Cuenca carbonífera del Alto Guadiato
La cuenca carbonífera del Alto Guadiato, llamada también cuenca carbonífera de Espiel, cuenca de Espiel-Belmez, cuenca de Peñarroya-Belmez-Espiel, es
Geografía
Las montañas que cruzan el valle del Guadiato están atravesadas por filones de galena argentífera, hierro, cobre, etc., explotados en tiempos antiguos y de cuyas explotaciones se extrajeron varias hachas de piedra, candiles, etc., entre otras, en la mina Filipinas. La riqueza más importante del valle, sin embargo, es la del carbón, que se encuentra depositado en la cuenca formada por las montañas silurianas que constituyen el límite Norte con las rocas cambrianas que la limitan por el Sur, y que uniéndose en profundidad forman el lecho en que yace esta formación, reposando en estratificación discordante sobre las rocas silurianas. Considerada en proyección horizontal se presenta la cuenca bajo la forma de un manchón alargado que se dirige sin interrupción desde la Fuente Agria, al Sur de Villaharta, hasta el cerro de las Caleras, cerca de Fuente Obejuna, estrechando hasta desaparecer al N. O. de esta población. En cuanto al ancho hoy reconocido es muy variable, pues mientras tiene de 3 a 4 km en el centro, apenas si llega a 800 m en la Cruz de la Ballesta, para aparecer con 2 km entre Belmez y Peñarroya, y después de ensanchar todavía un poco hacia el S. E., viene estrechando hasta acabar en punta al N. O. de Fuente Obejuna. Además se han reconocido indicios muy vehementes que hacen sospechar la existencia y continuidad de la cuenca casi hasta Obejo, al este de Villaharta, estando demostrada de una manera indudable en la dehesa de Hornachuelos, al SS. O. de la cuenca y a la derecha del río Bembézar, al S. O. de Piconcillo. La dirección de este manchan, cuya superficie es próximamente de unos 180 kilómetros cuadrados, es término medio, Norte 32° a 36° Oeste, es decir, la misma que afecta la caliza; la que en atención a sus caracteres paleontológicos puede calificarse como caliza de montaña; de suerte que se presentan aquí las dos divisiones del terreno carbonífero: la caliza de montaña y el terreno hullero. El terreno hullero está representado por pizarras más o menos arcillosas y silíceas, psammitas, arcillas y pudingas, cuyo orden de sucesión, tomado de abajo arriba, es el siguiente:
- 1º. Una pudinga de cantos, poco desiguales, de arenisca rojiza, unidos por un cemento esquistoso silíceo.
- 2º· Conglomerado de arenisca molinera, mill stone-greet, con impresiones vegetales.
- 3º. Capas alternantes de arcilla y carbono
- 4º. Capas de arenisca y arcilla con hierro pardo.
Este que es, como si dijéramos, el orden normal, no es, sin embargo, en el que aparece en todos sitios en que se encuentra al descubierto por los trabajos mineros o en sus afloramientos, porque en esta cuenca se ha manifestado la acción eruptiva con bastante energía, y en nuestro concepto, en diferentes épocas, puesto que en unos puntos que de observarse la metamorfización que la aparición de pórfidos ha producido sobre la caliza de montaña, que se la ve cambiar de textura, pasando de la compacta a la textura sacaróidea, como sucede en el cortijo de la Torre y en el extremo de Levante del Cerro de Nava-Ovejo, donde está la Eufótida, atravesando la caliza, mientras que en otros parajes, como puede observarse en el arroyo de la Parrilla, la cabeza de una capa se halla de tal manera alterarla, que se ofrece el carbón sumamente seco y friable con tendencia a dividirse en prismas, alteración que alcanzó a las arcillas próximas.
Historia
La producción de la cuenca en 1861 era de 12.981 toneladas de mineral. Un año después, fue de 11.071 toneladas. El carbón se consumía en fábricas de plomo de Linares y Córdoba, así como en El Pedroso y en algunos molinos de vapor. Según Louis Denis de Lagarde, autor de un primitivo informe, desde 1858 las compañías Parent Shaquen en la mina La Terrible y Fusión en las minas Santa Elisa y Cabeza de Vaca se estaban haciendo labores preparatorias.
Hacia 1881, fecha del Informe de González Ferrer, está activas las minas Luz, perteneciente a la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, en el término de Espiel; la mina Cabeza de Vaca, en el término de Belmez, y las minas Santa Elisa y San Miguel, pertenecientes a la sociedad Fusión Carbonífera y Metalífera de Belmez y Espiel, y cedidas para su explotación a la Heredia, Larios y Compañía; y por último, la mina La Terrible, en término de Peñarroya, que pertenece a la Sociedad Parent Shaquen.
Algunas minas
La mina Esperanza, situada próxima a las minas El Porvenir de la Industria y San Juan, en la localidad de Peñarroya-Pueblonuevo, y próximas a las minas Capricho 1º y 2º, fueron desde 1881 de una misma propiedad.[1]
Inversores
Dentro de la nobleza española y la nueva burguesía, fueron personajes importantes los inversores en las minas de la cuenca:
- Conde de Torres Cabrera
- Marqués del Mérito
- Conde de Cañete de las Torres
- Marqués de Valdeflores
- Conde de Serrallo
- Conde de Maluque
- Marqués de Pickman
- Duque de Tamames
- Marqués de Mesa de Asia
- Vizconde de Eza
- Marqués de Misa
Referencias
- ↑ Conocemos la historia de la minería cordobesa gracias al trabajo de Rafael González Ferrer, ingeniero primero del Cuerpo Nacional de Minas y profesor de la Escuela de Capataces de Asturias. Vid. González Ferrer, Rafael, -1917, en la web https://bibliotecavirtual.defensa.gob.es.
Bibliografía
- González Ferrer, Rafael: Memoria sobre las minas de carbón tituladas El Porvenir de la Industria, San Juan y Esperanza, situadas en la provincia de Córdoba. Madrid, Imprenta de Enrique Vicente, 1881.
Principales editores del artículo
- Eluque (Discusión |contribuciones) [10]