero".

En el año 1862, forma parte de la cuadrilla de los Hermanos Carmona. Hasta el año 1865 se dedica a matar toros como sobresaliente, teniendo como matador a Antonio Carmona "El Gordito". No será hasta el 29 de septiembre de 1865 cuando éste le da la alternativa en la Plaza de Toros de Úbeda, mientras que la confirmación la obtiene el 15 de octubre del mismo año en la Plaza de Toros de Madrid.

En 1868 tiene los primeros duelos con Frascuelo, enfrentándose en valentía, que les llevaba desde tumbarse delante de un toro, hasta ser reprimidos por la presidencia por su temeraria actitud. A partir del año 1875, su toreo se convierte en más artístico, llegando a la cima del toreo, por sus conocimiento de la lidia y su perfección en la suerte final. Esto le llevó a ser conocido en Córdoba como el Gran Califa, título honorífico que en la actualidad comparte con otros cuatro matadores cordobeses bajo el nombre de Califas del toreo.

Durante los siguientes años es el gran torero de la época, aunque comenzando su declive en la mitad de los 80, época en la que concede la alternativa a Rafael Guerra "Guerrita" (1886) quien sería considerado su sucesor natural llegando a anunciar su retirada del mundo de los toros el año 1892, y ofreciendo cinco corridas de despedida en Zaragoza, Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid.

Última corrida de Lagartijo

En su último corrida del día del Corpus, el día 1 de junio de 1893, se encerró con 6 toros de la ganadería del Duque de Veragua, tuvo un pésimo resultado hasta el punto que tuvo que salir de Plaza escoltado por la Guardia Civil.

Desde la alternativa, toreó en 1.632 corridas (404 en Madrid) y el resto en provincias matando un total de 4.867 toros (894 en la Villa y Corte). Siendo considerado el primero de los V Califas que ha dado la tauromaquia cordobesa, por este motivo fue denominado con Lagartijo el Grande. El cronista Mariano de Cavia "Sobaquillo" es el que le aplica a Lagartijo la dignidad y jerarquía de ser el primer Califa cordobés.


Carácter del Lagartijo

Es necesario constatar que Lagartijo, no fue sólo un torero ejemplar, sino que también como hombre fue generoso, con elevados sentimientos humanitarios que le llevaron a remediar muchas necesidades, pues su corazón estaba abierto para todos aquellos que se acercaban a pedirle una ayuda. De carácter simpático y campechano, pues todo el mundo pretendía conseguir su amistad, a pesar de su rudeza heredada del ambiente en que vivió en la niñez. Le gustaba divertirse con sus amigos en especial los Piconeros, prodigando las excentricidades y bromas que eran acompañadas con frases y comentarios incisivos, todas realizadas con salero y casticismo cordobés.

Casó con la cordobesa Rafaela Romero Renedo de la quien enviudó sin hijos en el año 1882

El 1 de agosto de 1900 muere en su domicilio del número 10 de la calle Osario de Córdoba, siendo sepultado en el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud. En el año 2002 se le erigió un busto en la calle donde vivió.


Anécdotas y Dichos [1]

Archivo:Cronicadelamuertedellagartijio.jpg
Crónica de la muerte del Lagartijo en Diario de Córdoba

Hay infinidad de anécdotas sobre Rafael Molina, se cuentan la siguientes como representativas de las mismas.


  • Rafael tenía en su cuadrilla a un picador llamado "Juan el de los Gallos" el nombre le provenía por ser criador y aficionado a los gallos de pelea. Éste tenía uno de una categoría fenomenal, el maestro -también aficionado a los galos- estaba detrás de su piquero para que se lo vendiera, pero él daba largas al asunto. Un día estando picando “Juan el de los Gallos", tuvo una caída al descubierto, “Lagartijo” que estaba pendiente, antes de meter el capote para hacer el quite le dice a Juan: -¿Me vendes el gallo?. Hay varias versiones de lo que contesto el piquero a pocos centímetros de los pitones; la verdad fue que Rafael metió el capote y se llevó al astado. “Lagartijo” dijo al respecto: - Mi intención era salvar la vida de uno de mi cuadrilla, pero por si las moscas, le dije algunas palabrillas a Juan a ver si se ablandaba y me vendía el gallo.


  • Estado “Lagartijo” toreando el la plaza de San Sebastián tuvo una tarde desafortunada, el público le formó una gran bronca. Al ir a la barrera Rafael le dijo a su mozo de espada: - Coge los “trastes” y ahora mismo “pa” Córdoba. El mozo le dijo: -Rafael, primero tendremos que descansar, pues Córdoba está muy lejos. “Lagartillo” le respondió: - Lo lejos es esto, no Córdoba, que está en su sitio.


  • Otra tarde donde los astados le dieron a Rafael varios revolcones y una paliza descomunal, al terminar la corrida, su “mozo espa” le dijo: -Maestro lo siento, has “tenio” mala suerte. “Lagartijo le respondió: -La culpa es tuya por haberme puesto un traje de luces rojo, el toro se ha “figurao” que yo era la muleta.


  • Estando "Lagartijo" en un coso francés y viendo que el toro le iba a dar poco juego en la faena, se acercó a la barrera y le dijo a su cuadrilla. - Este toro os lo brindo a vosotros. Se fue al público y brindó con estas plabras: -Tengo el gusto de brindar la muerte de este toro a todos los extranjeros que se encuentran en esta plaza.



  • La relación de Rafael Molina con los piconeros de Córdoba fue gratísima prueba de ello es esta anécdota.Lagartijo fue compadre de la mayoría de los piconeros del barrio de Santa Marina, entre ellos El Manano o El Pilindo, él sólo ponía una condición que el futuro neófito se llamara Rafael, lo demás corría por su cuenta. Pues era el caso que su compadre el piconero "El Manano", tenía una capa muy vieja y Rafael al verla tan deteriorada le regaló una nueva; con este motivo se ocurrió a éste la siguiente broma.

Llamó a unos amigos y le dijo: -Esta noche cuando salga de “El Manano” de su casa lo emboscáis y le quitáis la capa que ya se la devolveremos, pues quiero reirme con sus lamentos. Así fue, lo acecharon para quitarle la capa. Pero " El Manano" salió con la capa vieja. El que lo aguardaba con voz de bandolero le dijo: -¡La capa o la vida!. “El Manano” metiéndose las manos en el bolsillo sacó unas monedas y respondió al asaltante. -Tómala y estos cuartos "pa j´ilos". Como es de suponer “Lagartijo” supo de hecho y alabó la astucia de su compadre.

  • Lagartijo siempre cuidó que en su cuadrilla estuvieran los mejores subalternos del momento, este comentario lo avala. Había en ese instante en el grupo, los cordobeses Juan Molina su hermano, Manene, Torerito, Guerrita y el Mojimo, como picadores el El Artillero y el de Alcalá de Guadaíra Manuel Calderón. Es el caso, que estando en el café Inglés de Madrid, que lo frecuentaba asiduamente cuando iba a la Villa y Corte, un conocido le dijo: - Mañana te aguardan en los corrales de la plaza un buen corridón. A lo que contestó Rafael con compostura a su contertulios: -"En estando “güenos” yo y mi gente, ya pueden “jechar”, si quieren los güeyes".


  • Como es sabido Lagartijo y Frascuelo eran toreros que se enfrentaban continuamente con sus artes diferentes en todos los ruedos. Un político malagueño queriendo comprometer a Rafael y a Salvador les preguntó cual de los dos era el mejor. Lagartijo dudaba en la respuesta, cuando resolutivamente atajó el dilema diciendo: -No le des más vueltas Salvador; los mejores “semos” tu y yo… y los peores, tu hermano y el mío. Hacía referencia a los subalternos Paco Frascuelo y Manuel Molina.
  • Lagartijo en la última etapa como lidiador, se negó torear en la Maestranza sevillana por motivo de unas campañas hostiles que unos individuos durante años hicieron hacia su persona mediante un linchamiento permanente. La última vez que toreó en Sevilla fue el 20 de abril de 1884, al terminar la corrida, se fue a la Fonda Los Emperadores, de una forma apresurada se desnudó y rápidamente se marchó a la estación de Córdoba, donde aguardó la llegada del tren mixto que lo llevara a su ciudad natal. Al despedirse de unos amigos que lo acompañaron al andén lacónicamente y con voz apagada dijo: -No "atorero" “ma” en Sevilla… ¿Qué he “jecho” yo “pa” que me traten así?..... Prueba de ello fue que en el año 1893 como despedida de matador de toros efectuó cinco corridas de despedida por las principales plaza de España no llegando a Sevilla.


  • Su amistad y admiración por Frascuelo -su rival en los duelo- la demostró con este hecho. Acudió Lagartijo a la plaza de Madrid -cuando ya se había cortado la coleta- en calidad de invitado por el Conde de Romanones para presidir una corrida Patriótica, en la que participaron diez espadas, entre ellos Guerrita y Torerito. Cuando iba para al coso montado en un coche tirado por cuatro jacas tordas, le advirtió un madrileño: -“ Qué bien va usted maestro”, él le contestó: -Es “verdá”, pero me falta “jargo”. Éste le interrogó: -¿El qué?.Dijo Rafael: -“El pobre “Sarvaó” aquí a mi "lao"... pues éste había fallecido el 8 de marzo se ese mismo año.


  • En unas fechas anteriores a su muerte lo visitó su pariente Rafael Bejarano Carrasco "Torerito" y le preguntó como se encontraba, a lo que contesto Lagartijo: -Prepara tu maleta, que vamos a “jacer” un viaje “mu” largo. Fallecido Rafael, a los cuatro meses murió Torerito.
  • En la plaza de La Malagueta le tocó en suerte a Lagartijo un toro llamado Cucharero de Anastasio Martín, grande hasta el punto de rascarse el hocico sobre la contera de la barrera sin tener que levantar su voluminosa cabeza, además estaba dotada de una asombrosa cornadura. Lo lidió como pudo, pues los muletazos eran a gran distancia, a la hora de matar el cornúpeta se llevó al desolladero hasta tres estoques; se puede decir que todos los asistentes a la corrida respiraron cuando dobló. Pues bien, el Califa pidió la cabeza como recuerdo, colgándola el su despacho. Comentaban que cuando llegaba a su casa con unas copitas de más se acercaba a Cucharero y con un bastón le daba diciendo: -¡Maldita sea la vaca que te parió!.
  • Estando en Zaragoza en el Hotel Universo coincidió con la Marquesa de Altavilla acompañado de un distinguido diplomático alemán, al que le prometió brindar aquella tarde una de sus faenas. Rafael dijo a la aristócrata: -Señora marquesa escríbame el nombre de su amigo en un papel, "pa” estudiármelo". Ya en el ruedo, en el quinto toro llamado Culebro de Cipriano Ferrer, se fue Lagartijo al tendido y expresó las siguiente frase: -Brindo por "oste", por la gente de su tierra y por las "güenas" mosas que tiene a su vera". Al parecer no pudo aprenderse el nombre del diplomático. Alguien al terminar la faena le preguntó sobre la identidad del brindado a lo que Rafael contestó:-No los sé. Es un “gachó dallá” arriba, que lleva sombrero blanco y tiene un nombre que no lo sabe “desí” ni la paloma “asú”. (La paloma azul era el ave de una leyenda antigua cordobesa).


  • Lagartijo era arrogante cuando veía que alguien lo intentaba menospreciar como persona. Ocurrió el siguiente hecho en el hotel donde se hospedabs en Valencia. Cuando volvía de torear, un rico lord inglés lo abordó: -Mister Lagartijo, ¿“osté” querer dar bordón de su vestido, para “mi” mostrar a las “ladies” inglesas? Rafael todo cortés y generoso arrancó una borla de de oro de su hombrera y se la dio al súbdito de su Majestad. Este no tuvo más idea que sacar unas monedas y dárselas como propina. A lo que Rafael se acordó de Trafalgar y le contestó: Con eso “señó” “Misló”, compra “osté” cotufas a las “miloras” que seguro será una novedad "pa" ellas.


  • Estuvo Lagartijo en la inauguración de la plaza de toros de la rue de Pergolesse en París, donde actuó en la tercera y cuarta corrida. No extrañó la distancia con su Córdoba, ya que todo fueron felicitaciones y acogidas, además se comportó como si en ella se encontrara por su rumbosidad a la hora de convidar. Tan en su propia tierra se sentía, que le dice a su hermano. -Juan, a estos “franchutis” no hay quien los “j´entienda”.
  • La generosidad de Rafael era una señal de identidad en él. Por motivos de una herida sufrida en Sevilla no pudo acudir a las fiestas de julio en Pamplona, donde le sustituyó Ángel López “Regatero”, quien al regresar a Madrid visitó al califa para hacerle entrega de los honorarios que había recibido. Agradeciéndole el gesto Lagartijo le dijo: -Con esos ocho mil reales te “j´aces” un vestido de “atorá”. Por supuesto la suma daba para mucho más.
  • En una de las visitas que el médico le realizó cuando estaba en su últimos días, Rafael abriendo mucho los ojos, le dijo:-Don José, me “paese” a mí “queste” bicho está “mu queao”.
  • Había un aficionado en Madrid que no se perdía una corrida donde toreara Lagartijo. Éste estaba siempre detrás del mozo de espadas del califa diciéndole: -Hombre dile a tu maestro que me brinde un toro. Tal era la insistencia del individuo que se fue el mozo a comunicárselo al maestro; éste accedió a la petición, y lo llamó diciéndole: -Mañana te brindo un toro. El aficionado en lugar de ponerse contento se entristeció, por lo que Lagartijo le dijo: -¿ No es tu mayor ilusión? Respondió el aficionado: -Si que es, pero cuando le devuelva la montera, que le puedo yo regalar ante los ojos del público. Rafael le replicó: -"J´eso está j´echo", toma mi "reló" de oro con la "caena" y cuando "deguelvas" la montera lo "j´echas" dentro. Se verificó el brindis. El mozo de espadas esta pendiente y cuando recogió la montera en vez de reloj lo que había era un papel que decía: -Ve a recogerlo al Monte de Piedad. Lagartijo se echó a reír y dijo: -J´este pillo lo quería "pa come". Su generosidad era a lo grande.


  • El Ayuntamiento de Málaga organizó una corrida de toros con motivo de la visita de Alfonso XII a esa ciudad. En dicha corrida actuó Lagartijo brindando al rey el toro “Brigadillo” con estas palabras: -Brindo por su majestad, por los malagueños y por las niñas bonitas. Rafael demostraba con es gesto los muchos piropos que durante su vida echó a las mocitas.


  • Paseando el Califa solo, entró a cenar al restaurante Lardhy. La carta que le presentaron estaba escrita en francés, - por su puesto el maestro desconocía por completo ese idioma- al preguntarle el camarero que deseaba, salió del apuro señalando al alzar con el dedo el plato deseado, que en su caso fue una sopa. Llegó el segundo y tercer plato e hizo la misma operación indicando con el índice los nuevos platos, de forma que apunto dos nuevas sopas. Al terminar el “maitre” le preguntó: — ¿Desea alguna cosa más el señor?. “Lagartijo” observó ciertas risas en el reservado para el personal del servicio, -él que no se les escapaba nada- le contestó: —“Pue” me voy a tomar una copita de “coña”, a mí, ¿sabe “osté”?, por la noche no “j´ay” quien me saque de mis tres sopitas y la copita.


  • Rafael Molina fue muchos años Hermano Mayor la cofradía de Jesús Caído, portaba éste en Semana Santa una túnica hecha de un capote del torero. Rafael iba todos los años detrás del paso acompañando a su Señor; se dio el caso, que estando la imagen el la puerta del Colodro, la voz de una mujer empezó a cantar una saeta con tal fervor y emoción que Lagartijo le preguntó al piconero Juan “Diablo” : - ¿Quién es “j´esa” que canta la saeta?. Juan le respondió: - “La Capirota” que “j´está mu” malita. Rafael conmovido le dijo: “Pue, golverle” el paso “pa” que la salve de la “cogía”. Una vez terminada la Carrera procesional Lagartijo con su estilo rumboso invitaba a todos los “Tizcaos” en la “Corsaria”, taberna ubicada en la calle Mayor de Santa Marina, y allí terminaban “la madruga” cantado y bebiendo Montilla.


  • En la plaza de toros de la Maestranza Sevilla había un mozo de caballos y arenero que cada vez que toreaba Lagartijo en la capital Hispalense, se colocaba detrás de él para ver ponerse el capote del paseillo y cuando se lo colocaba el califa con soltura y elegancia, exclamaba el sevillano con voz fuerte: -¡¡¡J´eres LA CUSTODIA!!!. A lo que Lagartijo le contestó en una ocasión: -“Po” no “j´es” la de “J´Arfe”.


  • A los pocos días de morir Lagartijo, se extendió por Córdoba la noticia de que a Rafael le había tocado la lotería con un premio gordo concretamente en el número 00019 al estar suscrito desde hacia muchísimos años a dicho décimos. La verdad sea dicha, - pues no hay datos fidedignos- se cuenta, que algunos familiar y amigos registraron la casa buscando dicho número, pero no lo llegaron a encontrar. A alguien se le ocurrió la idea de que podía estar en un bolsillo del traje del difunto, de forma que se cundió el rumor de que iban a desenterrar a Lagartijo para registrarlo. Todo quedó en rumores, persistiendo entre la gente el dicho: “Tienes más suerte que “Largartijo”, que hasta muerto le toco la lotería”.

Un investigador de toros cordobés, después de pasado los noventa años de la muerte del califa quiso descubrir el misterio, y se puso en contacto con la Delegación Nacional de Lotería en Madrid y desempolvando archivos y papeles dio con la solución. Era verdad que en las fechas en que acaeció la muerte del famoso diestro tocó la lotería en el número indicado con un premio menor, lo que es llamado por “pedrea”.


  • También se comentaba que cuando estaban amortajándolo un gran amigo y admirador, dijo ante el cadáver: - Rafaé fuiste un rico generoso y quiero que mueras rico. E introdujo unas monedas de oro en cada uno de los bolsillos de la chaqueta.


  • Esta anécdota fue muy sonada en Córdoba. Ocurrió, que una bellísima mujer fue a la calle Osario en la cual estaba ubicada la casa donde vivía “Lagartijo”; él mismo abrió la puerta y sin mediar palabra dicha dama le disparo dos tiros. Salió huyendo y se escondió en la Iglesia de los Dolores metiéndose en el confesionario. La bala chamuscó al maestro en el muslo derecho sin tener consecuencias. Cuando fue detenida por la policía “Lagartijo” dijo: -¡A "j´esa" señora que no le ocurra "na"!. Pues se dedujo de la actitud del califa, la sospecha, ¡ de qué sabe Dios !, que historia romántica podía traerse entre manos.


  • Estando unos amigos de Rafael en un reñidero de gallos o Círculo Gallístico, se presentó un cura y preguntó inquieto: -¿Cuándo llega Lagartijo?. Aguardó unos minutos consultando un reloj de oro y viendo que no llegaba el torero se manchó. Al poco, apareció Rafael Molina y dijo a los contertulios: -¿Sabéis quien "j´era j´ese" cura que "mestaba" buscando?. Le contestaron que no tenían ni idea. A lo que replicó el maestro: - J´era el mismísimo “Pacheco el bandolero”, que venía "disfrazao pa despista" a la justicia, "pue" me buscaba "pa" que le "j´ayudara" con dinero. Todos los presentes se quedaron petrificados.


  • Lagartijo llevaba siempre consigo una medalla del custodio de Córdoba San Rafael. En una corrida celebrada en Granada llegó más de un cuarto de hora de retrazó Al estar ya comenzada, el público lo recibió una espantosa pitada. La causa de dicho retrazo se debió a que se dejó la mella de San Rafael en la habitación de la fonda donde se hospedaba. Cuando iba camino de plaza se da cuenta que no llevaba consigo la imagen protectora diciendole al cochero: -Vuelve a la fonda. Su hermano Juan le dijo: -“Rafaé” ¿que te pasa?, no ves que llegamos tarde. El califa le contestó: -No pasa “na" importante, pero vamos otra vez a la fonda, porque “j´e olvidao” una cosa “mu” grande. Se ha “queao j´allí” el paisano, y sin él no salgo yo a la plaza por “to” le que vale “L´Habana”.


  • Era frecuente que cuando Lagartijo iba a torear a Madrid llevara a algún “tiznao” -llámese piconero- para que disfrutara y viera lo que era la Villa y Corte. Fue el caso que le acompaño en uno de esos viajes un tal “Retor”. Éste no se separaba de su paisano lo más mínimo imitándolo en todo. Si Lagartijo saludaba él hacia lo mismo, si mira a una guapa muchacha y la piropeaba el “tiznao” realizaba la misma acción. Se sentaron en un café y el maestro pensó divertirse socarronamente de su invitado al ver sus imitaciones. Llamó al camarero sin que se diera cuenta el “Retor” y le dijo: -Traiga dos “cortaos”, uno “pa” mi “templao” y el de mi “compare” caliente como “pa” “quita” el pellejo de la tripa. Volvió el camarero con los dos café, Rafael se lo tomó de un tirón, “Rector” como buen conejito de imitación hizo igual, de forma que salió seguidamente corriendo por la Gran Vía como si fuera un potro desbocado. Así estuvo un buen rato hasta que paso el fogonazo, volvió con la mano en la garganta y sin apenas poder hablar le dijo a Lagartijo: -¡Compare, tiés el gañote forrao de lata!.


  • Estaba Lagartijo con un grupo de amigos, entre ellos había un torero que alcanzó nombre, a éste se le cayó un duro de plata y estuvo revolviendo todo el local para encontrarlo. Rafael como era una persona desprendida con el dinero sacó de su bolsillo un billete de veinte duros y le prendió fuego diciéndole a su compañero: -Toma “pa” que te sirva de luz y si no lo encuentras te doy los veinte reales en plata.


  • En Córdoba hubo unos años que el paro obrero era una verdadera tragedia. Lagartijo preocupado por el problema ordenó hacer una cerca en su finca lo suficiente sólida como para que permaneciera en pie por largo tiempo. Contrató a varias cuadrillas de albañiles y una vez terminada llegó el encargado de la obra para liquidar con el Califa. Rafael le pregunta a éste: -¿ Y “ajora” que vais “j´hacer”? A lo que contestó el capataz: -“Na”, Rafael, de momento no tenemos “na” a la vista. Pensativo el maestro de la tauromaquia, le dijo: Desmonta poco a poco la cerca y la volvéis a levantar otra vez, que ya ajustaremos las cuentas en plata.


  • Rafael Molina “Lagartijo” presumía de ser sumamente comedido y fino en su hablar. Aunque la verdad era que lo hacía bruscamente y con la rudeza del más cerrado cordobés. Cuando su hermano Juan descosía en charla, él para demostrar el contraste de su léxico decía: -¡Calla, Juan que escupes la "ceba" "j´entera"!.


  • La despedida de Lagartijo como matador la realizó en Madrid el día del Corpus de 1893. Era tal la expectativa para asistir al espectáculo que la procesión eucarística de tan señalada fecha fue pospuesta por la mañana, pues era costumbre se celebrarla por la tarde en la Villa y Corte. Esta rarísima concesión gubernamental fue acordada con las autoridades eclesiástica. Al respecto, un comentarista de la prensa dijo: -Con razón se le llama el "Grande", pues ignoramos se haya producido una cosa equivalente.


  • Lagartijo tuvo como compadre a los piconeros El Pilindo y El Manano. En cierta ocasión el duque de Veragua, un ganadero prestigio de aquel tiempo quiso conocer a los protegidos del Califa. Éste se hacía el remoló a la petición, pues temía que le hicieran alguna barrabasada, pero no pudo dar más largas al asunto. Así que un día se presentó en casa del duque con ellos. No obstante antes de la presentación el advirtió con la siguiente perolata: -¡Cuidado con meter la pata! “J´ay que contestar a “toas” la preguntas que os “j´aga” el duque con educación, y sobre todo hablado fino, ¡vaya! como si fuerais de Madrid. Los compadre le contestaron: -“Pa” finos no nos ha “ganao naide toavía, señó Rafé”. Le hizo el ganadero aristócrata varias preguntas a las que contestaron con voz de falsete. A Rafael una se le iba u otra se le venía, hasta que al fin respiró al terminar el diálogo entre el duque y los piconeros. Ya en la calle, los increpó de la siguiente forma: -No tenéis vergüenza. Os “j´abeis” estando burlando del duque, y “j´eso” no lo consiento. Entonces el “Manano” le contestó: -“Señó Rafaé”, ¿no nos dijo “osté” que “j´abia” que hablar finorri? “Po” más finos que nosotros no encontrará “oste” a “nadie” en "to" Madrid.


  • La festividad del Carmen se celebraba en Málaga con una corrida de toros donde actuó “Lagartijo” en una ocasión. Por la noche del mismo día paseaba Rafael con unos amigos por la plaza de Torrijos o de la Merced dicha capital en cuyo lugar se había instalado unas casetas donde se recogía ayuda para los necesitados. El maestro entró en una donde se expedían vino malagueño, en cuyo despacho estaba una distinguida joven de belleza extraordinaria, alta de cuerpo y exuberante en sus entornos. El califa cordobés, que era muy enamoradizo, después de admirar extasiado aquel soberbio monumento de mujer se dirigió a ella con una sonrisa y con su peculiar gracejo le dijo: -“Señorita permítame que le diga que es “uste” la honra de Málaga, y que conserve por muchos años “j´esa” cara tan divina”. Ella respondió muy agradecida por el piropo. Rafael después de una pausa añadió. – “En obsequio a “uste” y en el de los pobres quisiera me permita un capricho”. A lo que ella algo extrañada le dijo: - “Usted dirá”. “Lagartijo” cogiendo una copa llena de solera se acercó a ella diciéndole: -“¿Me permite “uste” vaciar esta copa en su pecho?” La joven le contestó expresivamente mirando a los ojos del diestro: -“¡Si es un capricho puede hacerlo!” Y efectivamente, inclinó un poco el busto, separando suavemente con sus manos la fina tela que cubría los arrogantes senos, y así “Lagartijo" fue vertiendo despacio, muy despacio el contenido de la copa, en tanto que la joven murmuraba: -“Todo por los pobres… todo por los pobres”. Cuando terminó el Califa de volcar el contenido la copa, la malagueña dijo: -“¡Maestro está usted ya satisfecho”… A lo que cordobés, en medio de un silencio general y sin mediar palabra sacó del bolsillo de su chaquetilla varias monedas de oro y las depositó sobre el mostrador. Después, inclinado su cabeza ante la hermosa muchacha, salió de la caseta con sus amigos, no sin volver la cabeza repetidas veces…


  • Una tarde Rafael tuvo una corrida desastrosa donde el matar uno de los toro sudó lo suyo y la faena duró más que un traje pana, mientras escuchaba una respetable bronca del público. Ya en el hotel donde se hospedaba al departir conversación con un grupo de amigo uno sacó el tema del amargo trance que tuvo aquella tarde. Lagartijo un tanto molesto cortó en seco diciendo en un latín macarrónico. - ¡Bueno! Pues vamos a dejar eso, que el toro ya está muerto "pa seculá sin fin" y yo estoy aquí "mu" serrano....

Referencias

  1. . Algunas anécdotas están recogidas del libro Lagartijo el Grande escrito por Rafael Sánchez González.

Testimonios


Rafael Molina “Lagartijo” fue considerado por los críticos de su época el mejor torero. Su porte, su arte y su valor tuvo su mejor jalón apoteósico en la suerte de matar, al inventar su media estocada, de efecto fulminante, a la que dieron el nombre de “media lagartijera”.


Cuentan de “Lagartijo”
cosas tremendas:
sobre todo, la “media
lagartijera”.
¡ Ay, qué estocada !.
La mitad de vida
iba en la espada.
Con una larga torera
dominaba “Lagartijo”
a las, más terribles fieras.


Los tiempos de “Lagartijo”,
de “Guerrita” y de”Pepete”,
de “Machaco” y “Bebé Chico”,
de “Camará” y “Manolete”.


Fueron tiempos de romance,
de emociones y triunfos
en los que Córdoba tuvo
un predominio absoluto.


  • El historiador del arte taurino Natalio Rivas en su libro "Toreros del Romanticismo" hace el siguiente elogio de "Lagartijo".


"Lagartijo" fue más torero que matador. Con la capa, las banderillas y la muleta era insuperable. Los secretos del arte taurino, tan dificil de penetrar, los poseía como ningún otro. Adivinaba la condición de los toros, sus tendencias y sus instintos con una exactitud y una precisión que no tenía rival. Nunca comtempé en los ruedos taurinos diestro más gallardo y más apuesto."
Al siguiente comentario otro articulista anadía:
"Lagartijo" jamás practicó con belleza la peligrosa suerte de matar, si bien hay que recordar que compensaba ésta diferencia con aquéllas medias estocadas a volapié que ningún diestro hasta ahora ha logrado superar. Gracias a esta habilidad el Califa de Córdoba mantine incolumne su fama de auténtico matador de toros.


Ser torero en Córdoba no era nada extraordinario durante la segunda mitad del siglo XIX. Llegar a figura, es dificil en cualquier estapa del toreo. Elevarse hasta el lugar que ocupó Lagartijo está al alcance de muy pocos profesionales en el arte de torear.


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