Aquella calle de la Plata de los años cincuenta

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Aquella calle de la Plata de los años cincuenta

Bar en la calle la Plata

La Calle de la Plata es lugar de paso. Hasta los años ochenta del siglo XX fue frecuentada por personas muy variopintas debido a sus numerosos bares y restaurantes. Allí acudían futbolistas, toreos empresarios, tratantes, políticos, escritores, pintores, poetas y periodistas etc. Cada cual formaba sus tertulias en sus difentes terrazas cuando el tiempo lo permitía.

Era un escaparate donde se lucían al pasar las señoritas que querían ser casamenteras, así como todo tipo de mujeres elegantes que le gustaba presentar tus en cantos, eso no quiere decir que fuera un lugar de encuentro premeditado para otros menesteres. Por decir algunos nombre de famosos que frecuentaban la calle se exponen estos: Por el mundo del toro Manolete, José María Martorell Navas, Rafael Sánchez Ortiz "El Pipo", El Cordobés, el ganadero Natera; futbolistas como Juncosa, Araujo,Moreno o Sánchez Rojas y populares como Baldomero Milla Gracia, Diego Ruiz Moreno, Manuel Carreño Fuentes, el industrial Manuel Medina Gutiérrez, el Marqués del Cucharón el que fuera vicepresidente de la famosa Peña Los 99, el periodista Manuel Medina González el estudioso de flamenco Luis Melgar Reina etc. y otros muchos que disfrutaban de tan provinciano lugar. Frecuentaban esta calle por su condición de limpiabotas los conocidisimos Amador Santos El Mudo o Emilio Alcalá "El Viri".

Recuerdos Cordobeses [1]

Que tanto quisieron aquellos que, aun sin haber nacido aquí fueron conquistados por su corazón de plata y ya no pudieron vivir sin ella. A la que tanto quieren los que la sienten en lo más profundo de su ser. Con los ausentes y los presentes, en el recuerdo de aquellos años, quisiera dar un nostálgico paseo por el centro del corazón de Córdoba: La calle de la Plata.... llamada calle Victoriano Rivera.

Hoy quisiera recordar para los muchos lectores lo que era esa Callede los años cincuenta en el mes de Mayo, cuandolos naranjos de la calle Diego León y de la plaza de las Tendillas perfumaban con el azahar toda su anchura.

Siempre me gustaba entrar en ella viniendo de la iglesia de San Miguel. Estaba acostumbrado a hacer un alto en aquella famosa Taberna del mismo nombre que regentaba entonces Miguel de la Rosa Roldán que hoy mantiene en maravilloso estado de conservación ese gran enamorado de Córdoba y cordobés hasta la médula a quien todos conocemos como José López Muñoz "El Pisto".

Antes de entrar en la Calle propiamente dicha, en la acera derecha, estaba el portal donde Andrés Gracia tenía su puesto de periódicos. En la acera de enfrente y haciendo esquina, abría sus puertas la famosa Confitería "La Mexicana", en la que Rafalito era capaz de hacer pasteles de hojaldre con ochenta hojas.


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De nuevo en la acera derecha se encontraba el Bar Córdoba. Este establecimiento lo inauguró con el nombre de Cervecería o Bar Munich don Ramón Arranz un gran industrial cordobés con el nombre de ganadero. Se lo compró don Manuel Córdoba el de la Azucarera de Villarrubía que lo cambió de nombre sin aclarar jamás la duda de si lo hizo por su apellido o por ser el nombre de la ciudad.... No se acaba aquí la historía de este bar , puesto que en él estuvo ubicada por un tiempo la Secretaría del Real Club Deportivo Córdoba hoy llamado Córdoba C.F. Estando allí sus oficinas, firmaron en ellas sus contratos futbolistas tan famosos como Moreno, Muñoz, Arteaga, etc…....

Al lado del Bar Córdoba estaba la tienda de Pablo Gálvez, donde se vestía media Córdoba y en la acera de frente se veía la Peluquería de Enrique, que se vino a la calle el 1953, al local donde hasta ese momento estuvo el Bar Baviera. Pegado a la tienda de Gálvez estaba el Restaurante o Bar Imperio de don Antonio Fernández Aguilar que fue durante años Presidente del Gremio Fiscal de Hostelería y Similares. El Imperio era toda una institución en la Calle. Su clientela de gente importante y de toreros llenaba al mediodía su Terraza, justo al tiempo de que toda la calle se entoldaba transformándose así en el mayor Patio de la Ciudad. Un gran torero cordobés, José María Martorell Navas, esperaba con la impaciencia de los enamorados la salida de su novia que vivía en la casa cuyo portal caía frente al Imperio. Es realmente curioso que su cocinero no pasara a la posteridad por el recuerdo de su buen hacer en la cocina sino por haber sido una de las victimas de aquel autobús que cayó al río cuando llevaba al fútbol a los últimos rezagados. De todas formas yo conservo como oro en paño su receta de Riñones a lo Señorito. Vaya nombre para una tapa.

Al caer la tarde la gente se iba a tomar café al Bar Plata de Mariano Salamanca. Recuerdo un día que tomando café con José Bellido Romero -ese cordobés que sabe de Córdoba mucho más que curar pies en los que todos lo consideran un maestro- me contó su teoría de por qué todavía tantos bares en la Calle. Por allí cruzaban forzosamente a diario una gran cantidad de cordobesas tan guapas con esas caras de vírgenes que se creían que estaban siempre en Semana Santa. Yo acabé dándole la razón, mientras veía entrar a la tienda de ELECTOMEN, donde trabajaba, a la hija del señor Muñoz, que corroboraba las teorías de Pepe.

En el mismo local del Bar Plata se encontraba la Cafetería-Restaurante Plata de los hermanos Manuel y José Salamanca, y a la que iban sin saber por qué, casi todos los turistas que acudían a la Calle.

Yo acostumbraba también a tomar café allí en compañía de José Conde. Su padre tenía una tienda de ultramarinos en Las Tendillas y su padrino, don José Rodríguez Jiménez era dueño de la tienda de zapatos que llevaba su nombre y que cerraba la Calle por la izquierda haciendo esquina a la Plaza....

Al lado de la Cafetería estaba la Marisquería del Pipo, por donde paseaban casi todos los toreros de la época. Si Rafael Sánchez Ortiz "El Pipo" sabía de toros, sus hermanos sabían de mariscos y siempre había en el escaparate unas cigalas increíbles y aquellas gambas de Padrón que ya no se encuentran en ningún sitio. Los domingos se llenaban todas las terrazas y en muchos veladores había platos con los mariscos del Pipo.

Por la noche, después de estar con la novia, los amigos nos juntábamos en el Bar Negresco que cerraba la calle por la derecha y que tenía un entresuelo donde muchas parejitas pasaban la tarde. Nuestra charpa, ya de noche, aprovechaba ese cielo tan lleno entonces de estrellas, aspirando ese olor especial que tiene al azahar cuando se ha ocultado el sol. Por fin cuando los barrenderos y los mangueros empezaban su trabajo nos íbamos a casa. Esa noche, como todas, la Calle sería limpiada y regada hasta dejarla como un auténtico espejo; por algo se llamaba LA CALLE DE LA PLATA.

Referencias

  1. . Rafael Peña Luque en Córdoba en Mayo, año 1989

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