Julio Romero de Torres

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'Julio Romero de Torres
Sello Julio Romero de Torres.jpg

Pintor

Nacimiento: 1874
Córdoba
Fallecimiento: 1930
Córdoba
Actividad: Catedrático de Ropaje, Escuela de Bellas Artes de Madrid; Miembro de la Real Academia de Córdoba y de la de Bellas Artes de San Fernando
Reconocimientos: Hijo Predilecto de Córdoba. Tiene una calle dedicada, así como un monumento y un museo en su casa natal
Destacado: Perteneciente a la familia Romero de Torres: hijo, hermano y padre de pintores

Contexto histórico

Décadas: 1890 - 1900 - 1910 - 1920 - 1930

Julio Romero de Torres (Córdoba, 9 de noviembre de 1874 - Córdoba, 10 de mayo de 1930)[1] fue un pintor simbolista español. Nacido en una familia de artistas, de joven realiza una pintura regionalista, heredera de la mejor tradición española, para adherirse progresivamente a la estética de la generación del 98 y del Modernismo, triunfante en España. Hacia 1908, su estética desemboca en un estilo personal que conjuga sentimiento popular y un genuino folclore, en una línea andalucísima plagada de refinamiento y embrujo.[2][3] En sus inicios, junto a José Gutiérrez-Solana, Aurelio Arteta y Ricardo Baroja, intenta reflejar en sus cuadros una España dramática y rural, frente a Joaquín Sorolla, Sotomayor o José Moreno Carbonero, de visión más acomodaticia.

Romero de Torres sobresale por un dibujo preciso en composiciones equilibradas de colores azulados, verdosos y, sobre todo, negros. También fue conocido por su temática flamenca y taurina, con cierto tributo a la copla popular.[4][5] Tres etapas podemos apreciar en la obra de este pintor modernista. Una inicial, que acabaría en 1908. Una central que terminaría en 1916. Y una final, que acabaría con su muerte en 1930.[6] Su obra mejor cotizada ha sido el cuadro La Fuensanta, subastada en 2007 por 1,17 millones de euros debido a que fue la imagen del billete de 100 pesetas.[7]

Biografía

La Huerta de Morales (1890)

Séptimo hijo de Rafael Romero Barros, pintor costumbrista y conservador del Museo de Bellas Artes de Córdoba, Julio Romero de Torres nació en Córdoba el 9 de noviembre de 1874, en un hogar volcado en las artes. Su padre había nacido en Moguer (provincia de Huelva) y en 1862 llegó a la ciudad de Córdoba como conservador del Museo de pinturas. Se instaló en una vivienda aneja al museo, en la plaza del Potro, junto a su esposa, la sevillana Rosario de Torres Delgado. En ese ambiente crecieron los ocho hijos del matrimonio, rodeados de obras de arte y de los escolares de la Escuela de arte y Conservatorio de Música, también instalados en el mismo recinto. Allí se crio Julio, junto a sus hermanos los pintores Enrique Romero de Torres, dos años mayor, y Rafael Romero de Torres, el primogénito, nacido en 1865, pero fallecido prematuramente en 1898, con apenas treinta y tres años.

Formación (1889-1895)

Julio Romero asiste al Instituto Provincial de la capital cordobesa. Con diez años va a recibir clases de Música y solfeo en las aulas del Conservatorio y estudia pintura y dibujo en la Escuela Provincial de Bellas Artes que dirige su padre, junto a sus hermanos Rafael y Enrique. En 1889 presenta sus primeras obras fechadas, Cabeza de árabe o Tipo árabe a caballo. En 1890, con apenas 16 años, pinta La huerta de Morales, que también pintara su padre. Hay en ambas una clara influencia paterna, por los temas que desarrolla y el estilo, en el que están presentes pintores paisajistas y costumbristas, como Jenaro Pérez Villaamil, Aureliano Beruete o Carlos de Haes.

Julio Romero comenzó su aprendizaje a las órdenes de su padre en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Córdoba a la temprana edad de 10 años, tras un breve paso por el Instituto Provincial. Gracias a su afán por aprender, vivió intensamente la vida cultural cordobesa de finales del siglo XIX y conoció ya desde muy joven todos los movimientos artísticos dominantes de esa época: realismo, costumbrismo, impresionismo, modernismo. En 1890 realiza lo que sería su primera obra conocida La huerta de los Morales. Participó con intensidad en todos los acontecimientos artísticos de Córdoba y España. Ya en el año 1895 participó en la Nacional en Madrid, donde recibió una mención honorífica. También participó en las ediciones de 1899 y 1904, donde fue premiado con la tercera medalla. En esta época inició su experiencia docente en la Escuela de Bellas Artes de Córdoba. En 1891 empieza a colaborar con el «Almanaque» del Diario de Córdoba, con espléndidos dibujos, a veces en unión de sus hermanos (colaboración que se mantendrá hasta 1912). En 1892 consigue la medalla en la asignatura de Dibujo al natural en la Escuela de Bellas Artes de Córdoba. Al año siguiente, publica por primera vez en la revista madrileña La Gran Vía. Más adelante ilustrará en ella poemas de Manuel Reina y Salvador Rueda.

En 1895, Romero presenta su obra ¡Mira qué bonita era! en la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en el Parque del Retiro de Madrid. El cuadro obtiene mención honorífica y es adquirido por el Estado. El título está sacado del primer verso de una famosa soleá:

¡Mira qué bonita era!
¡Mira qué bonita era!
Se parecía a la Virgen
de Consolación de Utrera.[8]

El primer premio fue para Joaquín Sorolla, por su obra ¡Aún dicen que el pescado es caro!. El fallecimiento de su padre el día 1 de diciembre de 1895 afecta grandemente a la familia. Su hermano Enrique se ve obligado a regresar definitivamente a Córdoba para ocupar la vacante del museo dejada por su padre, siendo nombrado conservador–restaurador del Museo Provincial.[9]

En 1897 decide optar a una beca de la Academia de España en Roma, que había convocado el concurso bajo el tema: El anarquista y su familia. Romero de Torres no obtiene la beca, aunque al año siguiente presenta su sombrío retrato de un anarquista bajo el nombre de Conciencia tranquila a la Exposición Nacional de Bellas Artes, consiguiendo la tercera medalla. Sus amigos de Córdoba, enterados de su éxito, le preparan un pequeño homenaje para el 30 de mayo de 1898. Pocos meses después, en noviembre, fallece su hermano Rafael. Ese mismo año, además, se inicia como cartelista pintando el cartel de la Feria de Nuestra Señora de la Salud de Córdoba.

Con su hermano Enrique, pinta un fresco en el Círculo de la Amistad titulado Rosas en la balconada. Frecuenta a personajes del mundo de los toros, como Belmonte, El Gallo, Machaquito y pinta el Retrato del torero Guerrita. También se adentra en el mundo del flamenco y conoce a Pastora Imperio y la Niña de los Peines.

Julio Romero comenzó su aprendizaje a las órdenes de su padre en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Córdoba a la temprana edad de 10 años, tras un breve paso por el Instituto Provincial. Gracias a su afán por aprender, vivió intensamente la vida cultural cordobesa de finales del siglo XIX y conoció ya desde muy joven todos los movimientos artísticos dominantes de esa época: realismo, costumbrismo, impresionismo, modernismo. En 1890 realiza lo que sería su primera obra conocida La huerta de los Morales. Participó con intensidad en todos los acontecimientos artísticos de Córdoba y España. Ya en el año 1895 participó en la Nacional en Madrid, donde recibió una mención honorífica. También participó en las ediciones de 1899 y 1904, donde fue premiado con la tercera medalla. En esta época inició su experiencia docente en la Escuela de Bellas Artes de Córdoba.

En 1906, el Jurado de la Nacional rechazó su cuadro Vividoras del Amor, lo que provocó que el Salón de Rechazados fuera más visitado que las salas de la Exposición Nacional. Ese mismo año marchó a Madrid, para documentarse y satisfacer su inquietud renovadora. Después realizó viajes por toda Italia, Francia, Inglaterra y los Países Bajos.

En 1907 concurrió ya con los pintores más renombrados de la época a la exposición de los llamados independientes en el Círculo de Bellas Artes. Poco después obtuvo por fin su primera medalla en la Nacional del año 1908 con su cuadro Musa gitana.

Dos años más tarde se presenta a la Exposición Nacional de 1910 con una de sus obras más recordadas, Retablo de amor. Pintada en el año 1910, no tuvo ningún tipo de reconocimiento en la obra de Madrid lo que hace que se presente con la misma en la Exposición de Barcelona del año 1911 consiguiendo el primer premio y la compra del cuadro por parte de la Organización.

Dos años después en la Exposición Internacional de Munich del año 1913, consigue lo propio.

En la Exposición Nacional de 1912, cuando Romero de Torres aspiraba a la medalla de honor, su obra no fue reconocida, lo que provocó que sus admiradores destruyeran la obra ganadora y le entregaran una medalla de oro cincelada por el escultor Julio Antonio. Cuando sus cuadros tampoco fueron premiados en la Exposición de 1915 con la medalla de honor decidió retirarse definitivamente de las Exposiciones Nacionales.

En 1916 se convirtió en catedrático de Ropaje en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, instalándose definitivamente en la capital. A partir de aquí, su obra comenzó a representar el pabellón español en diversos certámenes internacionales, convocados en París]], Londres, etc. Sin embargo, el gran momento de éxito se produjo en Buenos Aires, el año 1922. En agosto de ese mismo año Julio Romero de Torres había viajado a la República Argentina acompañado de su hermano Enrique, y en los últimos días de este mismo mes se inauguró la exposición, que fue presentada en el catálogo por un espléndido texto de Ramón Valle-Inclán. La muestra constituyó un éxito sin precedentes.

Matrimonio

El 30 de octubre de 1899, Romero de Torres contrae matrimonio con la cordobesa Francisca Pellicer López, miembro de una familia de creadores. Su hermano era el escritor y dramaturgo Julio Pellicer y su sobrino, el pintor Rafael Pellicer Galeote. Del matrimonio nacerían tres hijos: Rafael, Amalia y María de los Ángeles Romero de Torres Pellicer.

En 1900 hace las ilustraciones de Tierra andaluza, un texto de Julio Pellicer, y conoce a Amalia Fernández Heredia, la modelo de Musa gitana. Pinta un retrato de la marquesa de Viana. En 1902 es nombrado profesor numerario de la cátedra de Colorido, Dibujo y Copia de la Escuela de Bellas Artes de Córdoba y en 1903 profesor agregado en la Escuela Superior de Artes Industriales.

Primera etapa (1900-1908)

Generación del 98

En 1903, Julio Romero viaja con su hermano Enrique por Marruecos. Pinta La monta y Calle de Tánger, entre otras obras, con un aire de temática orientalista. Al año siguiente viaja por Francia y los Países Bajos. A su regreso permanece en Madrid. Frecuenta el Café de Levante, que ya visitó con motivo de su fundación el año anterior, en compañía de Valle-Inclán. Asiste a las sesiones de la "Academia de poesía modernista" de los hermanos Machado, y conoce a Pío Baroja, Pérez de Ayala, Alejandro Sawa, Antonio de Hoyos y Emilio Carrere. Coincide con colegas y amigos como Zuloaga, Solana, Santiago Rusiñol, su paisano Mateo Inurria, Anglada Camarasa o Rodríguez Acosta. En la Exposición Nacional de Bellas Artes presenta tres obras: Rosarillo, Aceituneras y Horas de angustia. Y termina los murales de la parroquia de la Asunción de Porcuna. Ese año es nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Córdoba.

Lectura

Hacia 1902, Julio Romero pinta Lectura, un cuadro genuinamente personal. En la composición, apreciamos el dominio absoluto del joven artista. En la imagen, una modelo de aires andaluces está recostada sobre la cama, con la cabeza apoyada en su brazo, y deja abandonado un libro sobre la colcha. En el cuadro predomina el color rojizo del cobertor y los blancos rotos del vestido de la joven. El calzado apenas se sugiere con unas líneas, sobre un fondo oscuro. En la parte izquierda de la composición, una lamparita sobre una mesilla de madera, con tintes modernistas.

Círculo de la Amistad de Córdoba

En 1903, el Círculo de la Amistad de Córdoba le propone, por boca de su director, Antonio Marín, seis telas para ilustrar el primitivo salón pequeño de la entidad. Romero realiza cinco grandes murales dedicados a la literatura, la música, la poesía, la escultura y el arte. En tonos claros, en los que predomina el azul, el artista se nos presenta como un definitivo modernista, inspirado en la escuela británica de los prerrafaelistas y con asociaciones al maestro Joaquín Sorolla. Pasados los años, y tras su reforma, el Círculo trasladó los frescos a la escalinata principal, lo que le dio un aire de palacio renacentista. El artista, que habría tenido la oportunidad de conocer durante su viaje de 1904 por París y los Países Bajos la obra de un Puvis de Chavannes o de los modernistas y simbolistas catalanes como Ramón Casas, incluso los trabajos de monocromía de James Whistler, con un lenguaje alegórico busca la representación de ideas abstractas por medio de figuras femeninas, la obra de arte total, procedente del romanticismo alemán. Romero de Torres consigue una mínima referencia a la realidad con mujeres de sensual materialidad, aunque desprovistas del más leve atisbo de erotismo o carnalidad, obras imbuidas de una atmósfera evanescente. Sugieren más la contemplación platónica y la ensoñación poética, que las promesas de la carne. A todo lo cual contribuye una utilización del cromatismo en la que se subrayan los colores positivos que insisten en la inmaterialidad, como los blancos y los tonos del azul, sugeridores de la paz, la inocencia, la pureza, la armonía, la serenidad y el infinito.[10]

Su amistad con el grupo de escritores modernistas, especialmente con Ramón María del Valle-Inclán y Manuel Machado, va a influir en su manera de hacer pintura. La cerrada defensa que hacen de Romero de Torres autores como Jacinto Benavente, da idea de que su obra no solo era "modernista". Cuadros como Amor sagrado y amor profano, Retablo del amor y la trilogía compuesta por Las dos sendas, El pecado (1913) y La gracia (1915) acercan su obra a la de los modernistas españoles, generación que se solapa con la generación del 98. A la par, en esta etapa, Romero de Torres profundiza en la psicología femenina, llevando a sus obras los estados del alma femenina, sus inquietudes y su búsqueda de la realización humana, aportando una visión ante situaciones discriminatorias que durante siglos ha padecido la mujer.

Exposición Nacional de Bellas Artes

Julio Romero participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1906. Una de sus obras, Vividoras del amor es rechazada por inmoral. Paradójicamente, dos años más tarde, esta misma obra se expone en Londres con gran éxito. El tema de la prostitución no era nuevo ni en la literatura ni en la pintura de principios del siglo XX. El malditismo de Baudelaire y los simbolistas era bien conocido en España. La obra primera de Manuel Machado nos da idea de su presencia en las letras españolas. En pintura, a Joaquín Sorolla se debe Trata de blancas (1897) y a Gonzalo Bilbao, La esclava (1904). Romero de Torres se ocupa del tema en varias ocasiones, y en todas ellas es perceptible su preocupación social y no tanto esteticista. Con Vividoras del amor, el pintor suscitó un monumental escándalo en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1906.

Vividoras del amor (1906)

Lo sorprendente es que Gonzalo Bilbao, que estaba en el jurado, participase de tal opinión, cuando su cuadro, La esclava, de 1904, era de temática similar. Incluso algunos han visto el cuadro de Romero como inspiración del mismo Pablo Ruiz Picasso en Las señoritas de Aviñón (1907).[10]

En 1907, vuelve a participar en la Exposición convocada por el Círculo de Bellas Artes. También participan Solana, Rusiñol y Regoyos. Dos de las obras que presenta, Carmen y Rosario, son adquiridas por la marquesa de Esquilache, lo que da idea de que su obra empieza a interesar a la alta sociedad española.

La musa gitana

Realizada antes de su viaje por Europa, con La musa gitana (1907), Romero cierra una etapa e inaugura otra. La obra concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes del año siguiente, 1908. El cuadro, protagonizado por su modelo Amalia Fernández Heredia, obtiene la medalla de oro de la exposición. Como era preceptivo, el Estado la adquiere para exhibirla en el Museo de Arte Moderno. Sin embargo, el dramaturgo e intelectual Jacinto Benavente protesta públicamente y afirma que una obra de esta naturaleza debe estar colgada en el templo de la pintura española, el Museo del Prado.

La musa gitana (1907)
Tras el escándalo, Rafael Cansinos-Asséns, uno de los grandes promotores del ultraísmo, recuerda en sus memorias su encuentro con nuestro pintor:
Una noche fuimos a ese café [Candelas], del que era asiduo Romero de Torres, el pintor cordobés, el creador de la Musa gitana, que había impuesto con sus cuadros el tipo de la mujer morena, pasional y fatal. Fue para mí una gran emoción, oírle su "buenas noches" con un acento andaluz y estrechar su mano, ancha y ruda, de torero.
Rafael Cansinos-Asséns, La novela de un literato, pág. 176.[11]



Su amigo, Ramón María del Valle-Inclán escribe:
Romero de Torres sabe que la verdad esencial no es la baja verdad que descubren los ojos, sino aquella otra que solo descubre el espíritu unida a un oculto ritmo de emoción y armonía, que es el goce estético.
Ramón Mª del Valle-Inclán : Romero de Torres.[12]



Modernismo (1908-1915)

En 1908, Romero viaja por Italia, Francia y Reino Unido. Estudia el Renacimiento y conoce a fondo los primitivos italianos. En Gran Bretaña, admira las obras de los prerrafaelistas. Tras el viaje, el contenido de su obra y el tratamiento de su pincelada cambió radicalmente. Con influencias como las de Tiziano en su obra Amor sagrado y amor profano, Julio Romero inicia una nueva etapa, un ciclo de pinturas en el que la mujer se convierte en heroína. Deja atrás sus obras costumbristas o de preocupación social y se adentra en su etapa modernista.

Amor sagrado y amor profano

Hacia 1908, Julio Romero realiza Amor sagrado, amor profano, una de sus obras en las que profundiza en la dualidad del ser humano. En primer plano, con un fondo de tonos sombríos, mujer que viste de negro a la izquierda, mujer que viste de blanco, a la derecha, que casi entrecruzan sus manos, con las tapias del cementerio al fondo, que tapan los cipreses de lejos.

Retablo del amor

En 1911, el público de Barcelona admira su Retablo del amor (1910), políptico de seis tablas con medidas desiguales presidido por dos desnudos femeninos. Abajo, mujeres virtuosas. Arriba, mujeres pecadoras. Al fondo, la ciudad mítica de Torres, la Córdoba esencial. Ese mismo año ilustra Voces de gesta, una obra de su amigo Ramón María del Valle-Inclán, así como varias composiciones de los hermanos Machado. Presenta La consagración de la copla y los retratos de Belmonte y de Pastora Imperio, así como su Autorretrato. Viaja a Munich y marcha después a Buenos Aires. En 1913 visita Chicago y más tarde Gante. Pinta La Gracia y El Pecado, también su famoso Poema de Córdoba, un políptico en siete tablas atípico en la tradición española.

Retratista

Romero de Torres es también un gran amante del retrato. Con cerca de un millar de obras, más de 500 pertenecen a retratos identificados.[13] Su gran mayoría, algo más de 400 pertenecen a actrices, bailarinas, cantantes, escritoras o esposas de empresarios y políticos. Como retratista, entre 1915 y 1930, Romero plasmó en sus lienzos a todos los estamentos sociales, aunque dada su notoriedad, su trabajo fue demandado mayoritariamente por modelos de renombre que pagaban una considerable suma por su trabajo, desde miembros de la aristocracia o la burguesía madrileña, vasca o catalana, hasta las artistas, cupletistas o toreros destacados. Romero de Torres fue el cronista de toda una época. Solo faltaron los deportistas, a los que Romero no prestó atención. En efecto, llevó a sus lienzos a personajes del mundo de la política, de la literatura, de la sociedad: los ministros cordobeses de Justicia y de la Guerra, Antonio Barroso y Castillo y Diego Muñoz-Cobo y Serrano; la diputada socialista Margarita Nelken, el escritor de Iznájar Cristóbal de Castro y el poeta sevillano Joaquín Alcaide Zafra; damas de la alta sociedad como Concepción Ruiz Frías, María Aguilar, la condesa de Colomera, el retrato inacabado de la hija del general, Magdalena Muñoz-Cobo. También retrató a personajes humildes, como a la joven Elena Pardo, que protagonizó los óleos Mari Luz y Marta, llamados por el pintor chiquitas buenas.

Adela Carboné, la Tanagra
Retrato de Adela Carbone, la Tanagra (1911). Colección particular.

Adela Carboné, llamada la Tanagra (1890), es un personaje muy interesante que Romero de Torres pinta en 1911, cuando la actriz tiene veintiún años. Carboné era cuñada del escritor cordobés Cristóbal de Castro, que ese mismo año se casaría con la actriz Mary Carboné de Arcos, de origen genovés. Su hermana Adela, además de actriz, escribiría algunas novelas breves, como El crimen de Lotino (1917), La huella (1918), La hermanastra (1919) o El amigo ahorcado (1920). Como actriz, fue protagonista de algunas películas del primitivo cine español, como Aventuras de Pepín (1909) o El fantasma del castillo (1911).[14]

La consagración de la copla

Julio Romero había retratado a Pastora Imperio en varias ocasiones con anterioridad a 1912, pero su rostro se puede apreciar entre los retratos que forman parte del monumental lienzo La consagración de la copla, entre ellos el del propio Julio Romero. También se aprecian artistas como Adela Carbone o Socorro Miranda y los torreros Machaquito o Guerra. Tras la negativa del jurado de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1912 a otorgar distinción alguna a la obra de Romero de Torres, Gregorio Martínez Sierra junto con Jacinto Benavente, Benito Pérez Galdós y cien firmas más de los intelectuales más reconocidos de España, levantaron su voz públicamente para apoyar al pintor cordobés y protestar contra el fallo del jurado de la Exposición Nacional.

La Venus de la poesía

La Venus de la poesía es una pintura realizada al óleo y temple en 1913 por Julio Romero de Torres. Sus dimensiones son de 93,2 × 154 cm. Este cuadro es una alegoría que muestra los retratos de la cupletista española Raquel Meller y su marido, el escritor guatemalteco, Enrique Gómez Carrillo.[15] Fue adquirido por el Museo de Bellas Artes de Bilbao.[16]

Poema de Córdoba

El políptico Poema de Córdoba, pintado en 1913, está compuesto de siete paneles, es una alegoría de la ciudad de Córdoba a través de sus personajes femeninos más característicos. Fue expuesto en Madrid en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1915.[17][18][19] El tamaño de seis elementos es idéntico, pero el séptimo y central es de mayor tamaño. En cada panel se representa alegóricamente la historia de la ciudad a través de algunos de sus personajes más ilustres. De izquierda a derecha: Córdoba guerrera, Córdoba barroca, Córdoba judía, Córdoba cristiana, Córdoba romana, Córdoba religiosa y Córdoba torera. En el panel central, dos mujeres sostienen una imagen de San Rafael, el arcángel más fiel a Córdoba.

El pecado y La gracia

Pintado en 1915, La Gracia -escrita con mayúscula en la época- era la contraposición de El pecado (1913). Ambos lienzos tienen exactas dimensiones y parecen hechos para colgar en un mismo espacio. La gracia no fue dado a conocer hasta la Exposición Nacional de 1915. El lienzo, tras la exposición, fue adquirido por el industrial estadounidense Charles Deering. Tras algunas vicisitudes y procedente de una colección particular de Estados Unidos, salió a subasta en la galería Sotheby's de Londres en 2000 y fue adquirido por el Ayuntamiento de Córdoba por el precio de 612 000 €.[20]

Julio Romero repite la misma estructura compositiva en ambos: el desnudo de una joven rodeado de cuatro personajes femeninos. La modelo, que en «El pecado» aparecía en su plenitud, se muestra en «La gracia» arrepentida, con su cuerpo desplomado, moribundo, aunque todavía hermoso, en manos de unas santas, que le dan la virtud que no tiene. La escena parece la de Cristo que acaba de descender de la cruz. La figura de la izquierda, con hábito de monja, no es otra que la cantaora Carmen Casena. María Magdalena podría ser esa monjita que abraza los pies de la joven. La modelo, de proverbial belleza, es Adela Moyano. Se ha dicho que la obra recuerda el descendimiento del Greco en su obra «La quinta Angustia».

El paisaje da una vez más una inmensa serenidad al espacio. Podemos vislumbrar al fondo monumentos aislados de Córdoba, la eterna ciudad de Romero: el Cementerio de San Rafael, la Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, el río Guadalquivir y sus molinos, el puente romano, la Calahorra, la iglesia de Santa Marina, la torre de la iglesia de San Lorenzo y la Mezquita-Catedral.

Etapa de madurez (1916-1930)

En 1915, Romero de Torres se instala en Madrid para no volver más a Córdoba de manera permanente. Vivirá en la Carrera de San Jerónimo, número 15, junto al Congreso de los Diputados. Su estudio lo monta en la calle Pelayo, en un piso que le facilita Florestán Aguilar, dentista personal del rey Alfonso XIII. Ese año expone, en sección especial fuera de concurso, quince obras en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Sería el último año que participara en una Exposición Nacional.

Frecuenta el Café Pombo y firma el manifiesto aliadófilo junto a Gregorio Marañón, Menéndez Pidal, Ortega y Gasset, Antonio Machado, Ramón María del Valle-Inclán, Galdós, Ramón Casas, Ignacio Zuloaga, Miguel de Unamuno y Manuel Azaña. Su obra Carmen es adquirida por el diestro Juan Belmonte. Romero ilustra Los intereses creados de Benavente.

Julio Romero se relaciona con la revista España, dirigida primero por José Ortega y Gasset y más tarde por Luis Araquistáin y Manuel Azaña. También asiste a las tertulias de la Maison Dorée, en la que se dan cita las grandes figuras del modernismo español. La familia Oriol le encarga la decoración de la capilla de su finca de El Plantío, en las cercanías de Madrid, donde pintará un mural sobre el tema de la Eucaristía.

En 1919 pinta y retrata a los más importantes industriales de Bilbao: las familias Aznar, Soto, Garnica. En Córdoba, la familia Basabé posa también en su estudio.

Manierismo

Como profesor de “Dibujo Antiguo y Ropaje” en la llamada Escuela Especial de Pintura instalada en la Real Academia de San Fernando de Madrid desde 1916, Julio Romero se interesa cada vez más por los ropajes y las vestiduras de sus modelos. Estudia minuciosamente los detalles y da pie a hablar, desde 1920, de una nueva etapa, la manierista. El cuadro se va llenando de objetos simbólicos, como las piezas de latón, que sustituyen las imágenes anteriores de Córdoba, la ciudad sagrada.

En 1920, Romero de Torres pinta una de sus obras cumbres, La muerte de Santa Inés, políptico de tres tablas, de acendrado manierismo y difícil factura. Romero vuelve una y otra vez al estudio del Renacimiento, al arte clásico español.

Musidora

La actriz francesa Jeanne Roques «Musidora» llega a España en 1921 con un contrato de tres meses para actuar en el Teatro de la Comedia de Madrid. Por intermediación de la cupletista Raquel Meller, esposa del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, la actriz conoce al pintor cordobés, que la plasma en más de un cuadro ese mismo año.[21] Es en el círculo de Romero de Torres en el que conoce al rejoneador Antonio Cañero, un rico hacendado cordobés.

La actriz estuvo cinco años en suelo español, para volver a París en 1926. Tres de sus películas abordan su paso por España: Une aventure de Musidora en Espagne, Soleil et ombre y La tierra de los toros.

Galería Witcomb de Buenos Aires

El 4 de septiembre de 1922 Romero de Torres inaugura una exposición en la Galería Witcomb de Buenos Aires. Allí expone por primera vez la obra Perla negra, que en esa fecha era conocida como La morena de las perlas. El éxito de la pieza y del conjunto de obras que Romero de Torres presentó en Argentina, entre las que también se contaba su óleo Musidora, fue de tal calibre, que el pintor vendió todo el género expuesto. El rotundo triunfo de la exposición de Buenos Aires certificaba un escalón más en su trayectoria y anunciaba que la fama internacional del pintor cordobés era ya un hecho.[22]

En 1924 pinta el retrato de la artista Conchita Triana.

Etapa final

María de la O (c. 1928), óleo y temple sobre lienzo. Museo Julio Romero de Torres.
Margarita Nelken (c. 1929), óleo y temple sobre lienzo.

Romero ha dejado a un lado su etapa más clásica y se adentra en la búsqueda de un retrato espiritual. En 1928 pinta La Virgen de los Faroles para la fachada de la mezquita-catedral de Córdoba. En 1929, en la Exposición Iberoamericana de Sevilla presenta La chiquita piconera, Nocturno, La copla o Naranjas y limones. También de 1929 es Cante hondo, ejemplo claro de su manierismo último. Si La muerte de Santa Inés abre una etapa perfeccionista, en la que el pintor busca reflejar los pliegues de las ropas, la superposición de elementos, el completar el espacio visual, una especie de horror vacui con elementos consabidos: su perro Pacheco o la Virgen de los Dolores. Además, hacia 1928, Romero de Torres decide pintar a María de la O Larrajaga, esposa de uno de los promotores culturales más importantes de España, y a su amiga Margarita Nelken, que va a ser diputada socialista en la Segunda República.

Cante hondo

Hacia 1928 los doctores le han avisado del mal estado de su salud. La fatiga le hace reducir su ritmo de trabajo. En una larga entrevista, el periodista Manuel Chaves Nogales le acompaña por la ciudad de Córdoba y habla de un artista excepcional.[23] También César González-Ruano lo entrevista hacia 1930.[24] Julio Romero le confesaba al periodista que necesitaba descansar.
Julio Romero era un gran "cansao". Hace unos meses que me lo decía en su estudio de la calle de Pelayo, junto a los braseros enormes, cerca de la vitrina donde él guardaba estoques y capotes de Lagartijo, sentados los dos con una chavala morena, que envolvía su cuerpo en un abrigo del pintor.
- Estoy cansado. Me cansa Madrid y me cansa Córdoba.
- ¿Adónde se va usted, entonces?
- A París. Me cansa esto; además...".
César González-Ruano.



Cante hondo, que dejará firmado en 1929, es un homenaje al cante jondo de su tierra y no falta ninguno de los elementos esenciales en su vida. Parece como una despedida del pintor en la que no quiere dejar fuera a nadie. Ni a su perro, Pacheco que corona como un triunfo el altar de la musa flamenca, desnuda y con guitarra, con un cadáver a su espalda de una niña muy hermosa, y un cadáver a sus pies de una mujer desdichada. Su amante y asesino empuña una faca delatora.

En mayo de 1930, cuando le llega la muerte, interrumpe dos importantes cuadros: el retrato de la condesa de Colomera, Magdalena Muñoz-Cobo, quien posa con un vestido de gasa de plata, y el retrato de María Teresa López, su modelo favorita de los últimos años, argentina de nacimiento a la que inmortalizó en su obra La Fuensanta y a la que deja inacabada en el lienzo de La monja.

La chiquita piconera

Profundo erotismo rezuma la última obra firmada por Romero de Torres, La chiquita piconera (1930). Incluida en su etapa manierista, la modelo nos atrapa con una mirada cómplice. El fetichismo de Romero es perceptible en los zapatos con tacones, las medias de seda, las ligas anaranjadas, el hombro desnudo y el arranque de los senos. El conjunto, de empaque clásico, se cierra con un brasero popular, de factura circular y omnipresente en la cultura andaluza. La joven piconera es el prototipo de la musa de Julio Romero.

La chiquita piconera (1930). Museo Julio Romero de Torres.

Muerte

Fue miembro de la Real Academia de Córdoba y de la de Bellas Artes de San Fernando. También exhibió su obra en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, y en múltiples exposiciones individuales en nuestro país y en el extranjero. El 18 de diciembre de 1922 el Ayuntamiento de Córdoba lo nombró Hijo Predilecto de la ciudad.

A principios de 1930, Julio Romero de Torres, agotado por el exceso de trabajo y afectado de una dolencia hepática, volvió a su Córdoba natal para tratar de recuperarse. Pintando en su estudio de la Plaza del Potro, realizó entre los meses de enero y febrero la que sería su obra final y más célebremente conocida, La chiquita piconera.

El 10 de mayo de 1930 moría Julio Romero de Torres en su casa de la Plaza del Potro en Córdoba, hecho que conmocionó a toda la ciudad. Las manifestaciones de duelo general que produjo su muerte, en las que participaron en masa desde las clases trabajadoras más humildes hasta la aristocracia cordobesa, dejaron patente la inmensa popularidad de que gozaba el pintor cordobés.

El artista murió en su casa natal de Córdoba en la madrugada del sábado 10 de mayo de 1930. La gente acudió en masa al Museo de Bellas Artes de la plaza del Potro, para dar testimonio de su dolor ante el cadáver, depositado en el salón del Museo Provincial, antigua capilla del hospital de la Caridad. El Ayuntamiento acordó sufragar los gastos de los funerales, asistir en Pleno al entierro y ceder terrenos a perpetuidad en el cementerio de San Rafael para recoger los restos mortales del pintor. La Diputación también asistió en Pleno, portando las cintas del féretro. El ministro de Gracia y Justicia, José Estrada y Estrada, acudió al sepelio en representación del rey Alfonso XIII. El entierro se llevó a efecto el lunes 12 de mayo, a las 10 de la mañana, en la Mezquita-Catedral. El padre Tortosa pronunció la oración fúnebre y un larguísimo cortejo, en el que también figuraban sus famosas modelos, lo condujo hasta el cementerio, a las afueras de la ciudad. Previamente al acto, su cadáver fue llevado a la plaza de Capuchinos, donde sonó la "Reverie" de Schumann. Cerraron los comercios, teatros, cafés, casinos, bares y tabernas de la ciudad.[25] Nadie quería perderse el último adiós al maestro. Los taxis fueron enlutados con crespones negros; los afiliados a UGT, concentrados por la organización, acudieron con sus trajes de trabajo, considerando que había muerto un acreditado trabajador. Está enterrado en el cementerio de San Rafael de su ciudad natal.[26]

Reconocimiento de su pintura

Julio Romero de Torres ha sido un artista paradigmático. Su reconocimiento fue temprano. Admirado por muchos, sus trabajos eran solicitados por las clases adineradas. Cuando muere en mayo de 1930 su obra es alabada en muchos rincones del mundo.

El tema de la mujer en su obra ha sido muy tratado. Se ha hablado de la mujer cordobesa, de la mujer andaluza, de la mujer gitana, de la mujer meridional, de la mujer española. Baste recordar las palabras de Fernando de los Ríos:
Las mujeres de Romero de Torres son para mí mujeres bizantinas.
Fernando de los Ríos.[27]



Obras más importantes

El grueso de su obra se encuentra en Córdoba en el Museo Julio Romero de Torres, donde se puede admirar el amplio repertorio de cuadros que fueron donados por su familia, por coleccionistas privados o comprados por el Ayuntamiento. Entre las obras más destacadas de este maestro figuran Naranjas y limones, Amor místico y amor profano, Poema de Córdoba, Marta y María, La saeta, Cante hondo, La consagración de la copla, Carmen, y por supuesto, La chiquita piconera o El retablo del amor.

Otras obras como La Buenaventura, La feria de Córdoba o La monja pueden contemplarse en el Museo Carmen Thyssen de Málaga.

Como escribe en su ensayo Francisco Zueras Torrens,[28] las características principales de su obra están repletas de contenido y profuso estudio de cada elemento presente en el cuadro. Así, éstas se pueden resumir en:

- Simbolismo - Precisión de forma y dibujo - Luz suave en ropajes y carnes - Extraña luz de escenarios - Poética artificiosidad de escenarios - Dominio de la morbidez - Capacidad enorme para representar la figura humana - Paisajes que refuerzan el simbolismo - Paisajes donde la realidad se convierte en alegoría - Paisajes listos para ser degustados por el alma "sin detenerse en la superficie coriácea de las cosas - Paisajes desmaterializados para su última vivencia con el espectador.

Subastas

El 15 de octubre de 2020 se subastó su cuadro Las dos sendas (1915), propiedad del grupo empresarial PRASA. La subasta tuvo lugar en la casa Christie's de Nueva York y la obra fue adjudicada por 405 000 €.[29]

Obras artística

Reportaje televisivo (1993)

El grueso de su obra se encuentra en Córdoba en el Museo Julio Romero de Torres, donde se puede admirar el amplio repertorio de cuadros que fueron donados por su familia, por coleccionistas privados o comprados por el Ayuntamiento. Entre las obras más destacadas de este maestro figuran Amor místico y amor profano, El Poema de Córdoba, Marta y María, La saeta, Cante hondo, La consagración de la copla, Carmen, y por supuesto, La chiquita piconera.

Las características principales de su obra pueden resumirse en simbolismo, precisión de forma y dibujo, luz suave en ropajes y carnes, extraña luz de escenarios, poética artificiosidad de escenarios, dominio de la morbidez, capacidad enorme para representar la figura humana, paisajes que refuerzan el simbolismo, paisajes donde la realidad se convierte en alegoría , paisajes listos para ser degustados por el alma "sin detenerse en la superficie coriácea de las cosas y paisajes desmaterializados para su última vivencia con el espectador.[30]

Galería de Imágenes

Escritos

Cartas

Aunque son pocas las páginas escritas por el pintor cordobés, he aquí algunas de sus cartas más importantes:

Sres. Don Antonio Arévalo, Don Antonio Pozo y Don Rafael Hoyo.
Mis excelentes amigos: Animados solo del gran efecto con que vuestra bondad supo siempre distinguirme sin atender a otras voces que a las de este mismo afecto iniciasteis una suscripción para poder reproducir, en azulejos, uno de mis cuadros más cordobeses y costear los rótulos de la calle que llevará mi nombre merced al acuerdo de ese Ayuntamiento, acuerdo tan honroso, tan estimado por mí, que me obliga a guardar a nuestra ciudad inmensa devoción.
La gratitud verdadera no gusta de hablar mucho. Y como la mía lo es, ahorro inútiles palabras, y a vosotros, modelos de amigos entusiastas; y a las personas que han contribuido a dar efectividad al intento, en número halagador; y a los periódicos locales, generosos aliados en la empresa; y al Ayuntamiento; y a cuantos, en fin, una vez más han querido darme pública muestra de cariño, públicamente también deseo hacerles saber mi reconocimiento tan hondo, tan arraigado, que vivirá mientras yo viva.
Un abrazo muy fuerte de vuestro paisano.
Julio Romero de Torres.
Madrid, 29 de abril de 1920.[31]



Referencias

  1. Biografía de Julio Romero de Torres. En www.cordoba24.info
  2. Córdoba: horizonte estético en la obra de Julio Romero de Torres, por Mercedes Valverde Candil, en la revista Andalucía en la historia, nº 7, 2004, págs. 90-95. ISSN 1695-1956.
  3. Romero de Torres, julio, en la web Museodelprado.es, consultada el 6 de enero de 2018.
  4. El flamenco, un arte contemporáneo, por Cristina Cruces Roldán, en la revista Andalucía en la historia, nº 7, 2004, págs. 54-61. ISSN 1695-1956.
  5. http://ermundodemanue.blogspot.com.es/2011/10/julio-romero-de-torres-biografia-obras.html
  6. Julio Romero de Torres y La Gracia: la intención narrativa, por Mercedes Valverde Candil, Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, número 141, 2002, págs. 229-246. ISSN 0034-060X .
  7. Un cuadro intervenido a Antonio López, entre los más cotizados de Julio Romero de Torres, en El Faro de Ceuta, 18 de abril de 2017.
  8. Julio Romero de Torres. Un simbolista andaluz, por Helena Pérez Molina, en la web CSIF.es, consultado el 24 de enero de 2018.
  9. Enrique Romero de Torres (1872-1956) en su cincuenta aniversario, Revista Mus-A, año 2007.
  10. 10,0 10,1 Modelos de mujer: Arquetipos femeninos en la pintura de Julio Romero de Torres, por José Raya Téllez, en la revista Laboratorio de Arte: Revista del Departamento de Historia del Arte, número 21, 2008-2009, págs. 241-264. ISSN 1130-5762.
  11. Cansinos-Asséns, Rafael : La novela de un literato (Hombres, ideas, efemérides, anécdotas). Vol. I ( 1882-1914), ed. Rafael M. Cansinos, Madrid, Alianza, 1982.
  12. Valle-Inclán, Ramón Mª : Romero de Torres. Diario La Lucha, Madrid, 22 de mayo de 1908.
  13. Las más de 400 modelos de Julio Romero de Torres, el cronista gráfico de toda una época, en el diario ABC, 14 de febrero de 2018.
  14. Cruz Casado, Antonio, Julio Romero de Torres y las tertulias literarias de su tiempo. Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, ISSN 0034-060X, Nº. 149, 2005, págs. 73-84.
  15. Plantilla:Cita libro
  16. Ficha del cuadro en el Museo de Bellas Artes de Bilbao
  17. Boceto del Poema de Córdoba, en la web del Museo Carmen Thyssen Málaga, 31 de agosto de 2013.
  18. {Córdoba cristiana, Poema de Córdoba, en la web Artehistoria.jcyl.es, 31 de agosto de 2013.
  19. El Museo Carmen Thyssen Málaga recorre la obra de Julio Romero de Torres, en la web Rtve.es, 26 de abril de 2013.
  20. Córdoba intenta comprar 'La Gracia' de Romero de Torres antes de su subasta, en el diario El País, 4 de mayo de 2000.
  21. Las mujeres y Julio Romero de Torres: Jeanne Roques “La Musidora”, en Artencordoba.com, 7 de diciembre de 2020.
  22. La ‘Perla Negra’ de Julio Romero de Torres, que nunca fue Josephine Baker, en el diario Cordópolis, 10 de mayo de 2020.
  23. Los libros de entrevistas, en la web Digitalbooks.pro, consultada el 11 de febrero de 2018.
  24. Plantilla:Cita publicación
  25. El entierro del pintor, por Miguel Salcedo Hierro, en el Diario Córdoba, 10 de mayo de 2003.
  26. http://sevilla.abc.es/fotonoticias/fotos-cordoba/20141117/tumba-julio-romero-torres-1613989669634.html
  27. Romero de Torres en el XIII Salón de Otoño, por Emiliano Martín Aguilera, en el Diario de Córdoba, 20 de octubre de 1933, pág. 1.
  28. "Julio Romero de Torres y su mundo", Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1987. ISBN 84-7580-432-2.
  29. «Las dos sendas», de Julio Romero de Torres, alcanza 405.000 euros en la subasta, en el diario ABC, 15 de octubre de 2020.
  30. ZURERA TORRENS, FRANCISCO. "Julio Romero de Torres y su mundo", Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba,1987. ISBN 84-7580-432-2
  31. Una carta de Julio Romero de Torres, en el diario La Voz, 2 de mayo de 1920, pág. 1.

Bibliografía

  • Pérez de Ayala, Ramón : «Julio Romero de Torres, pintor», en Ramón Pérez de Ayala y las artes plásticas, cat. exp., Granada, Fundación Rodríguez-Acosta, 1991, págs. 140-142.
  • Calvo Serraller, Francisco : «La hora de iluminar lo negro: tientos sobre Julio Romero de ­Torres», en Julio Romero de Torres (1874-1930), cat. exp., Madrid, Fundación Cultural Mapfre Vida, 1993.
  • Zueras Torrent, Francisco : Julio Romero de Torres, su vida y su mundo, Córdoba, Ayuntamiento, Delegación de Cultura, 1974.
  • Pérez de Ayala, Ramón : «Romero de Torres en la Argentina», Ramón Pérez de Ayala y las artes plásticas, cat. exp., Granada, Fundación Rodríguez-Acosta, 1991, págs. 222-225.

Véase también

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Fuente

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