Riada de 1876

De Cordobapedia
Saltar a: navegación, buscar

Notas realizadas por en las que se describen los acontecimientos acaecidos en la riada del año 1876 y el desbordamiento del río Guadalquivir a su paso por la ciudad. Acabó con la vida de 4 personas entre ellas la de un niño al descarrilamiento de un tren.

Producido entre los días 4 y 7 de diciembre, anegó los barrios del Campo de la Verdad, barrio del Espíritu Santo, barrio de Santiago, barrio de San Francisco y barrio de la Fuensanta, además del barrio de San Lorenzo.


[1]

Estas riadas un espectáculo siempre grandioso, pero con grandiosidad espanta y terrorífica, y de resultados funestos para la vida de algunos desgraciados, que por sus imprudencias, o por actos de una caridad que los hace heroicos, sucumben y mueren de una manera que horroriza el pensarlo, y también funesto para las haciendas de las riberas y sus caseríos.

Llevábamos 3 años tan escasos de lluvias que los veneros estaban agotados, la arboleda muy castigada y sin apenas savia para vivir y fructificar coma la tierra como un ripio de seca, En todos tiempos llevaban corriente, el cual las rocas; el río con dotación tan escasa que apenas si tenía agua para moler las piedras de los molinos; estábamos finalmente experimentando una sequía que prolongada un año más nos hubiera obligado a emigrar en busca de región más favorecida por los riesgos atmosféricos punto Dios que estrecha pero no estrangula(y no digo ahoga porque ha estado en un tris que parezcamos todos ahogados) y viva una andaluzada)

Envío el temporal tan abundante de agua, que no solo sirvió para que llenar los veneros como sacrificarlas arboledas, acaudalar los arroyos y el río y humedecer la tierra hasta 4 o 5 m de profundidad, sino que además sirvió para volver a los arroyos ríos de vasta superficie y gran fondo y a los ríos, mares improvisados y destructores.

El 4 del corriente a las 8:30 empezó a caer un aguacero torrencial que duró en Córdoba hasta las 16 y hasta el día siguiente en varios puntos de la provincia. Después hasta el día 7 aunque con cortos intervalos de descanso, continúo cayendo agua abundante.

El citado día 4 tuvimos al río por la tarde cubriendo los pelambres, creo regular causada por solo la entrada de los arroyos de la Sierra en sus proximidades a Córdoba. El arroyo de Rabanales corriéndose por la Alameda de Lope García se enlazó con el de Pedroche y este desbordándose, inundó la vuelta que hay cerca del puente y tomando las cunetas de la carretera de Madrid descendió hasta pasar por delante del cementerio de San Rafael y unirse a las aguas del arroyo de las Piedras, que como recordarás pasa o cruza la carretera por bajo del Humilladero del Campo de San Antón.

Tanto Rabanales como Pedroche y las Piedras cometieron mil entuertos y desaguisados en las tierras que cubrieron al desbordarse y en los terraplenes de las vías férreas, que batieron en brecha hasta inutilizarlos. El arroyo del Moro que es el que defiende de la Cuesta de la Traición pasa entre las huertas de la Sierra, cruza por el camino antiguo, que tantas veces hemos andado para ir a la Arruzafa, llega el paseo de la agricultura, entran la Huerta de los Mínimos siguiendo a la del Rey muere por cima del molino de la Alegría, o sea entre este y la Alameda del Corregidor.

Este arroyo enriquecido su historia con un desbordamiento que inundó la vía férrea de Bélmez, la estación de los ferrocarriles, la fábrica harinera de vapor que hay atrás de la estación y amenazó inundar el barrio del Matadero, no obstante la rotura de una de sus vallados por la que yéndose cometió sus fechorías, se empeñó en darse cursos nuevos, tomando por la carretera de la Albaida, por el callejón de los toros y por otras cuántas partes sin importársele de un bledo los destrozos que hacía y los sembrados que de sembraba. Esto es lo por cerniente de los arroyos más en lo que respecta al río te diré que hemos visto y presenciado una de las mayores crecidas de nuestro amado Betis.

El día 6 tomaron las aguas de los afluentes por la parte de Jaén y de Segura empezó a empinarse y subirse en zancos; al mediodía solo se ven las dos sílabas de piedra del murallón de la Ribera, a media tarde están ya cubierta; la oración ( a las 17) penetra en la ribera por el molino de Martos, las rampas y los desagües del paseo; a las 12 de la noche cubre los asientos de los pollos, y sube a cuatro dedos sobre el arranque bajo de los barandales; entra en la calle de Consolación hasta las Cinco Calles y principio de la del Baño y de don Rodrigo; aquí se une con la inundación de la calle del dinero, verificada por el caño de Venceguerra, anegando los bajos de todas aquellas casas y extendiendo sus aguas hasta el principio de la calle Candelaria.

Por la cruz del Rastro sube hasta el lugar donde están los arcos y la cruz punto de la parroquia donde fuimos bautizados, a las 23:30 es sacado el depósito llegando las aguas a la cintura del sacerdote y acompañantes. los arcos del puente quedan cubiertos a excepción de los del centro que solo dejan ver media vara de Boca. el río extendiendo sus aguas desbordadas por cima de las torrenteras frente a las Peñas de San Julián, ocupa todos los llanos hasta los visos, quedando el Campo de la Verdad inundado con una altura muy respetable del líquido encenegado; lo mismo sucede al cortijo del Arenal y al predio de huerta de la Fuensanta.

Esta iglesia admite una vara de agua sobre su pavimento junto por la carrera de la Fuensanta entra al río hasta cerca del real de la feria. La cloaca que conduce las aguas de los barrios de Santa Marina y San Lorenzo, revienta cerca de la puerta de Baeza y desaloja las aguas del río por la calle del Sol hasta la casa del marqués de Benamejí. Varios hortelanos del pago de la Fuensanta quiénes impidió la subida ponerse en salvo, son socorridos por un hombre que con ánimo decidido y muñecas de acero guía un barco contra las corrientes encontradas y poderosas de la inundación, recorre no son graves peligros y dificultades el pago de huertas y salva de una muerte segura 47 personas e infinidad de cerdos.

En la mañana de este mismo día 6 un guarda y un hijo suyo de 8 años, que quedaron aislados en López García son salvados gracias a los esfuerzos de Amadeo Rodríguez y cuatro hombres valerosos y atrevidos que exponiendo sus propias vidas, van en busca de aquellos infelices guiando un barco por el espacio de un kilómetro en la gran inundación; a los infelices los encontraron con el agua hasta la cintura y embriagados y abatidos de congoja hasta el término de no poder hablar.

Con ellos salvaron un perro grande y de temida reputación, dejándose la animal coger en brazos de sus salvadores, para los que solo tuvo demostraciones del más vivo agradecimiento, lamiéndolos y haciendo las caricias, cuando otras circunstancias los hubiera destrozado con sus colmillos.

Varios y no pocos de los habitantes del campo del Espíritu Santo desoyendo los consejos y la voz salvadora de las autoridades y demostrando su apego a su hacienda o muebles y enseres de sus casas, Inconcebible en circunstancias tan críticas para su vida, dejan de refugiarse en la ciudad, cuando aún le sería posible y permanecen en sus barrios no obstante conocerte el río crece y aumenta, que la riada entra ya por todas las calles y tienen cortadas todas las comunicaciones con la Campiña y próxima cerrarse la del puente. Estos infelices cuando ven sus casas y todo el barrio invadido por las aguas, cuando la ni se extiende su oscuridad y la inundación sube más y más se sienten poseídos de un favor tan grande que empiezan a pedir con ayer y gritos un auxilio para salvar sus vidas, que por la oscuridad era de todo punto imposible prestárselo.

En esta noche triste imponente llueve a cántaros y la rejuela de San Lorenzo no dando paso a las aguas por no admitir las el río, deja que crezcan los arroyos y te penetren en las habitaciones bajas de las casas de aquel barrio, de las que come peligros son retiradas muchas personas cuando en sus habitaciones mediana inundación un metro de altura.

El día 7 amanece y el río se conserva invadiendo el Campo de la Verdad, la Ribera y las calles indicadas. Los aislados en el barrio del Espíritu Santo han izado una sábana como bandera reclamando auxilio eficaz y pronto. Desde el Puente, por encima del arranque de la Calahorra se lanzan unos cuantos barcos contra las deshechas y fuertes corrientes que a causa de las calles y desviaciones se producen en el barrio y a fuerza de brazos y de inteligencia penetran en las calles y recogen a las personas aisladas. muchos habían pasado la noche en los tejados; a muchos refugiados en la Iglesia punto el más elevado y en donde la riada dejo la señal de su altura en el tercer escalón de la portada, con gravísimo peligro lograron abastecerlos de panes y quesos.

En la madrugada, el tren mixto descendente de Málaga al entrar en el puente de Hierro del Guadalquivir cubierto hasta los frailes, descarrila y la máquina y dos vagones caen al río sepultándose en las aguas: por fortuna solo un niño de 3 años es la víctima de este desastre; acaso a su madre aforada al tirarse del tren a la vía, se le marcharía el hijo de entre sus brazos y caería por el terraplén hasta las aguas. A la oración desciende el río hasta el nivel del Paseo de la Ribera; durante la noche baja dos varas;

El día de la Purísima, en el que gracias a ella amanece despejado el cielo y salido el temporal, baja otras dos varas; el 9 al mediodía descubren los Pelambres las bocas de sus pozos altos y ayer el río camina sosegado y tranquilo con una vara de agua más de su ordinaria dotación y sin conciencia ni remordimientos del robo que ha hecho a las empresas de los ferrocarriles llevándose 17.500 traviesas o duros que estaban depositadas en Mengíbar y en Córdoba en una altura de 15 m y a una distancia de 300 del nivel ordinario de las aguas del río: Sin conciencia ni remordimiento de las muchas heredades y fincas que ha destrozado; los muchos animales grandes y chicos tales como yeguas, muslos, cerdos, lagartos y culebras que ha sofocado y arrastrado: los muchos chozos y zahurdas que ha llevado al mar; y por último, y es lo más sensible, las personas que ha hecho víctimas de su enfurecida corriente. Estas sabemos de 4: un barquero en Almodóvar, el niño ya nombrado y dos que en un barco caminaban a su segura perdición.

En las calles, las casas y en el barrio ha dejado un barrio o limo que dará bastante trabajo Su limpieza junto el triunfo y los tejados y la Torre de la Catedral han servido de miradores para que los cordobeses desparramar en su vista por el vasto espacio ocupado por la crecida; pocos habrán dejado de acudir a esos miradores siempre cuajados de curiosos. nuestro hermano Rafael, continuamente ha estado visitando todos los puntos perdidos, viniendo cada un día dos o tres veces a mudar sus pantalones y calzado chorreando agua y lodos; papá cuánto salía de la oficina de comida, tomaba el camino del río; mamá, las niñas; Antonia, Francisca y yo también nos hemos puesto chorreando por curiosear la crecida. se concluyó, gracias a Dios y Él quiera que no volvamos a presenciar el espectáculo tan imponente y terrible.

En Sevilla según noticias de un viajero que vino ayer en el primer tren, después de cuatro o cinco días de estar incomunicados con esa capital, parece que las aguas han penetrado hasta la plaza de San Francisco y la calle de Sierpes: el barrio de Triana fue desde un principio inundado y toda su vega.de iremos recibiendo noticias de lo que se ha permitido hacer en su broma nuestro río por los pueblos y capitales que cruza



</div>

Referencias

  1. La riada de 1876. Manuscrito que recoge relatos y cartas familiares que cuentan acontecimientos ocurridos en Córdoba entre 1755 (Terremoto de Lisboa), 1868 y 1876. Fondo procedente de la colección Muñoz-Usano. Helvia. Universidad de Córdoba

Principales editores del artículo

Valora este artículo

0.0/5 (0 votos)