Sucesos de Bujalance en 1933

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Se conoce como Sucesos de Bujalance en 1933 a una serie de hechos que acontecieron durante la revolución anarco-sindicalista de Bujalance en diciembre de 1933, bajo la Segunda República.[1] Convocada huelga general por la CNT para después de las elecciones del 3 de diciembre, el día 7 se produjo en Palenciana un intento de prender fuego a la iglesia del pueblo. El siniestro fue prontamente sofocado.[2]

Contexto histórico

Tras las elecciones que dieron el gobierno a las derechas en noviembre de 1933, la CNT y la FAI no se lo piensan dos veces y convocan una huelga general revolucionaria que arranca el sábado 8 de diciembre y se extiende sobre todo por Aragón, Cataluña, León y Andalucía. Ese día un Consejo de Ministros declara el Estado de alarma.

En Barbastro se descubrió un importante alijo de bombas y armamento y en el enfrentamiento con la policía muere un sindicalista y otro resulta herido de gravedad. En Prat de Llobregat, la Guardia Civil y la policía se dirigieron a la sede del Sindicato Único, desde donde se les hizo una descarga, resultando muerto un guardia civil. La fuerza pública repelió la agresión y se mantuvo un tiroteo durante media hora. Resultó muerto un obrero y herido de gravedad otro. En Zaragoza, arrojaron una bomba a un camión de guardias de asalto, resultando herido de gravedad un policía.[3] El martes la prensa habla de seis muertos entre las fuerzas de orden público.

En Bujalance, localidad agrícola con 14 000 habitantes y varios miles de afiliados a la CNT, la situación era tensa ya en ese momento por la muerte reciente de un patrón tiroteado en un camino. El lunes 11 de diciembre se declara en el pueblo la huelga general y vecinos armados recorren las calles anunciando la proclamación del comunismo libertario. Los disparos entre huelguistas y seis guardias civiles que custodian el puesto local, a los que se irán sumando refuerzos de la guardia de Asalto y de la Guardia Civil, comienzan al anochecer y van a seguir hasta el día 13 por la tarde, cuando dan paso a las detenciones, que llegarán a ser más de 340 personas, y las requisas de armas.[4] El Diario de Córdoba envió el miércoles 13 de diciembre a su redactor Juan Herrera Montes, que publicó al día siguiente un extenso artículo, una vez levantada la censura previa.[5]

Revuelta

Por la tarde del lunes 11 de diciembre, una pareja de policía gubernativa transitaba por el barrio de Santa Cruz Baja y un grupo compuesto por 12 individuos le hizo una "descarga cerrada" y a continuación emprendieron la fuga. Los policías, que resultaron ilesos, persiguieron a los atacantes, que se refugiaron en una casa próxima. Tras pedir refuerzos en el Cuartel de la Guardia Civil, volvieron al lugar del suceso acompañados por fuerzas de la benemérita al mando del teniente Federico Gómez-Cotta. Este llamó a la puerta de la vivienda y como contestación recibió una descarga cerrada, resultando herido en un brazo. Se trasladó al herido y se dio cuenta de los hechos al Gobernador Civil, que ordenó enviar refuerzos desde Córdoba y Montoro.
"La aludidas fuerzas, que iban provistas de todos los elementos de represión necesarios, incluso bombas de mano, en virtud de que continuaba la resistencia de los individuos refugiados en la repetida casa, rociaron sus puertas con gasolina y las incendiaron, logrando así penetrar en el edificio ya bien avanzada la noche. Los revolucionarios lo habían abandonado, huyendo por los tejados a las casas contiguas".
Diario de Córdoba, 13 de diciembre de 1933.[6]



En la mañana del martes, la revuelta se generalizó en todo el barrio. Los rebeldes, organizados en seis grupos, fuertemente armados de escopetas, pistolas y hachas, se lanzaron a la conquista de los objetivos señalados por los cabecillas del movimiento. Entre los cabecillas destaca Ildefonso Coca, veterano anarquista.

Uno de estos grupos se encaminó a Telégrafos, con objeto de apoderarse de las comunicaciones y avisar al gobernador de Córdoba qué nada ocurría en la villa. En la estación telegráfica no había más que el jefe de Telégrafos Juan Begué Castro, su esposa y dos niños de corta edad. El primer requerimiento de las turbas al telegrafista fue una lluvia de metralla sobre la casa y numerosos hachazos en la puerta de entrada. A pesar de las amenazas, el telegrafista se negó a abrir, y, desafiando las balas, telegrafió al gobernador que estaba cercado, que los grupos se adueñaban del pueblo y era preciso el envío de fuerzas. La primera autoridad de la provincia le indicó que si veía su vida en peligro se pusiera a salvo. Begué contestó con estas palabras: —Hasta que no me despedacen no abandonaré mi puesto. Poco después, unos guardias civiles llegaban hasta Telégrafos y a tiros ponían en fuga a los revoltosos.

Otra columna, encabezada por Antonio Milla Salas, se dirigió al Ayuntamiento de Bujalance al grito de ¡Viva la FAI! ¡Viva el comunismo libertario!. Iban armados de palos, hachas, y algunas pistolas. En el Consistorio, el alcalde radical Cristóbal Girón Romera y un grupo de guardias municipales los recibieron con disparos.[7] Al grito de ¡Camaradas, los traidores se resisten! emprendieron la fuga y se dispersaron por varias calles.

Una tercera columna se dirigió al Casino de Bujalance, donde se produjeron numerosos disparos.

Pocas horas después, llegaron los refuerzos de las fuerzas del orden desde la capital y otros pueblos limítrofes. Los rebeldes, entre tanto, se refugiaron en el Barrio Alto, haciéndose fuertes en varias casas y desde puertas y ventanas disparaban a las fuerzas de la autoridad. El jefe de la fuerza pública ordenó que los guardias rodearan la manzana. A pesar de que llovía torrencialmente, los sediciosos no dejaban de hacer fuego ni un instante.

A la mañana siguiente la benemérita fue estrechando el cerco y arrojando bombas de mano a las casas de los sediciosos logró desalojar de algunas de estas a los revolucionarios. Tres guardias que intentaban reconocer una casa de la calle Cruz Baja recibieron una descarga. El guardia Félix Wolgeschaffen cayó al suelo herido en la cabeza de un balazo. Según el Diario de Córdoba del 14 de septiembre:
Un grupo de sediciosos se apoderó del guardia herido y lo condujo a una casa próxima donde fue golpeado terriblemente en le cabeza hasta dejarle muerto. Los criminales sacaron el cadáver a la calle y lo llevaron arrastrándolo unos quinientos metros hasta la de la Cuesta, donde lo dejaron en el quicio de una puerta, Le quitaron el reloj y el dinero que llevaba.
Diario de Córdoba, 14 de diciembre de 1933.[8]


Días más tarde, su muerte fue descrita de esta forma por el diario La Voz:
Según la versión exacta del suceso el guardia Wolgeschaffen se encontraba prestando servicio de patrulla en la calle Cruz Baja. Desde las casas uno y tres de dicha calle le hicieron fuego Antonio Milla Salas, el Niño del Aceite y un tal Romera. Cayó el guardia herido en la cara y sus acometedores le quitaron las cartucheras, el fusil y el machete, dejándolo en el suelo y marchando ellos por la calle del Huerto. Solo herido de postas el guardia, pudo levantarse y marchar por la calle Cuesta. En ella fue apercibida la presencia del guardia, herido e indefenso, por un sujeto llamado Pedro Cantarero (a) "Sargento", quien retrocedió para comunicar la presencia de Wolgeschaffen a Lorenzo Guillén Buenosvinos (a) "El de la Morilla", y a Tomás Martínez Luque. Estos individuos se apostaron en la esquina de la calle Cuesta e hicieron sobre el guardia seis disparos de escopeta. Desde la esquina contraria, y guardando la salida de la calle, Germinal García, hijo del Niño del Aceite, y Manuel Martínez López (a) "Carrasco", disparaban también con sendas pistolas. Cayó el guardia al suelo y "El de la Morilla" se aproximó como a cuatro metros del lugar en que se encontraba y le hizo cuatro disparos con la escopeta, rematándolo. Después se apoderó del reloj de oro que llevaba el guardia, mientras Germinal y el Carrasco arrebataban al cadáver la cartera y unas sortijas. La declaración prestada por el "Sargento" ha sido confirmada por "El de la Morilla", que tenía la escopeta con que cometió el crimen escondida bajo el pavimento de su alcoba. Todos los que tomaron parte en el hecho se encuentran detenidos excepción hecha de Germinal García y de "Carrasco", los que se espera caigan pronto en poder de la justicia.
Diario La Voz, 27 de diciembre de 1933.[9]


La Guardia Civil efectuó registros en algunas casas y en una de la calle Cárcel encontró el cadáver de José del Toruno, de 60 años de edad. En otra casa del barrio, los guardias dispararon a la cerradura. Una de las balas alcanzó al niño Pedro Belmonte Martínez, de 8 años de edad, que murió yendo al hospital. En la calle Don Alonso fue hallado el cadáver de Damiana Navarro Mora, que presentaba una extensa herida producida por escopeta entre el pómulo derecho y el ojo derecho. A esta mujer se la había visto con una bandera roja al frente de un grupo. Su hijo, Antonio Olalla Navarro, que salió en su ayuda, recibió un disparo de escopeta, resultando herido. En la casa número 5 de la plaza de Santa Cruz, en la que vivía el patrono Damián Gomarit o Damián Gomáriz, accedieron unos sediciosos por el corral y al verlo pistola en mano le dispararon al pecho, matándolo. El periodista Juan Herrera continúa el relato y advierte de que la Guardia Civil domina por completo la situación, aunque todavía no ha podido entrar en todas las casas de los insurrectos. Se han detenido a más de cien personas y muchos de los rebeldes armados han huido al campo, donde serán objeto de una activa persecución. La casa que ha resultado con mayores desperfectos, pues sobre ella se arrojaron cuatro bombas, es la del cabecilla Alonso Coca. Entre los huidos figuran el Niño del Aceite, David Milla, Romera y El Perdigón, todos ellos armados.[10]

Detenciones

En la mañana del día 13 se sucedieron las detenciones, que pasaron de las 100. Los cabecillas, Ildefonso Coca, el Niño del Aceite, Romera, el Perdigón y el Jubiles, no fueron detenidos. Por la tarde, llegó el coronel de la Guardia Civil, Evaristo Peñalver, que verificó el estado de tranquilidad del pueblo. El sábado 16 de diciembre informaba el Diario de Córdoba de las detenciones en Bujalance de "El Maestro" y "El Sargento", y de la detención en Porcuna de los sediciosos Antonio Milla Salas, José Porcel, secretario del Sindicato "La Armonía", y el Niño del Aceite.[11]

Dos días después de los hechos, el 15 de diciembre, fueron detenidos en Porcuna tres implicados en los sucesos de Bujalance: Antonio Milla Salas, José Porcel y otro individuo.[12] Trasladados a Bujalance en un camión, a la altura del cruce de la carretera de Cañete con la de Bujalance, unos emboscados hicieron fuego contra el vehículo. Una vez en el suelo, los guardias dispararon contra los atacantes y contra los detenidos, que huían. Al día siguiente se hallaron dos cadáveres, el de Antonio Milla Salas y José Porcel, secretario del Centro Obrero La Armonía. El otro detenido, un tal Juan Fernández Jiménez, se dio por huido.

El domingo 17 de diciembre del diario recogía las declaraciones del Gobernador Civil Mariano Jiménez Díaz sobre las detenciones en Porcuna. Al parecer, cuando ya entrada la noche eran trasladados los tres detenidos al juzgado especial con sede en Bujalance en un camión, esposados y custodiados por cinco guardias civiles a las órdenes de un capitán, al llegar el camión al cruce de Cañete de las Torres, unos individuos allí apostados hicieron una descarga cerrada contra el camión. El camión se detuvo y los guardias repelieron la agresión. Mientras la fuerza pública disparaba, los detenidos se dieron a la fuga. A la mañana siguiente, sábado, al efectuar un reconocimiento en el lugar de los hechos fueron hallados dos cadáveres, el de Antonio Milla Salas y el de José Porcel, secretario del Sindicato "La Armonía". También hallaron una pistola y una escopeta, abandonadas por los atacantes. Juan Fernández Jiménez, confundido en algunas informaciones con el Niño del Aceite, se dio por desaparecido.[13]

En Bujalance, ese mismo día se practicaron otras 20 detenciones y se recuperó el fusil del guardia civil asesinado.[14] El Gobernador informaba el día 20 de la detención del presidente de la Sociedad obrera "La Armonía", apodado "El Gato", y de otras 17 detenciones.[15] Al día siguiente fue detenido en Bujalance el Niño del Aceite.[16] El 26 de diciembre informó el Gobernador de la detención en Bujalance de "Malos Vinos", supuesto autor de la muerte de Wolgeschaffen.[17]

A finales de diciembre de 1933, todos los implicados habían sido detenidos, salvo Germinal García y Manuel Martínez López (a) Carrasco.[18] Por su parte, 40 personas habían sido puestas en libertad, entre ellas David Milla Abril.[19][20]

Bando del alcalde

A las seis de la mañana del miércoles 13, el alcalde publicó un bando disponiendo que el vecindario no saliera de casa, y que si tenían obligación de salir lo hicieran con los brazos en alto y un pañuelo blanco en una mano a fin de evitar que los guardias dispararan. Se concedía un plazo de 6 horas para la entrega de armas y se invitaba a cuantos estuviesen heridos a ir al Hospital San Juan de Dios para ser curados. Esa tarde fueron entregadas 75 escopetas, un revólver y 10 docenas de cartuchos. También la Guardia Civil se incautó de un buen número de pistolas, escopetas, hachas, martillos y otras armas.

Heridos

Entre los heridos figuran:

Se cree que hay más heridos, pero que por temor a la justicia no han querido presentarse a la autoridad.

Víctimas mortales

Como consecuencia de los enfrentamientos resultaron al menos 6 personas: un guardia civil, un patrono, 3 jornaleros y un niño. Con heridas de gravedad resultaron dos guardias civiles y cinco sindicalistas, a los que hubo que sumar dos detenidos, presidente y secretario del sindicato, a los que se aplicó la ley de fugas (muertos). Ildefonso Coca, el cabecilla, desapareció tras la insurrección, aunque su casa fue bombardeada.[21]

Desaparecidos

Repercusión en la capital

El periódico La Voz, aunque reconoce que no puede informar de lo acontecido por la censura previa, avisa en su edición del miércoles 13 de diciembre de posibles víctimas mortales en Bujalance.[24] Si en la página 5 se encara con el periódico socialista El Sur, dirigido por Fernando Vázquez Ocaña, que compara lo sucedido en Bujalance con las tristes jornadas de Casas Viejas de enero de 1933, en la página 6 se informa de las repercusiones del movimiento anarquista en la capital cordobesa, con la explosión de una bomba y dos petardos de pequeñas dimensiones en la noche del lunes 11 de diciembre. El Diario de Córdoba informaba en su edición del domingo 17 de diciembre del hallazgo de siete bombas en la capital. El teniente de Seguridad Luis Galiani y las fuerzas a sus órdenes hallaron los explosivos en un lugar próximo a la fábrica de cementos "Asland". Además detuvieron a todos los implicados y señalaron el local del sindicato CNT en la calle Jesús María de Córdoba como el lugar donde se montaban las bombas.[25]

El domingo 17 de diciembre el Gobernador Civil y otras autoridades como el presidente de la Audiencia Provincial José Miura Casas, el presidente de la Diputación Pablo Troyano Moraga y los diputados Antonio Navajas Moreno, José Montero Tirado, Laureano Fernández Martos y el socialista Hermenegildo Casas Jiménez, junto al coronel de la Guardia Civil Evaristo Peñalver, giraron una visita a la localidad para comprobar in situ los lugares de los hechos y dar su apoyo a las fuerzas del orden. La explicación del Gobernador Mariano Jiménez Díaz fue la siguiente:
Como el sábado último llegaron hasta mí rumores de que en Bujalance se había aplicado la ley de fugas a los dos detenidos en Porcuna, principales cabecillas del movimiento anarco-sindicalista de aquel pueblo, invité a todos los diputados a Cortes por Córdoba para que me acompañaran a Bujalance y se informaran de lo sucedido.
Mariano Jiménez Díaz, Gobernador Civil de Córdoba.[26]



Tribunal de urgencia y Consejo de Guerra

El 14 de diciembre de 1933 se conoció que se había nombrado un Tribunal de urgencia o Juzgado Militar Especial y un juez especial para instruir un sumario con motivo de los sucesos de Bujalance, nombramiento que recayó en el comandante de Infantería Manuel Sagrado Marchena. Según el Diario de Córdoba del día 21, dos días después, el sábado 23 de diciembre "se verá la primera causa en que ha de intervenir el Tribunal". Asimismo, el diario informaba de que la Audiencia territorial de Sevilla había nombrado juez municipal propietario de Bujalance a José Navarro López. La urgencia era evidente.[27] Por el Tribunal pasaron cientos de sindicalistas:

Bujalance: Catalina Cámara Porcuna, por el delito de tenencia de armas; abogado Pabón.[28] Fue condenada a seis meses de cárcel.[29]
Cabra : Manuel Roldán Martínez; abogado Espina.[30] Fue condenado a dos meses de cárcel.[31]


El Consejo de Guerra celebrado en Córdoba en diciembre de 1935 dictó condenas que iban desde los treinta años de cárcel, las más graves, hasta los dos años de cárcel, las más leves, para un total de 17 de los 32 encausados.

Referencias

  1. Estampa. Revista Gráfica, en la web Direccionunica.net.
  2. Huelga aplazada, en La Voz, 8 de diciembre de 1933, pág. 10.
  3. El movimiento revolucionario anarco sindicalista, en el Diario de Córdoba, 9 de diciembre de 1933, pág. 3.
  4. “Los sucesos revolucionarios de Bujalance”, por Juan del Pueblo. Diciembre de 1933: acción directa en la campiña cordobesa, en la web Jesusaller.com.
  5. Los graves sucesos de Bujalance, en el Diario de Córdoba, 14 de diciembre de 1933, pág. 2.
  6. El movimiento anarco-sindicalista en Córdoba], en el Diario de Córdoba, 13 de diciembre de 1933, pág. 1.
  7. Los sucesos de Bujalance, en el diario La Voz, 14 de diciembre de 1933, pág. 15.
  8. Los graves sucesos de Bujalance], en el Diario de Córdoba, 14 de diciembre de 1933, pág. 2.
  9. Interesantes detalles del hecho y actores que intervinieron en la tragedia, en el diario La Voz, 27 de diciembre de 1933, pág. 10.
  10. Los graves sucesos de Bujalance], en el Diario de Córdoba, 14 de diciembre de 1933, pág. 2.
  11. Gobierno Civil. Interesantes manifestaciones del Gobernador. En Bujalance han sido detenidos los principales autores del movimiento anarco-sindicalista, en el Diario de Córdoba, 16 de diciembre de 1933, pág. 1.
  12. Intentan escapar los detenidos en Porcuna, en el diario La Voz, 16 de diciembre, pág. 12.
  13. Gobierno Civil. De los sucesos de Bujalance, en el Diario de Córdoba, 17 de diciembre de 1933, pág. 1.
  14. Intentan escapar los detenidos en Porcuna, en el diario La Voz, 16 de diciembre, pág. 12.
  15. Gobierno Civil. Manifestaciones del Gobernador Civil, en el Diario de Córdoba, 21 de diciembre de 1933, pág. 1.
  16. Gobierno Civil. Manifestaciones del Gobernador, en el Diario de Córdoba, 22 de diciembre de 1933, pág. 1.
  17. Gobierno Civil. Manifestaciones del Gobernador, en el Diario de Córdoba, 27 de diciembre de 1933, pág. 1.
  18. Interesantes detalles del hecho y actores que intervinieron en la tragedia, en el diario La Voz, 27 de diciembre de 1933, pág. 10.
  19. Gobierno Civil. Manifestaciones del Gobernador, en el Diario de Córdoba, 30 de diciembre de 1933, pág. 1.
  20. Noticias facilitadas por el Gobernador, en el Diario de Córdoba, 31 de diciembre de 1933, pág. 1.
  21. Interesantes detalles del hecho y actores que intervinieron en la tragedia, en el diario La Voz, 27 de diciembre de 1933, pág. 10.
  22. Algunos detalles de lo ocurrido en Bujalance, en el diario La Voz, 13 de diciembre de 1933, pág. 14.
  23. Interesantes detalles del movimiento anarco-sindicalista, en el diario La Voz, 13 de diciembre de 1933, pág. 7.
  24. El movimiento anarco-sindicalista, diario La Voz, 13 de diciembre de 1933, pág. 6.
  25. Gobierno Civil. Hallazgo de bombas en Córdoba, en el Diario de Córdoba, 17 de diciembre de 1933, pág. 1.
  26. Gobierno Civil. Interesantes declaraciones del Gobernador. Los sucesos de Bujalance, en el Diario de Córdoba, 19 de diciembre de 1933, pág. 1.
  27. Tribunales, en el Diario de Córdoba, 21 de diciembre de 1033, pág. 2.
  28. Tribunales, en el Diario de Córdoba, 23 de diciembre de 1933, pág. 4.
  29. Tribunales, en el Diario de Córdoba, 24 de diciembre de 1933, pág. 1.
  30. Tribunales, en el Diario de Córdoba, 22 de diciembre de 1933, pág. 1.
  31. Tribunales, en el Diario de Córdoba, 24 de diciembre de 1933, pág. 1.

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