Visita de Antonio Jaén Morente a Córdoba

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Lápida expuesta en la casa de su nacimiento, calle Judíos
Visita de Manuel Jaén Morente a Córdoba


El documento que se transcribe es de gran importancia histórica en relación a don Antonio Jaén Morente, pues nos da a conocer sus pasos por Córdoba en su visita del año 1954.

Corría el año 1977 cuando Manuel Jaén Lacalle (el que fuera Director de Recursos Humanos de Westinghouse y sobrino de don Antonio Jaén Morente) le comunica en charla a Manuel Estévez Recio la impresión de su tío cuando vino a Córdoba en visita procedente del exilio de Costa Rica.

Manuel Estévez comenta: - Al hablar de la guerra, yo de momento me acordé de su tío, e inevitablemente le pregunté: “¿qué relaciones ha mantenido normalmente con su tío don Antonio Jaén Morente?”

Él me contestó:

(Son palabras de Manuel Jaén Lacalle):

“Desgraciadamente hemos tenido poco contacto, solamente nos escribíamos una carta de vez en cuando. Siempre me pedía que le contara cosas de Córdoba. De cómo progresaba la ciudad, de cómo mejoraba. Me preguntaba por todo. Cuando vino en el 1954, yo no pude estar en el recibimiento de la “Taberna el Tablón”, pero si fui a recogerlo en un taxi cuando terminó aquel emotivo acto. Ya en mi casa, y después de comer, alguien habló con su viejo conocido Eugenio Corell, para que le enviara su “Duquesito” y así poder hacer el recorrido por Córdoba que AJM, había deseado hacer. La verdad es que mi pariente no podía apenas caminar y menos ver a la distancia, por su galopante diabetes.”
“En el coche de caballos, íbamos con él cuatro personas, Rogelio Luque Sarasola, Rafael Castejón, Eugenio Corell y yo. Una vez montado en el coche de caballos, pasamos por la Iglesia de Santa Marina, allí, de forma irónica le dijo, quiero recordar fue Rafael Castejón.:
-¡don Antonio!, ahí ha llegado de párroco un cura nacionalista que ha venido desterrado, del país vasco. Se llama don Martín María de Arrizubieta Larrinaga.
El por toda respuesta contestó: “Yo siempre he estado por el Regionalismo, pero dentro de un conjunto fuerte y potente que es el Estado de todos. En cambio los nacionalismos están por la rotura total con el Estado. Yo, nunca estuve de acuerdo con ello.
Más adelante y al encarar la calle Mayor de Santa Marina, volvió a decir creo que Luque:
-¡don Antonio!, si hubiera Vd. Visto esta calle el día del entierro de Manolete, era impresionante. Las calles llenas de gente, y que la mayoría daba la impresión de que todos estaban enlutados. Además todos los balcones se encontraban con crespones negros en clara señal de duelo. El torero, era muy querido en este barrio. Incluso ese centenario fresno de la esquina de la farmacia, estaba lleno de chiquillos hasta la copa, que no se querían perder detalle alguno del paso del entierro por esta calle.
Don Antonio contestó: “Manolete, con la enorme categoría humana que tenía, lo buena persona que era, tuvo que ser querido por todo el mundo. En aquellos tiempos, de odios y recelos, él fue el mejor embajador que tuvo España en Hispanoamérica. El nos dignificó a todos.”
Al llegar a la Plaza de la Lagunilla, fui yo el que le recordé a mi tío que aquel monumento se había levantado en la Plaza en que transcurrió la niñez del torero. Nos bajamos todos del coche de caballos y apreciamos el bonito monumento que llevaba poco tiempo inaugurado. Pudimos apreciar que don Antonio, no se perdía detalle alguno del jardín, el busto o el entorno de plantas que le rodeaban, incluso de las palmeras.
Montados de nuevo en el coche de caballos subimos por la Cuesta del Colodro, para salir a San Cayetano. Allí el profesor de Historia, hizo un recuerdo del episodio de la conquista de Córdoba en 1236, (29 de junio), en la que intervino de forma decisiva el tal Álvaro Colodro,
Ya en la Avda. de Obispo Pérez Muños, recordó la simpática calle Solariega, en donde llegó a tener una casita su socio de la librería Ibérica de las Tendillas. También recordó que Solariega fue el nombre que tuvo la constructora benéfica que auspiciaba por el Obispo D. Adolfo Pérez Muñoz, hizo unas cien viviendas para los trabajadores en Córdoba, (San Cayetano, El Marrubial y Carrera de la Fuensanta) y que fueron inauguradas por donJosé Manuel Gallegos Rocafull, canónigo Lectoral de la catedral de Córdoba, exilado después de la guerra civil en Méjico.
Más adelante, y antes de llegar a la Torre de la Malmuerta, quedó impresionado por la alta cruz negra que colgaba del edificio. Un tanto perplejo comentó:
-Espero que esa cruz, represente también los sufrimientos de los muchos españoles que tuvimos que abandonar nuestro país y refugiarnos prácticamente en el aire, a veces sin respiración del exilio.
-Nada más pasar por debajo del arco de la Torre, dijo:
-Cuántos cordobeses saben, que este maravilloso rincón, con la Torre de la Malmuerta, Casa Paco Acedo, la fábrica de chocolates Gran Capitán y la herrería de Mariano el Cojo, está representado en un mosaico de la Plaza de España de Sevilla. Aquello, fue un empeño de unos cuantos cordobeses, con don José Cruz Conde a la cabeza (Exposición Iberoamericana 1929)

A todo lo que veía le sacaba punta histórica, prueba de que no le era extraña su tierra, su Córdoba. Al quedarse mirando para el fondo, para la entrañable fachada del Hospicio, rematada por sus almenas, vio la cantidad de tubos apilados que rodeaban por completo el perímetro de los jardines de la Merced. Entonces exclamó:
-¿Qué es esto, que son piezas para cañones?. No, le dijeron, “D. Antonio, son tuberías para renovar y ampliar la traída de aguas potables a la ciudad.”
Menos mal contestó, por un momento me creí lo peor.
Por la calle Conde de Torres Cabrera, entramos en la solitaria Plaza de Capuchinos, en donde el Cristo de los Faroles, parecía esperarle. Mi tío no era muy elocuente en sus rezos, pero al final se le pudo oír:

¡Por fin te vuelvo a ver, que alegría siento en mi corazón por ello!. Luego quiso entrar en el convento de San Jacinto (los Dolores) y dijo antes de hacerlo:
-En mi TESTAMENTO DE AMOR, que es mi Historia de Córdoba, me complazco en datar perfectamente la fecha y la historia de este convento y la llegada de la orden Servita a Córdoba. La Virgen de los Dolores es testigo de ello, pues muchas veces la invoqué desde mi Atlántica lejanía, para que abogara por mí y por todos mis paisanos del exilio al Cristo de los Faroles. La lejanía y la soledad te hace más creyente.

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Aunque no lo comenta el sobrino de don Antonio las personas que estuvieron en el recibimiento que se le hizo en la Taberna El Tablón, se sabe por otros conductos que en aquella reunión se presentaron varios amigos catedráticos, entre ellos Rafael Castejón y el personaje popular Alfonso López Garrido, Marqués del Cucharón. Estas personas fueron seleccionas por el mismo don Antonio con objeto de que la policía social tuviera conocimiento de los asistentes y pidió no se le aplicaran represalias posteriores. Consta que previamente fueron llamados por el comisario de policía para comprobar su amistad o vinculación con el exiliado. Es de reseñar que la prensa local no hizo comentario alguno sobre esta ilustre visita.

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