Calle Agustín Moreno
Situación
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Barrio
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Otras denominaciones
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Transporte
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Puntos destacados
Iglesia de Santiago (Córdoba) |
Esta importante vía une el llamado Campo Madre de Dios con la plaza de San Pedro. Tiene como afluentes en su parte norte, la calle Siete Revueltas, calle Ravé, y en su parte sur, la calle de Aceite, Plaza de Valdelasgranas, calle Luis Díaz y la calle Tinte
Contenido
Historia
Su denominación es en memoria del sacerdote agustino.
La calle del Sol fue una de las principales de la ciudad al ser una de las vías de salida de la parte levantina de la ciudad. Fue una de las calles principales de la novela La Feria de los Discretos de Pío Baroja, estableciendo en ella la casa del marqués, Palacio del Marqués de Benamejí.
Durante la Edad Media y parte de la Edad Moderna, transcurría por ella la principal vía comercial de la ciudad: entraba la ruta por puerta Nueva y recorría, además de esta calle, las actuales calle Lineros, Lucano, Corregidor Luis de la Cerda para acabar en la puerta del Puente.
La calle Agustín Moreno en el libro
La calle del Sol pertenece a ella (parroquia de Santiago) desde las casas siguientes al convento de Santa Cruz y hospital de Santa María de los Huérfanos, conocido por el de los Ríos. Muchos apuntes hemos encontrado de esta calle, un tiempo llamada Mayor de Santiago, Santa Cruz y del Hospital de los Ríos, y por esto la dividiremos en dos secciones, que serán las dos aceras.
Sigamos la derecha, o sea, la de los números pares. Primero nos detendremos en la calleja o barrera del Tauste, según unos, apellido que ya no existe entre los cordobeses. La encontramos llamándose en el siglo XV y XVI calleja de Portichuelo, apellido muy antiguo en Córdoba, pero en el XVII, con motivo de morar en una de sus casas un médico de gran concepto apellidado Góngora, tomó este nombre, con el que aún en general la conoces. Forma una pequeña plazuela y aún tuvo otra calle estrecha de que se conserva un tramo tapiado y que le daba comunicación con la calle del Viento, así como la Ribera, a donde da el postigo de una casa muy capaz en la que está establecida la fábrica de paños y capotes de don José Blancas, en la que los hacen de excelente calidad.
La casa siguiente a la barrera de Góngora era la principal de los Arcos, apellido que se extinguió en Córdoba. Contigua a la parroquia afluye la calle del Viento, y más allá encontramos una plaza sin más puerta que la de unas casas principales que ocupan el frente y que lo eran de los condes de Valdelasgranas (...).
Tornemos a la acera de los números impares (...). Pasado el hospital de los Ríos encontramos dos casas, una de ellas que ha debido de pertenecer a los Benavides, según el escudo que ostenta en su fachada -obra también del siglo XVI, pero privada ya de sus adornos-, y otra de los Gutiérrez Ravé, aunque no la principal. Por cima de ésta hay una puerta con que han tapado en 1870 una angosta barrera o calleja sin salida que se llamaba de Pedro de los Ríos, el que, al tratar del convento de Santa Cruz, dijimos haberse hallado con Suero de Quiñones en la Puente de Orvigo.
Después encontramos una pequeña plazuela, a donde afluyen las Siete Revueltas de Santiago y formando rincón vemos una casa conocida por la de las Campanas, por haber sido fundición de ellas. Su apariencia exterior nada particular ofrece, mas no sucede así en el interior, en que hay varios arcos árabes, que está restaurando su actual dueño el entendido y aplicado arquitecto don Amadeo Rodríguez. Esta casa ha sido solariega de uno de los mayorazgos que poseía el señor duque de Alba, y por cierto es muy digna de ser visitada por los amantes de las artes (...).
En otra de las casas frente a la parroquia de Santiago hubo una ermita y hospital de los Santos Mártires Acisclo y Victoria (...).Paseos por Córdoba Ver libro completo
Establecimientos Comerciales
Establecimientos Comerciales Desaparecidos
- Funeraria Enríquez
- Taller de filigrana Manuel Madrid
- Casa Paquita (Paquetería y Mercería)
- Farmacia de Felipe León Merina.
- Estanco de Sierrita
- Casa Miguelito
Alrededor de Santiago en Rincones de Córdoba con encanto [1]
El entorno de la iglesia de Santiago, en la antigua calle del Sol, ofrece una sucesión de detalles que cautivan al viajero observador. Como en otros muchos espacios con encanto hay que abstraerse del tráfico que baja desde el Campo Madre de Dios para que no enturbie las sensaciones. La fachada de Santiago que mira a la calle Agustín Moreno no revela la presencia de un templo fernandino construido en los siglos XIII y XIV sobre una mezquita árabe, pues lo que se contempla es un austero pórtico de principios del XIX formado por tres arcos de medio punto y, junto a él, se eleva una insulsa torre rematada por espadaña dieciochesca. Para descubrir el genuino rostro de la iglesia hay que asomarse a la angosta calle del Viento, oficialmente dedicada a Ronquillo Briceño –el corregidor que emprendió la construcción de la Corredera–, y apreciar la fachada medieval, mejor si es por la tarde, en que el sol transmite un áureo resplandor a la piedra. Aquí se abre la portada de los pies, un arco apuntado rodeado de arquivoltas, y sobre él, un gran rosetón formado por arquillos de herradura entrelazados, que la angostura de la calle impide contemplar adecuadamente. Aunque las reformas emprendidas en los siglos XVIII y XIX enmascararon el aspecto medieval del templo, hay dos detalles en el interior que el viajero debe apreciar: los arquillos del primitivo alminar, recuperados en la base de la torre, y la capilla de la Encarnación, hermoseada con sus bóvedas góticas. Despierta devoción popular el Cristo de las Penas, crucificado anónimo del siglo XV. Un azulejo colocado en el atrio se refiere a la concesión a este templo de las mismas “indulgencias y gracias espirituales que goza la sacrosanta iglesia de San Juan de Letrán de Roma”, por bula obtenida en 1827 “a expensas de la Exma. Sra. Doña María del Carmen Aguayos y Condesa de Villaverde, con el piadoso fin de promover la particular devoción que dicha Sra. tiene al Ssmo. Cristo de las Penas”. Enfrente de la iglesia, la calle Siete Revueltas, que zigzaguea al encuentro del barrio de San Pedro, enmarca el soberbio ciprés que escala el cielo desde el patio de la cercana Casa de las Campanas, rescatada por los Amigos de los Patios Cordobeses. A poca distancia de la iglesia se extiende, en la misma acera, la plaza de Valdelasgranas, un cuadrilátero peatonal redimido por Vimcorsa del vulgar abandono. Una farola fernandina de tres brazos se alza en el centro geométrico del pavimento, cuyo enchinado dibuja cuatro cuadrículas con desvaídas palmeras. En tres de los lados se alinean los bancos de hierro en alternancia con naranjos, mientras que en la vertiente de la calle las cadenas defienden el carácter peatonal de la plaza. Ocupa la vertiente frontal la austera fachada de la antigua casa de los Caballeros de Santiago, hoy colegio público del mismo nombre, que conserva en dos de sus patios vestigios mudéjares de finales del siglo XIV, como arcos lobulados y angrelados sobre pilares de ladrillo. Otro lujo arquitectónico de la plaza se levanta al otro lado de la calle, y es el antiguo palacio de los Marqueses de Benamejí –un edificio del siglo XVIII cuya fachada fue renovada en 1874 por el arquitecto Luque y Lubián–, descrito por Pío Baroja en La feria de los discretos como palacio del marqués de Tavera en la ficción: “Cinco balcones salientes, encuadrados por una gruesa moldura, con sus hierros llenos de adornos y sus pomos de cobre, se abrían en la fachada de piedra amarilla y porosa. En el balcón central, de más vuelo, se erguían a un lado y a otro dos pilastras con un tímpano encima, en medio del cual campeaba un escudo medio borrado; en la balaustrada, los hierros, ya carcomidos, se retorcían en complicados dibujos. En la planta baja, cuatro grandes rejas rasgaban las espesas paredes del caserón, y en medio se abría la gran puerta, cerrada por un portón macizo, claveteado y con un ventanal de cristales en lo alto, en forma de abanico”. En lo esencial, la descripción de Baroja permanece vigente, salvo el número de balcones y ventanas, que la ampliación del edificio llevada a cabo en los años setenta para adaptarlo a nueva Escuela de Artes y Oficios, amplió por la derecha, reproduciendo la fachada original. En el interior, cautivan sus dos patios, que no han perdido el antiguo aire señorial. El hastial y la espadaña de la antigua iglesia conventual de Madre de Dios cierra, al fondo, el paisaje urbano de la calle, que se despide con un jardín y una fuente barroca de piedra en el lugar donde que se alzó la antigua Puerta de Baeza. |
Referencia
- ↑ MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba
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