Otras desaparecidas verbenas de agosto

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Barrio del Matadero (1862)


Agosto fue siempre verbenero y alegre en Córdoba. Apenas se extinguían los estrepitosos ecos coheteros y las fanfarrias jubilosas de las verbenas de la Virgen de los Faroles y del Alcázar Viejo, cuando se iniciaban otras en como las de San Bartolomé, “San Agustín” y de la “Campo de Merced” llamada de San Ramón.

Eran veladas de barrio llenas la ingenuidad y sencillez características que las definían como fiestas populares. Todas ellas estaban impregnadas con tintes costumbristas con matices distintos, según las gentes de sus barrios. Como otras fiestas de profundo sabor cordobés, las verbenas rodaron al abismo del olvido y sólo viven en el archivo de los recuerdos de los cordobeses más ancianos, los cuales, gozaban con aquellas diversiones ingenuas y sencillas.


Verbena de San Bartolomé

La de San Bartolomé, se celebraba en la noche del 24 de agosto, por aquello de hacer olvidar la "trágica noche de San Bartolomé", donde se decía que el demonio anda suelto.

Esta verbena se ubicaba el barrio de San Pedro, concretamente donde estuvo situado el Hospital de San Bartolomé y Plaza del Conde de Gavia. Los vecinos no regateaban esfuerzos para dar el mejor realce a esta diminuta y acogedora feria. Una Comisión organizadora presidida por el industrial más representativo del barrio trabajaba varios días preparando los festejos, para lo cual, contaba con las aportaciones del vecindario y la colaboración del Ayuntamiento.

Bajo el techo de farolillos de colores asomaban su perfil clásico, los caballitos, las norias y los columpios siempre rodeados del personal infantil. Las arropieras hacían su agosto, donde vendían gran cantidad de género elaborado en la fábrica de los quiquis. Aquellas arropías que eran un manjar delicioso para ofrecerlo rumbosamente los mocitos a sus novias. Abundaban los puestos de mercancías tan populares como los higos chumbos, garbanzos tostados, almendras y chufas.

La banda municipal era la que amenizaba con alegres pasodobles la noche verbenera que aprovechaban los jóvenes para entregarse al placer del baile. A esta fiesta acudían gentes de todas los barrios de Córdoba, no faltando los antiguos vecinos que hubieron de mudarse a otros puntos de la ciudad.

A mediados en los años cincuenta la Peña Los Chicuelas -con su sede en la calle Alfonso XII en la taberna Casa Pedro Ruiz - tuvo la iniciativa y el protagonismo de ser ellos los que tomaran la iniciativa de organizar la instalación de la verbena.

Verbena de San Agustín

Otra verbena fue la de San Agustín, en el barrio del mismo nombre. Ésta competía con las veladas de la Virgen de los Faroles y del Alcázar Viejo, ya que también se procesionaba a la Virgen del Tránsito en el barrio. Al tomar cada día más protagonismo aquellas prácticamente desapareció, apareciendo de nuevo en los años cuarenta del siglo XX como festejos al Santo de Hipona.

Tuvo esta verbena un costumbrismo muy arraigado en las raíces cordobesas. Entre los espectáculos de aquellos tiempos, que hacían las delicias de de chicos y grandes, estaban los “Cristobitas”, los "tios vivos", más algún rudimentario teatrillo de guiñol que provocaban la hilaridad de nuestros bisabuelos o tatabuelos.

La Peña Los Vinicilinos, con sede en el Bar Andaluz en el Compás de San Agustín, fomentó en los años cuarenta y cincuenta esta verbena donde eran famosa la elección de las "Misses" con los nombres tan populares como: de la “reina de la gracia”, la “reina de los andares”, o la “reina de los flamenco”, todo amenizado por la clásicaLa Coja del Pianillo que con sus pasodobles y piezas de zarzuelas animaban al mocerio a pasar la velada bailando incansablemente.

Hay que reseñar que por aquellos años, este simpático barrio de San Agustín sede del genial Ramón Medina, fue exaltado por el popular compositor en razón a su gracia, tipismo y en especial por la gallardía de sus mujeres.

Esto clásicos “Vinicilinos” organizaron todo tipo de festejos como: cante flamenco, copla española, recitales y hasta pasillos cómicos. Pero lo más peculiar fueron sus "carreras de burros" por el Compás de la plaza.

Las fiestas estuvieron costeadas por los numerosos industriales que habitaban el barrio, al estar ubicada en el Compás y aledaños una plaza de abastos al aire libre.

Verbena de San Ramón

Por último la verbena de San Ramón que se festejaba en los estertores de agosto y principio de septiembre. Era una verbena muy antigua, pues sólo tenían recuerdo de ella “los más viejos del lugar”. Se instalaba en los llanos del Campo de la Merced que posteriormente se convirtieron en los Jardines de Colón.

Todo en barrio del Matadero Viejo, llamado “Cuna de toreros”, asistía a la fiesta dandole un tono pintoresco; tanto por el personal masculino en su porte andaluz, como por el femenino que lucía el clásico mantoncillo flamenco.

Siempre se caracterizó por ser una verbena abierta a los demás barrios cordobeses, donde hacían gala las familias toreras como: los Molinas, los Bejaranos, los González o los Martínez, además de las numerosas familias de matarifes del cercano matadero.

Los principiantes torerillos que ya habían plantado cara a los cornúpetas, alardeaban vestidos con chaquetilla corta y gorrilla su lucimiento frente a sus convecinos e intrusos del barrio, intentando conquistar alguna mocita de buen porte.

Esta verbena tuvo sus altibajos desaparareciendo durante décadas. Se fomentó e instaló de nuevo por los años cuarenta del pasado siglo, llegando a alcanzar protagonismo, pero ya no fue ni asomo de aquella antoñera. Se volvió al recinto ajardinado acotado, en cuyo lugar, se realizaban bailes, conciertos y actuaciones de cuadros artísticos; todo ello acompañado con una buena iluminación, demostración de fuegos artificiales, y la presencia de los cacharritos con caballitos de madera, norias y barquillas, donde la especialidad culinaria la ofrecían los números puesto de churros.

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