Monasterio de los Santos Mártires

De Cordobapedia
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El desaparecido monasterio que estuvo dedicado a los Patrones de Córdoba, San Acisclo y Santa Victoria, en el lugar donde según la tradición fueron enterrados tras su martirio.


Descripción

Vista del Monasterio de los Santos Mártires

"En 1570, como referimos en el barrio de la Magdalena, vino a Córdoba Felipe II, y cuál sería la veneración que todos tenían al antiguo templo de los Mártires, que aquel soberbio monarca se apresuró a visitarlo y entró en la iglesia de rodillas desde la puerta hasta el sepulcro de San Acisclo y Santa Victoria, dando en esto un ejemplo de su religiosidad y del respeto con que miraba las creencias y devoción de los pueblos.

En este tiempo la iglesia amenazaba arruinarse y el rey dio una gran cantidad para reedificarla. Entonces perdió su forma antigua, pues fue preciso sacarla de cimientos, y tan es así, que en 1575, encontrándose las paredes subidas y sin techumbre, la ciudad pidió permiso al mismo Felipe II para enajenar una plaza de jurado vacante y dedicar el producto a la obra, lo que concedió por dos veces. El obispo don fray Juan de Toledo dio también alguna cantidad y excitó a todos los fieles a que contribuyesen a tan santa obra.

Edificose también la capilla que por dirección de Ambrosio de Morales se decoró con jeroglíficos, motes y pinturas, cubriendo a la vez el sepulcro antiguo de piedra tosco con otro de madera pintado en blanco y con adornos de oro, lo que critica el padre Martín de Roa en una de sus obras. Los frailes hicieron también varias obras en diferentes ocasiones, particularmente el padre fray Sebastián de Aranda, prior, que labró la sala principal con habitaciones altas y bajas."


  • Así definía el erudito escritor Pedro de Madrazo -en su obra "Recuerdos y bellezas de España" en el tomo sobre Córdoba, impreso en 1855- el Monasterio y la Basílica de los Patronos de Córdoba cuando lo visitó ya en estado ruinoso:

"Y por último observa otra combinación no menos pintoresca de estos dos estilos con el Greco Romano en los interiores del convento de los Santos Mártires Acisclo y Victoria, reunificado en tiempos de Felipe II -el patio principal que hay subsiste, aunque ya muy arruinado, se presenta rodeado de ligera arquería latina de dos cuerpos, el superior con capiteles árabes y un antepecho corrido y perforado que conserva restos de azulejos de relieve- a la parte del río.

Hay un pequeño recinto con la bóveda desplomada, y el pavimento cubierto de espesa yerba; y en él una preciosa portalito de ladrillo agramilado, obra de albañilería limpia y hermosa en que se ven mezclados con gracias los tres estilos: es un arco de angrelado menudo, corre sobre él una cornisa romana y está flanqueado de dos delgadas columnillas gótica – bien conocemos la falsedad de este estilo mixto y los inconvenientes del sistema de decoración por hiladas horizontales cuando se usa en grande escala en los templos ojivales; pero tiene un no sé qué ,indefinible que seduce aquella especie de juguete arquitectónico, en aquel solitario recinto arruinado, donde el solemne murmullo del río quebrado en la presa de Molinos de Martos, parece arrullar el eterno y feliz sueño de los dos hermanos mártires.

La iglesia del Monasterio debió ser notable por más de un concepto; hoy sólo para angustia del corazón del que la visita conserva los soberbios escudos de armas de sus patronos (los condes de Torre cabrera, con las dos palmas de los santos mártires entrelazadas) en el muro de su presbiterio, y una riquísima techumbre de madera pintada y dorada, de peregrina labor morisca, que tal vez al trazar yo estas líneas será en vano objeto de tu curiosidad ansiosa. –Hoy cerrada al culto, profanada, despojada, convertido en un almacén de maderas, ofrece difícil paso a la célebre capilla de los mártires de patronos de Córdoba, es te templo, cuyo pavimento cruzaba de rodillas desde la entrada, un monarca tan prepotente como Felipe II, cuando iba a venerar las santas reliquias de aquellos…”

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