Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario

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El Real Círculo de la Amistad es una institución cultural, localizada en Córdoba y que fue fundada el 31 de mayo de 1854 por 132 socios.[1] Tiene su sede en la calle Alfonso XIII en el número 14. A 1 de junio de 2010 contaba con más de 3.000 socios y un patrimonio constituido por su sede, una biblioteca con más de 17.000 títulos, un fondo pictórico con cuadros de Julio Romero de Torres, Rodríguez de Losada o Díaz Huertas, entre otros.

Por acuerdo plenario del Excelentísimo Ayuntamiento de Córdoba, siendo alcalde de la ciudad, Antonio Guzmán Reina, por unanimidad de toda la Corporación Municipal se concedió la Primera Medalla de Oro de la Ciudad al Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario, el día 30 de abril de 1964. El 31 de marzo de 2006, Su Majestad el rey Don Juan Carlos I, otorgó a esta entidad el título de Real. Desde marzo de 2009 preside esta institución Federico Roca de Torres.

Historia

El Casino Cordobés

El sábado 31 de diciembre de 1853 quedó inaugurado el Casino Cordobés, germen del Círculo de la Amistad. Se ubicaba en el Café Puccini, calle del Cabildo Viejo, hoy Ambrosio de Morales. El Casino Cordobés se inauguró en un tiempo en el que la moneda de uso corriente era el real, puesto que la extinta peseta aún no había entrado en circulación. Tiempos de diligencias, galeras y postas como medio de transporte. Tiempos en los que el miriñaque triunfaba en la moda de las féminas, pues había desplazado a la antigua saya. Periodo de auténticas mujeres-globo antes de que se convirtieran en mujeres oca por mor del famoso polizón, por el que ya empezaban a estilizar su figura. Al término del año 1853 la burguesía iba cuajando. El Partido Progresista alimentaba los logros de esta elevada clase social que, al mismo tiempo, propiciaba la frustración de las esperanzas del pueblo y, como telón de fondo, un panorama de huelgas, motines y reacción conservadora.

En resumen, cuando nació el Casino Cordobés el 23 de diciembre de 1853 el ambiente social era tenso a todas luces. Se dieron las primeras respuestas a un mundo urbano, artesanal, que se escoraba a la proletarización, así como las primeras protestas de los obreros ante el ascenso capitalista.

Ahormado por este clima social, y al socaire del régimen burgués, fue constituido el Casino por hombres de lo más granado de la filas del Liceo Artístico y Literario. Gentes de la burguesía en su mayoría, de la aristocracia en su minoría y de la escasa alta clase media, o pequeña burguesía, que apostaron por esa frondosa línea de la cultura. Entre ellos el barón consorte de Fuente Quinto, poeta; el académico y senador de la provincia de Córdoba don Feliciano Ramírez de Arellano; el decano de la prensa cordobesa, don Fausto García de Tena, fundador del Diario Córdoba en el año 1849; y el incomparable magistrado don José Miguel Henares, primer y último presidente del Casino, cuya asociación tuvo una vida muy efímera: sólo un mes de duración.

Entrada al Círculo de la Amistad

Se iniciaba el mes de enero de 1854 y surgieron los primeros desacuerdos con el empresario, el señor Puccini. La Junta Directiva que comandaba el señor Henares no estaba dispuesta a consentir las “duras tutelas” del italiano y sus deseos de especular con la naciente sociedad.

El flujo de asociados iba en aumento y éste se frotaría las manos, pues por cada socio se iba una cuota mensual de un duro, a juicio de la Junta excesiva, dada la pujanza de las solicitudes de ingreso. A todo esto se sumaba el precio de determinados artículos, pues las cuantías acordadas se las pasaba a “la torera”.

Comenzaron los primeros dimes y diretes, mas Henares acabó con ellos de forma fulminante: le metió la proa al italiano y surgió la idea de que el Casino Cordobés debía tener “vida propia”. Se contempló el traslado de la Sociedad al local distinto al de Café Puccini (acta de Junta General 19-01-1854).

Pero las cosas se precipitaron y se convocó una Junta de Gobierno para el día siguiente, ya que el italiano había tenido noticia de ello por la mañana a través de uno de los socios partidarios con que contaba. No le sentó muy bien la cosa y, contrariado, le dijo al presidente que “quería concluir con la Sociedad”. A todo esto, se le rebatió que tenía que tener abierto el Casino, pues ya había cobrado las cuotas del mes de enero, obviamente por anticipado. Enfrentado ya con Henares, contestó a éste, según el acta, con “demasiada altanería, añadiendo que él no tenía inconveniente en devolver a cada socio el duro que había pagado”. En el ínterin, y oliendo ya la cosa a quemado, expresó su malestar con algunos socios “que obraban peor que si fueran piconeros”.

No sólo fue un insulto para el popular y trabajador gremio “tiznao”, sino para la propia asociación. No tardó el presidente en poner en conocimiento de los socios tal ocurrencia de efectos negativos para el empresario. Esto volvió a precipitar las cosas, de manera que en la Junta General del 15 de febrero de 1854 se aprobó el proyecto de traslado del Casino (aunque todavía no sabían a qué local), que fue aprobado por 29 votos a favor y 3 en contra.

Como necesitaban fondos para este evento, y apoyándose en el artículo 28, capítulo 8 del Reglamento del Casino, se estableció una cuota de 500 reales por cada socio. Había que llegar a los 50.000 reales a que ascendía el proyecto y a 100 el número de socios. La forma de librar esta cantidad fue a base de empréstitos forzosos, pues el empréstito voluntario no prosperó por mor de las concesiones que habían de hacerse a los prestamistas. Se aprobó el primero de los 500 reales en la inteligencia de que dicho préstamo seria reintegrable. Los cien socios que intervinieron “se declararon fundadores y con derecho a todos los muebles y efectos comprados por el Casino”.

La comisión especial, alentada por el presidente, actuó con suma diligencia. Se fueron a ver el local de las Nieves, que era el más idóneo para el Casino. Esta gestión fue comunicada a cada socio por medio de una carta del presidente en la que se especificaba el nacimiento de un nuevo apellido para el Casino: Circulo de la Amistad (acta de 17-01-1854). En la sesión del 28 de febrero se acordó la constitución de la Junta en el “local de las Nieves” ya que, y debido a la ruptura con el italiano, las sesiones se habían celebrado en la casa de Henares y en el Ayuntamiento.

El Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario

Se hizo un subarriendo por mediación del señor Campis, del Liceo Artístico y Literario, el cual había consentido este trámite al salón del viejo teatro del antiguo Liceo, así como el de sus enseres. Los nuevos apellidos del Casino, Círculo de la Amistad, nacidos en la citada acta, van cobrando carta de naturaleza, al mismo tiempo que el nombre propio del Casino Cordobés se va diluyendo en actas sucesivas de la Junta.

En ellas se refleja el tremendo empeño desarrollado por la comisión especial por dotar al citado local, subarrendado al Liceo Artístico y Literario, del mobiliario y decoración adecuados. Había prisa por constituir el Círculo en tan poco tiempo. Efectivamente, en un plazo de tres meses (contratos de personal, mobiliario y demás enseres), se inauguró el 31 de mayo de 1854.

Fue la última vez que en el acta de la Junta de ese día y con las palabras de Henares “Queda abierto el Casino”, se utilizará este término. No fue así en la edición del Diario Córdoba del 2 de junio de 1854, informando sobre este acontecimiento. Este medio abrió con una sección informativa que duró muchos años, con el título “Círculo de la Amistad”, con motivo de su inauguración.

Presidentes

José Miguel Henares y Amico
Pedro López Amigo

El Edificio

Interior del Círculo de la Amistad

El edificio donde se asienta el Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario, está enclavado en pleno centro de la ciudad, en la antigua calle Liceo, hoy Alfonso XIII; y ocupa una superficie de cuatro mil doscientos diez metros cuadrados, albergando al 1 de junio de 2010, a 3.118 socios.

Consta de dos plantas, en la baja, a la entrada aparecen a derecha e izquierda dos confortables salones de lectura y tertulia; en el de la derecha se exhibe la extraordinaria colección de cuadros dedicados a “Los cinco sentidos” del pintor cordobés Carlos Ángel Díaz Huertas. El de la izquierda también contiene obras pictóricas de notable interés, como de Rafael Serrano Muñoz o Rodríguez Losada.

En la zona o expansión hacia el oeste, se encuentra el suntuoso y romántico Salón Liceo. En este espacio existían unos terrenos o plaza mercado llamado “de las Nieves”, lindera con el viejo convento exclaustrado de Agustinas Recoletas. En 1858 se construyó sobre la citada plaza un Salón principal para, más tarde, ampliarlo con el llamado Salón de Recepciones, cuya inauguración data del 12 de junio de 1867. El plano de tan egregia estancia fue realizado por Juan Rodríguez Sánchez, socio y perito de la Casa, nombre familiar que recibía el Círculo de sus socios por aquel tiempo.

En la sesión de la junta directiva del 25 de junio de 1870, se decidió su exorno con cuadros al óleo, siendo el presidente del Círculo D. Manuel de Lara Cárdenas. Había que aprovechar las molduras con las que Rodríguez Sánchez había decidido los testeros laterales, cuyos huecos demandaban estos cuadros.

Los lienzos debían trasuntar los hechos más relevantes y las personas de mayor reputación que diera la cordobesa tierra. Con esta base, una comisión de la Junta Directiva se puso en contacto con el artista sevillano José Rodríguez de los Ríos Losada.

Trece de estos cuadros correspondían a temas históricos y tradicionales de Córdoba. Los cuatro restantes plasmarían los retratos de Séneca, el Gran Capitán, Averroes y Maimónides. Los once siguientes tienen su sitio correspondiente, o sea, diez en el Salón Liceo y uno en la Sala de Juntas. Quedan dos del total de diecisiete, “El Crimen de los Comendadores” y “La batalla de los Piconeros”.

Para dirimir el asunto de los trabajos se creó una comisión auxiliar con socios de la categoría de D. Francisco de Borja Pavón y D. Carlos Ramírez de Arellano. Todos ellos dieron la resolución definitiva del tema y título de cada cuadro. El llamado “Entrada del Rey Fernando en Córdoba” es el de mayor tamaño y se encuentra en el testero superior frontero al escenario del Salón.

El más cercano, en el lado izquierdo del Salón, mirando hacia el escenario, es el de “La presentación de Cristóbal Colón a Isabel la Católica”, para proponerle un viaje a tierras desconocidas, le sigue “La entrada del Gran Capitán victorioso en Nápoles”. Ambos títulos, según acta de 21 de noviembre de 1873. En el lado opuesto, también cercano al escenario, son los “Desposorios de Teodofrado”, hijo de Chindasvinto con la cordobesa Prisciliana, según acta de 8 de octubre de 1873.

Le sigue “La notificación del Maestro Séneca de su sentencia de muerte” y la representación de “Dulcidio de Toledo en la corte de los emires de Córdoba” acta de 21 de noviembre de 1873. Continuemos con la “Resistencia de los Visigodos en el Templo de San Acisclo y los mártires Acisclo y Victoria, marchando al anfiteatro”, así como “La vuelta de Almanzor, enfermo y vencido en la batalla de Calatañazor”. El último, y próximo al de la toma de Córdoba por Fernando III el Santo, ya citado al principio, es el titulado “Conducción de Boabdil prisionero después de la Batalla de Lucena a presencia de los Reyes Católicos”.

En cuanto a las figuras pictóricas del techo, desde 1867 era una cubierta o cielo raso al temple, fue un encargo hecho al artista Jacinto Alvarado. Así que el reformado Salón de Recepciones, se inauguró con un baile el 23 de febrero de 1908. El trabajo que hizo este artista es una alegoría a la danza. En su centro aparece una pareja bailando, entre otros motivos. Todos ellos, girando en su órbita, otras bellas artes como la poesía la música, pintura y escultura.

Anexo al Salón Liceo se encuentra un artístico patio porticado o patio de las columnas, con arcadas de piedra tanto en esa planta como en la superior. Sin duda este patio, que se conserva desde la etapa eclesiástica del edificio, guarda todo el encanto de aquella época.

Patio trasero del Círculo

A continuación está ubicada la cafetería y salón anexo para dar al socio el servicio de restauración que requiera, a través de esa dependencia se accede a un cuidado jardín, delicioso en las noches de primavera y verano de nuestra ciudad en la que el olor a jazmín, magnolio o azahar se funde con el colorido de sus flores y el rumoroso discurrir del agua de su fuente central.

Alrededor del jardín se sitúa la sala de juegos, y la típica taberna cordobesa y como fondo el tercer patio llamado del frontón, restaurado actualmente, donde a finales del siglo XIX Lagartijo, primer Califa cordobés, participó en una becerrada con algunos socios del Círculo.

La descripción de esta planta se completa con el Salón Inglés o sala de televisión, situada en la galería derecha del patio porticado, de gran amplitud y el Salón Góngora o comedor.

Para el acceso a la planta superior hay que destacar su majestuosa escalera principal que se inicia a la derecha de la entrada del edificio, con un hermoso barandal, de un solo tramo en su primera fase, bifurcándose en dos ramales paralelos, tras superarse el rellano de la entreplanta en la segunda. En estos laterales aparecen los murales de Julio Romero de Torres, seis en total que simbolizan las artes plásticas, musicales y literarias, un auténtico canto a la vida y al simbolismo, junto a ellos se encuentra un óleo sobre lienzo de Julio y Enrique Romero de Torres en el que aparecen mujeres en una terraza.

En esta primera planta se encuentra una sala multiusos de gran dimensión que lleva el nombre de Sala de Julio Romero de Torres, destinada a actividades culturales y artísticas, tales como conferencias, coloquios, exposiciones de pintura o escultura, etc.

A continuación se encuentra una de las joyas del Real Círculo de la Amistad, su centenaria biblioteca. Su referencia más lejana la encontramos en el acta del día 21 de marzo de 1854. Aquella primigenia Junta Directiva designó una comisión especial al objeto de encargar una mesa de caoba para el llamado gabinete de lectura. Este mobiliario costó 350 reales. Su primer “bibliotecario” o encargado de la citada área de lectura, ubicada en una dependencia antigua del viejo Liceo Artístico y Literario, fue el socio fundador Mariano Esquivel y Anguita.

Por estas fechas, ya contaba este gabinete con dos lámparas, algunas sillas y algunos armarios, además de un exiguo número de libros. El seis de agosto de 1866 y según consta en acta: “Noticiosa la junta directiva de que don Domingo Portefaix trata de enajenar la biblioteca de su propiedad, acordó pedir a dicho señor el catálogo de las obras de que se compone y las bases bajo las cuales, se propone venderlas por si a esta Sociedad conviene su adquisición”.

Domingo Portefaix y Páez, natural de Córdoba, era coronel de infantería y comandante de Carabineros. Escribió entre otros, “Manual para la instrucción del cuerpo de carabineros” (1844), cuyo ejemplar se guarda en la biblioteca de la entidad.

Tres años tardará el Círculo en gestionar esta compra, pues en la sesión del 2 de abril de 1869 y según acta de dicho día “se acordó comprar a don Domingo Portefaix la biblioteca de su propiedad conforme al catálogo que ha presentado al ofrecerlo bajo el precio de 18.000 reales, satisfechos por mensualidades de 500 reales. Presidía la Sociedad por aquel tiempo don Rafael María Gorrindo (1.868-69). En el último tramo del siglo XIX, el gabinete ya contaba con más de mil quinientos volúmenes

Su noble mobiliario, armarios, mesas y sillones datan de los últimos años de la decimonónica centuria, así como su decoración, obra del escultor cordobés Mateo Inurria.

La noche del 16 de enero de 1901 y siendo presidente del Circulo don José Marín Cadenas, se inaugura la nueva biblioteca, la cual contaba ya con 865 obras (1.767 volúmenes).

De los 17.000 volúmenes que cuenta la biblioteca, el más antiguo de ellos “De scriptorib(us) ecclesiasticis” data del año 1512, su autor Juan Tritemio. Está escrito en latín y proporciona detalles biográficos y bibliográficos sobre 963 escritores –monjes y clérigos- de aquel tiempo. Del siglo XVI nos encontramos obras como “Adiciones al memorial de la vida cristiana” (1575) de Fray Luís de Granada; “Ley de amor y cuarta parte del abecedario espiritual” (1536) de Fray Francisco de Osuna; “Antigüedades Judías” (1546) de Flavio Josefo; “Thesaurus Artificiosae Memoriae” (1579) de Cosme Rosellio; “Historia de Sevilla” (1587) de Alonso Morgado, entre otros. Del siglo XVII destacamos obras como “Testamento Político” (1696) de Armand Jean du Plessis, Cardenal-Duque de Richelieu ó “Los seis libros de las políticas” (1604) de Justo Lipsio. Del siglo XVIII señalamos “Los seis libros de la Galatea” (1784) de Miguel de Cervantes; “Orlando Furioso” (1785) de Ludovico Ariosto; “Dictionarium” (1789) de Antonio de Nebrija; “El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha” (1797) de Miguel de Cervantes, editado en Madrid por Gabriel Sancha.

Entre los siglos XVI, XVII y XVIII, reúne esta dependencia un total de 300 obras. Vaya por delante la no existencia de incunables, más el verdadero valor de esta biblioteca lo encontramos en la riqueza de su fondo histórico.

En otro orden de cosas, y de una gran curiosidad política, la biblioteca guarda con celo un artístico álbum confeccionado por el artista cordobés Rafael Bernier Soldevilla. Se trata de un hermoso ejemplar cuyo contenido recoge los nombres de los políticos que asistieron a la Asamblea Regional Andaluza, los cuales aprobaron el Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Autonomía. Este acto se celebró en el Círculo en enero de 1933.

La ubicación de la biblioteca sufrió varias mudanzas a lo largo de su historia. Por ella pasaron los siguientes bibliotecarios/as: Cristeto Rodríguez Aparicio, Pedro de Lara, Julio Franquelo, José Rafael de la Torre Vasconi, su hermana María del Pilar, Anguita, Rafael Pérez, Araceli González-Ripoll, Miguel Fernández Heredia, María Dolores García Cadenas de Llano, Paqui Lozano y Roberto Carlos Roldán Velasco que, en la actualidad, ejerce este cargo.

Está situada en la planta alta del edificio y ocupa un total de 358.47 metros cuadrados. Consta de dos salas, la primera, de gran valor artístico, ya que su decoración fue realizada, como mencionamos anteriormente, por Mateo Inurria. La segunda (Sala de Estudio) se incorporó a la biblioteca hace algunos años, debido a la falta de espacio por el constante registro de libros y por el número de usuarios. Estos suelen ser socios del Círculo, que van a leer la prensa diaria, y también algunos investigadores interesados por sus fondos documentales, así como jóvenes estudiantes que disponen de un espacio tranquilo donde estudiar. A través de la página web www.circuloamistad.com , en el apartado biblioteca, se encuentra alojado el catálogo con los fondos bibliográficos con que cuenta la biblioteca, así como las adquisiciones, etc.

Otra de las estancias singulares de esta entidad es la Sala de Juntas, bellamente decorada y con vistas al jardín, que atesora los retratos de todos los presidentes que ha tenido esta Sociedad desde 1854, donde se ubica el despacho presidencial y donde tienen lugar las sesiones y reuniones de la Junta Directiva.

Tras el Salón de Música en rehabilitación, aparece otra que en su día se destinó a cine club y que entonces era la única sala de arte y ensayo de Córdoba. Al fondo del edificio, entre el jardín y el frontón se encuentra la Peña Taurina llamada de “El Castoreño”, con abundante cartelería, fotografías, documentación y recuerdos vivos del taurinismo pasado y más reciente, con trajes de torear, cabezas de toros disecadas; todo ello nos ayuda a conocer la historia del toreo. Además se encuentran en lugar destacado los bustos de los cinco Califas del toreo cordobés.

Visitantes Ilustres

Esta decimonónica institución ha sido visitada a lo largo de la historia por un gran número de personalidades de todos los ámbitos, culturales, políticas, etc. Entre ellas cabe destacar:

Autor: José Cruz Gutiérrez, Cronista del Real Círculo de la Amistad

Colaborador: Roberto Carlos Roldán Velasco, bibliotecario del Real Círculo de la Amistad

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Fuentes

Referencias

  1. Memoria del Círculo de la Amistad de 1859, en la web Issuu.com.

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