Historia de Villafranca de Córdoba

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Numerosos son los restos arqueológicos que nos dan una idea del origen de Villafranca de Córdoba. Algunos de estos están representados por la localización de piezas neolíticas, iberas, romanas y visigodas. Un ejemplo de ello son los restos romanos hallados en el paraje de Los Linares, restos de la Vía Augusta o la presa romana en el arroyo del Pontejón. No obstante, la actual Villafranca de Córdoba tiene su origen en la pequeña aldea de “El Cascajar”. Este nombre deriva de que en la zona se encontraron muchísimos detríticos o cascajos del río Guadalquivir. El proceso de señorización de “El Cascajar” se comienza con Martín López de Córdoba, alcalde Mayor de Córdoba y “camarero” de Pedro I de Castilla cuando en 1358 compra a la Iglesia la despoblada aldea. En 1359, se le otorga la “Carta Puebla” para que se forme y constituya como núcleo de población, los 50 primeros vecinos y sus familias que repoblaron “El Cascajar”, estaban exentos de pagar los impuestos, lo que le confiere que pase a llamarse “Villafranca”. Tras la muerte del “Señor de Villafranca”, esta pasa a depender directamente de la Corona, muy relacionada con la Orden de Calatrava.

En 1549 Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego y Señora de la Casa de Aguilar, compra Villafranca. Durante esta época la ciudad florece y se desarrolla una economía en torno a la actividad agropecuaria, aunque cabe destacar la industria de manufactura basada en la fabricación de agujas. Esto determina que se conozca Villafranca, como “Villafranca de las Agujas”. En la heráldica del municipio se mantienen a día de hoy una representación de las agujas.

También es entre los siglos XVI, XVII y XVIII cuando se construyen la mayor parte de las iglesias y ermitas del núcleo urbano y alrededores, dado el fervor religioso de la época.

En el siglo XVIII la localidad se vincula a la Casa de los Duques de Medinaceli, al heredar esta familia la casa de Priego, hasta 1913 que el Duque la vende a todos sus vecinos.

Siglo XIX

La rica composición litológica de sus suelos permitió a Villafranca una diversificación de su agricultura ya desde mediados del XIX. Sierra, campiña y valle fluvial permitieron la producción de cereales, olivar, legumbres y hortalizas, así como el mantenimiento de una nutrida cabaña ganadera. Por el contrario, la industria hubo de circunscribirse a la alimentaria -molinos aceiteros y harineros, fundamentalmente- o a un incipiente artesanado textil, en exceso atomizado. Pese a la relativa diversificación apuntada, la economía sufrió una desaceleración en el siglo liberal, especialmente en lo agrícola, pues como señaló Luis María Ramírez de las Casas-Deza, los nuevos acontecimientos políticos y las transformaciones afectaron a su población y a la riqueza que tuvo en otro tiempo. El equipamiento institucional en actividades tan relevantes como la docencia o la asistencia social fue en extremo insuficiente. Hacia el año 1822, el único hospital de la población -el de la Caridad- fue dedicado exclusivamente a hospedar mendigos transeúntes, y las dos escuelas de primeras letras se encontraban sin dotación por ese tiempo. Sólo el colegio de niñas educandas atendía, en parte, las necesidades docentes de Villafranca. En materia de comunicaciones sólo se contaba con una vía principal, el camino de Córdoba, y ésta en sempiterno mal estado. Ya en facetas de historia social cabe afirmar que Villafranca fue uno de los pueblos más trabajados para la causa anarcosindicalista. Primero, en torno a grupúsculos escasamente organizados como el denominado Los Sin Nombre y luego en organizaciones convertidas en anuente oratorio de los apóstoles del sindicalismo y de la acracia local.

Siglo XX

Especial nivel de filiación adquirió hasta los primeros años del siglo XX el denominado Centro Obrero de Villafranca. La conjunción de republicanos y socialistas funcionó, al decir de Juan Díaz del Moral, como en pocos pueblos de la provincia cordobesa. En 1919 se creó La Fraternidad, agrupación socialista de trabajadores asociados, que sustituyó, en parte, al centro sindicalista La humanidad es libre. Es uno de los ejemplos más representativos del cambio de sentido ideológico -del sindicalismo al socialismo- en el movimiento social provincial.

Segunda República

El 5 de septiembre de 1932 fue detenido el militante comunista Juan Saroche Ramos, hermano del concejal Antonio Saroche Ramos, al que se le encontraron algunos documentos de interés, con motivo de la insurrección comunista para el domingo 4 de septiembre de 1932.[1]

En mayo de 1934 el Consistorio nombra al Gobernador Civil Luis Armiñán Odriozola hijo adoptivo de la localidad.[2]

Guerra Civil

Villafranca sufrió los embates de la Guerra Civil Española con amplio protagonismo como frente de batalla entre Adamuz y Montoro. La proximidad a la capital de provincia condicionó los acontecimientos que sufrió la villa. Villafranca fue tomada y atacada por patrullas organizadas de tendencias enfrentadas, pero fueron las tropas al mando del coronel Eduardo Sáenz de Buruaga las que sembraron de desazón y dolor los ahora "campos de Marte" villafranqueños. En efecto, la columna Buruaga se formó en pocos días. El 23 de julio llegó a Córdoba el coronel Eduardo Sáenz de Buruaga para hacerse cargo de esta capital, aislada en el territorio republicano. Inmediatamente organizó columnas para marchar sobre los pueblos más cercanos y el 25 de julio ocupó Villafranca de Córdoba y El Carpio y desalojó a los republicanos de la estratégica Alcolea. El 28 de julio tomó Baena, abandonada por los milicianos, que marcharon a tierras de Jaén. En Baena la represión será especialmente violenta, con el fusilamiento de numerosos civiles. Aseguró las comunicaciones con Sevilla y durante agosto tomó nuevas localidades como Almodóvar del Río, Montalbán de Córdoba, Santaella y La Rambla.

Referencias

  1. Notas del Gobierno. Extremista detenido, en el diario La Voz, 5 de septiembre de 1932, pág. 9.
  2. Gobierno Civil, en el Diario de Córdoba, 17 de mayo de 1934, pág. 1.

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