Educación Católica
El despuntar del siglo XIX, sin un Estado que solucione el problema de la enseñanza, verá en Córdoba maduro el proyecto educativo y religioso de los sacerdotes cordobeses Cosme Muñoz Pérez y Luis Pérez Ponce, conocido más adelante como Hijas del Patrocinio de María. En un mundo en que la mujer tenía pocas oportunidades de formación, y las pobres menos, esta obra mantenía abiertos once colegios: “Ntra. Sra. de la Piedad” (el decano de los centros educativos religiosos de la capital, fundado en 1606), Lucena (1647), Villafranca (1722), Espejo (1758-1971), El Carpio (1760-1971), Baena (1774), Montoro (1775-1976), Castro del Río (1786-1970), Priego de Córdoba (1787), Bujalance (1793-1878) y La Rambla (1819-1985). El Cabildo Catedralicio creó el Colegio “Angel de la Guarda” para niños de coro. Fundado sobre el papel por el cabildo catedralicio en 1701, tomando una idea del Cardenal Salazar, no se hizo realidad hasta 1774. Albergaba a 14 niños del coro catedralicio, enseñándoles latín, canto llano, música vocal e instrumental y doctrina cristiana. Se ubicaba en la entonces llamada plazuela de la Convalecencia, en la calleja del mismo nombre (hoy Medina y Corella) que unía y une Torrijos con Manriques en el barrio de la Catedral. Corta vida tendría, desapareciendo en 1848. Finalmente en este período, ya existían en nuestra ciudad otras dos instituciones educativas de la Iglesia, que han llegado a nuestros días acrisoladas en una meritoria solera, las “Reales Escuelas Pías de la Inmaculada Concepción” (1787) y “Santa Victoria” (1794), patronatos ambos gobernados por Deán, Magistral y Doctoral de la SIC, que en el primero de los colegios entregaron su gestión educativa, sucesivamente, a las religiosas Filipenses (1876-1888) y Escolapias (desde 1888), y en el segundo a los Hermanos Maristas (desde 1947).
Un gran parón se produce en la creación de colegios religiosos, debido a la inestabilidad de España y a las malas relaciones Iglesia-Estado, desde el inicio de la Guerra de Independencia hasta la Restauración de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII. Será en este período cuando, en una situación pacífica pero deseosa la Iglesia española de defender sus posiciones en la educación, en momentos en que se viven la libertad religiosa y el laicismo, se inicie el afincamiento en nuestra provincia de numerosas congregaciones dedicadas a la enseñanza. Particularmente intenso en este sentido será el pontificado de don José Pozuelo Herrero (1898-1913), con 16 colegios abiertos de los 40 que se crearon hasta el advenimiento de la Segunda República. Las Escolapias abrirán sus colegios de Lucena (1871-1918), de Bujalance (1878-1948), Cabra (1899) y “Calasancio”, en Córdoba (1928), aparte de llevar el ya citado de “Santa Victoria” y “San Rafael”, el colegio creado en Córdoba por don Adolfo Pérez Muñoz en 1922. Las Hijas de la Caridad se instalarán en Córdoba, “La Milagrosa” (1899), Bujalance (1903-1997), Baena (1911) Las Hermanas de Jesús Nazareno, creadas en la Córdoba del siglo XVII por el padre Cristóbal, dedicarán sus anhelos también ahora a la enseñanza en la capital (1896), Hinojosa del Duque (1915-1961) y Castro del Río (1915-1980). Dos órdenes de religiosas francesas abrirán centros: la Presentación de María en Pueblonuevo del Terrible (1897), Fuenteobejuna (1905-1972) y Belmez (1917-1974); y la Sagrada Familia de Villefranche, en Córdoba (1903). Las Mercedarias de la Caridad abrirán colegios en Puente Genil (1904-1971), Córdoba (1906) y Dos Torres (1908-1977). Las Filipenses tendrán colegios en Lucena (1870). Las Esclavas del Sagrado Corazón, fundadas por la cordobesa Rafaela Mª Porras, abrirán su colegio de la plaza de San Juan, en 1880. Las Concepcionistas Misioneras se establecen en Pozoblanco (1899). La Compañía de María funda en Puente Genil (1904). Las Hijas de María Inmaculada (Servicio Doméstico) abren un centro en Córdoba (1907). Las Hijas del Patrocinio de María lo hacen en Almodóvar (1916-1970). Las Franciscanas de la Divina Pastora fundan colegios en Villa del Río (1918) y Córdoba (1920). En Villanueva de Córdoba, Dolores Herruzo fundará las Hijas de Cristo Rey, que abrirán un colegio en esa localidad (1919-1977). La flamante y pujante Institución Teresiana se instalará en nuestra capital en 1922. La Institución Catequista Dolores Sopeña abre OSCUS en Córdoba (1925). Y las Franciscanas de los Sagrados Corazones llegarán a Palma del Río (1928).
En este período vendrán a nuestra provincia las primeras órdenes masculinas. Los Carmelitas de la Antigua Observancia serán los pioneros, abriendo un brillante colegio e internado en Hinojosa (1890-1967). Les seguirán, con gran empuje, los Salesianos en Montilla (1899), Córdoba (1901) y Pozoblanco (1930). Y aparecerán los Maristas en Lucena, en “Ntra. Sra. de Araceli”, ¿Cómo no?, entre 1906 y 1964.
Vendrán luego los turbulentos años de la Segunda República y de la Guerra Civil, con claras leyes restrictivas para la Iglesia y un hostigamiento que llegará a persecución, a pesar de lo cual, y camuflándose como seglares, los Hermanos de las Escuelas Cristianas abrieron “Cultura Española” (luego La Salle) y los Hermanos Maristas fundaron “Cervantes”, los dos colegios en Córdoba y en el mismo año, 1933. Las Filipenses se harán cargo, desde 1936, de la escuela que la familia Carreira había creado en Palenciana.
Con el régimen de Franco, la Iglesia disfrutará de numerosos privilegios, aplicables también al campo de la enseñanza. A pesar de ello, no se abrirán excesivos centros y algunos de los existentes no pudieron adaptarse a las exigencias de la Ley de Educación de 1971 y desaparecieron. Hay que destacar el retorno de los Jesuitas a la labor de la enseñanza, con la creación de las EE.PP. de la Sagrada Familia en Baena (1942), Bujalance (1972) y Pedro Abad (1986) y la importante institución universitaria cordobesa, ETEA (1963). En línea universitaria también tenemos que incluir la gestión de los Dominicos de la Universidad Laboral “Onésimo Redondo” (1957-1981) y la creación diocesana de la Escuela de la Iglesia de Magisterio (1973). El obispo fray Albino, dejará su huella en la enseñanza, con la fundación del Patronato San Alberto Magno (1947), que agrupaba colegios de las barriadas del Campo de la Verdad y Cañero, que pasarían a ser públicos en 1978. Destacar, sin duda, la magna obra de Antonio Gómez Aguilar, párroco de la Trinidad, con la creación desde 1964 de cinco centros educativos. Aparte de esto, y para completar este artículo, las siguientes órdenes también tuvieron colegios: Esclavas del Sagrado Corazón (Pedro Abad, 1940-1986), Franciscanas del Rebaño de María (Montilla, 1947), Carmelitas (Córdoba, 1953), Esclavas del Divino Corazón (Montilla, 1953), Maristas (Priego, 1961), Salesianos (Palma del Río, 1963), Oblatos (Aguilar, 1964-1998), Franciscanos (Córdoba, 1970), parroquia de Santa Victoria (Córdoba, 1970), Agustinas Recoletas (Cabra, 1971-1985) y Trinitarios (Córdoba, 1975).
Unas veces con colegios propios, otras por encargo de patronatos, la Iglesia ha estado al frente de cerca de un centenar de instituciones educativas en la Córdoba contemporánea. El éxito en el plano educativo y espiritual no corresponde juzgarlo en este artículo, quizás habría que preguntárselo a los miles de alumnos que han pasado por sus aulas. Lo que es indudable es que la Iglesia española, y la cordobesa, que es el caso que hemos repasado, jamás ha renunciado a su presencia en la educación de la sociedad, generalmente junto a las clases más sencillas, tanto cuanto el Estado no se preocupaba de esa parcela como cuando ha tenido que luchar por mantenerse.
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